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[La sumisión en el matrimonio]

Karla de Fernández

Hablemos de la sumisión en el matrimonio. Hay una idea errónea en cuanto a la sumisión de la mujer, se ha dado mal uso a la Palabra aun dentro de la misma iglesia. Presentan la sumisión como sinónimo de desprecio, desvalorización y esclavitud de la mujer, y no es así.

Cultiven entre ustedes la mutua sumisión, en el temor de Dios. (Efesios 5:21)

Para empezar, como miembros del cuerpo de Cristo tenemos que estar sujetos a Dios, porque Él es mayor que todo, es el líder y el que sabe cómo dirigirnos. Estamos bajo su mando y le obedecemos por amor. Estar en mutua sumisión es decir: Ninguno trate de controlar al otro.

Anhelo y oro que al leer conmigo esta porción de la Escritura y al compartir contigo este devocional, nuestro dulce Dios hable a ti de la manera tierna con que me ayudó a entender el mensaje.

Ustedes, las casadas, honren a sus propios esposos, como honran al Señor (Efesios 5:22)

Nos habla a ti y a mí. “Honren a sus propios esposos”, “estén sujetas a sus propios maridos”. No quiere decir que estemos por debajo de ellos, sobajadas, sin valor o pisoteadas; eso no dice la Palabra. Nos instruye a honrarlos, a estar sujetas a ellos porque es una forma de darle honra a Dios.

Es reaccionar con ellos de la manera en que lo hacemos con Dios, no porque ellos sean superiores a nosotras, sino porque eso le agrada al Señor. No porque tengan más valor que nosotras, sino porque es una manera de amar a Dios.

Honramos a nuestro propio esposo, no al vecino, no al maestro, no al esposo de nuestra amiga. ¿Qué tanta demostración de amor le damos?  Mira lo que continúa diciendo el pasaje: Porque el esposo es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, La cual es su cuerpo, y él es su Salvador. (Efesios 5:23)

Cuando leí esto con la mirada “feminista” que tenía, no me gustó. Con el paso del tiempo y entendiendo un poco más el corazón de Dios, agradecí el lugar que me dio. ¿Te imaginas la gran responsabilidad que le ha dado al varón? Es una cuestión de orden, un acto de amor y de cuidado a nosotras de parte de Dios. ¿Cuánto nos amará que nos ha dado el lugar para ser cuidadas y protegidas?

Quiero explicarme un poco más. Decir que Cristo es la cabeza del varón, es que nuestro esposo es directamente responsable de quien tiene a su cargo, en este caso, nosotras, su esposa, después sus hijos.

La sumisión es un acto de amor. Es aceptar el lugar que tenemos, el lugar que se nos ha dado por Aquél que amamos y nos ama. Si en esa relación de sumisión lo hacemos por obligación y no por amor, la sumisión ya no tiene valor.

Cristo es el Salvador de su iglesia; la cuida, la guarda, la protege, vela por ella, la ama, la dignifica, le ayuda a florecer… Porque el esposo es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia… es una forma de exigirle al varón (de parte de Dios) que actúe de la misma forma con nosotras. Es una mutua sumisión, aceptar el lugar que tenemos, dar lo mejor de nosotras para cumplir con lo que Dios pide, por amor a Él y florecer juntos.

Si leemos detenidamente estos 3 versículos, podemos ver que a nosotras se nos pide que honremos el lugar del varón ¡y ya! El mandato mayor, o la mayor responsabilidad es de parte de ellos. Por eso mujer, ¡gracias Padre, porque cuidas de nosotras y nos amas!  Porque es el lugar que nos ha dado para ser protegidas.

Nos repite el Señor: “Así como la iglesia honra a Cristo, así también las casadas deben honrar a sus esposos en todo.” (Efesios 5:24) ¿Qué hacemos como iglesia hacia Cristo? Lo amamos, damos lo mejor de nosotras para Él, esperamos su regreso, guardamos sus mandamientos.

¿Qué tanta honra le damos a nuestro esposo? Una pregunta que retumba mi mente ahora mismo es ¿El trato que doy a mi esposo es mejor, igual o peor que cuando recién nos casamos? ¿Lo he honrado desde el primer día, hasta hoy? Eso es lo que Dios nos pide, honra. Y amiga, en ocasiones honramos más a desconocidos que a aquél que es nuestra carne. 2 versículos que se resumen a una palabra dada a la mujer. Honra, honra al varón que nos ama. Y 8 versículos con diferentes mandatos al varón.

Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia, Y se entregó a sí mismo por ella. (Efesios 5:25)

¿Qué tan grande amor es este, que Dios lo compara con la relación de Cristo con su iglesia? Es un mandato al varón: Amen a sus esposas como Cristo a su iglesia. Se entregó por ella “para santificarla. Él la purificó en el lavamiento del agua por la palabra” (Efesios 5:26) ¿Qué tanto nos dignifica nuestro varón? Ellos necesitan entender que su mujer florece a su lado, que su cuidado, paciencia, amor y dedicación nos fortalece y crecemos.

Cristo se dio por su iglesia, la santificó, es decir, la separó para Él, la purifica con su Palabra, la cuida, la ama “a fin de presentársela a sí mismo como una iglesia gloriosa, santa e intachable, sin mancha ni arruga ni nada semejante.” (Efesios 5:27).

Nuestro esposo, que ha sido instruido a amarnos de la misma forma, necesita comprender que cada día hay acciones que realizar para dignificarnos como esposa.

Para florecer y reflejar la luz y el amor de Cristo en nuestro matrimonio, él necesita indudablemente ser guiado por el Espíritu Santo a través de la Palabra y la oración para saber someterse a Cristo.

Nuestro matrimonio necesita estar lleno del Espíritu Santo. De reconocer que somos uno. “Así también los esposos deben amar a sus esposas como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa, se ama a sí mismo.” (Efesios 5:28)

Amarnos como a su propio cuerpo. El matrimonio, la relación marital nos convierte a nosotras en alguien tan unida al varón, que nos hacemos uno; es como si fuéramos el mismo cuerpo. Cuando el varón ha entendido el papel que le ha sido dado por Dios, él ha de amarnos tan fuertemente como a su propio cuerpo, pues “Nadie ha odiado jamás a su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida, como lo hace Cristo con la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos”.  (Efesios 5:29-30).

Esto implica todo el cuidado que necesita un cuerpo. Alimento, cuidar su salud, descanso, amor, vivificarlo, etc. Ese tipo de cuidado lo recibimos cuando nuestro esposo reconoce y acepta su lugar y responsabilidad como esposo.

Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, Y los dos serán un solo ser. (Efesios 5:31)

Un solo ser, para edificarse, amarse, vivir de acuerdo con el diseño original para el matrimonio. Siendo el compañero ideal uno al otro, sometiéndose mutuamente y creciendo juntos. Dejar todo lo que conlleva una vida solos, para decidir vivir unidos y ser un solo ser. Amándonos, dando todo el uno por el otro.

¿Lista para vivir en sujeción?

Karla de Fernández es hija y sierva de Dios por gracia. Esposa y madre. Blogger en www.soymujerdevalor.com desde donde comparte con las mujeres su pasión por la Palabra de Dios, con el fin de saborear y atesorar la belleza del Evangelio en nuestro diario vivir.

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