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Muchas veces nos olvidamos que estamos en medio de una guerra continua y que esta tierra no es nuestra patria. Corremos como si el sentido de toda nuestra vida estuviera plenamente enfocado solo en este tiempo, cuando nuestros días aquí en la tierra son solo un paso a la eternidad.

No te relajes, estamos en guerra constante. Mira lo que dice Gálatas 5:17: “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis”.

Como cristianas y ciudadanas de una patria celestial, combatimos permanentemente con enemigos que atacan sin descanso nuestra integridad y enfoque en nuestro reino.
Veremos algunos de ellos:

Lucha física
El cansancio y sus argumentos:
• No puedo hacerlo.
• No puedo levantarme temprano.
• No puedo ir a la iglesia.
• No puedo hacer mis tareas o cumplir con mis compromisos.

El cansancio viene a debilitarnos con todos estos argumentos, pero mientras él dice no puedo, la Palabra dice: “En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor;(Romanos 12:11)

Comprender la fidelidad es solo el primer paso. La pregunta es: ¿Estamos dispuestas a aplicar la fidelidad en nuestras vidas? Hermana, la fe consiste en creerle a aquel que nos ha dado la tarea y hacer nuestro trabajo sirviéndole a Él.

Lucha mental
La pereza y sus argumentos:
• No tengo ganas de hacerlo.
• No quiero limpiar.
• No quiero cocinar.
• No quiero participar en ninguna tarea en la iglesia.
• No quiero disciplinar a mis hijos.
• No quiero estudiar la Palabra.
Mientras la pereza dice “no quiero hacerlo ahora”, la Palabra de Dios nos dice que pongamos la perspectiva en las cosas eternas.

“Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Colosenses 3:2).

Dios nos instruye a cambiar nuestra mirada. “No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas. (2 Corintios 4:18)

Lucha con la disciplina
La postergación y sus argumentos:
• No es necesaria la urgencia de hacerlo ya.
• Da lo mismo, total, ya lo voy a hacer.
• Nadie es tan disciplinado, ¿Por qué tengo yo que serlo?

Proverbios 13:4 “El alma del perezoso desea y nada alcanza; Más el alma del diligente
será prosperada”.

Hazlo …..sencillamente hazlo… y hazlo ahora mismo!!!

Ten en cuenta que un día nuestras obras serán probadas y que si anhelamos recibir una recompensa para su gloria (1 Corintios 3:10; Colosenses 3:23-25), es hoy cuando debemos trabajar.

Lucha con la indiferencia
• No importa ser una buena hija.
• No importa ser una buena madre.
• No importa ser una buena esposa.
• No importa llegar tarde al culto o reunión de la iglesia.
• No importa leer la Biblia.
• No importa que hoy no ore.

La apatía es otro problema cuando queremos ser fiel a Dios. La apatía le quita la verdadera importancia a las cosas.
Pero tenemos el hermoso ejemplo en Cristo, a quien decimos seguir, imitar y vivir para
Él.
Marcos 10:45: “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y
para dar su vida en rescate por muchos”.

Debemos recordar que la fidelidad de Jesús logró nuestra salvación. Cuánto necesitamos cultivar el fruto de la fidelidad a Dios cada día y salir de esta apatía.

Tienes que postrarte a los pies de Jesús y pedirle a Dios como le pidió David, en el Salmo 139:23,24:

“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;
Pruébame y conoce mis pensamientos;
Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno”.

Luchemos cada día para salir aprobadas y ser halladas fieles en las tareas que Dios nos ha encomendado y que nuestra vida refleje el amor hacia nuestro Salvador.

Por último veamos un ejemplo en Abraham, de fidelidad y fe en la promesa:
Romanos 4:18-22 “Él creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia.
Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara.
Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido; por lo cual también su fe le fue contada por justicia”.

Puede ser que te esté costando obedecer a Dios por tu lejanía a Él, quizás has puesto tus intereses en cosas de este mundo y lo que antes te impulsaba a ser fiel, ahora no te activa, perdiste aquella pasión. Vuelve a luchar por un reino eterno.

Verónica Rodas es esposa del pastor Luis Rodas. Madre de Cintia (17) y Zoé (6). Juntos sirven al Señor en Córdoba, Argentina. Su anhelo es mostrarle a la mujer lo deleitoso y hermoso que es ser discípula de Cristo.

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