Skip to main content

Así alumbre vuestra luz delante de los hombres,
para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen
a vuestro Padre que está en los cielos.
MAT EO 5:16

Cuando Matías era un niño pequeño, le decían que sus ojos lo meterían en muchos problemas. Era un cumplido, claro, pero era algo que le causaba algo de timidez. Incluso su esposa admitía que había algo en sus ojos que lo hacía sobresalir. Sus ojos eran grises, pero tenían tal brillantez que muchos pensaban que eran plateados. Los hombres se impactaban y las mujeres se embelesaban cada vez que hacía contacto visual con ellos. Por esto, Matías se había vuelto algo introvertido con los años.

En su adultez, Matías desarrolló un temor subconsciente sobre sus ojos; le preocupaba que la única razón por la que las personas se interesaban en él fuera por su característica llamativa. Después de años de suponer esto, finalmente se acercó a su esposa y le habló sobre la inseguridad que sentía a causa de sus ojos. Incluso se preguntaba si se habrían casado de no ser por sus ojos. Su esposa se rio amorosamente por su autodesprecio. Ella le preguntó dónde se habían conocido. Él le respondió que se conocieron en un campamento.

«¿Qué estabas haciendo cuando te conocí?», ella le preguntó.
«Estaba jugando con mi hermano menor», respondió.

«Me enamoré de ti porque vi lo tierno y amoroso que eras con otros. Te observé por unos días después de eso desde la distancia. Estábamos demasiado lejos para que yo pudiera ver tus ojos. Lo que amo de ti es cómo amas a los demás. Podrías tener los ojos más comunes y aun así me habría impactado la manera en la que amas».

Muchas veces nos preguntamos qué es lo que Dios ha hecho en nosotros que nos hace especiales. No nos tomamos el tiempo de pensar que lo especial en nosotros no necesariamente puede verse como un rasgo físico. Muchas veces lo que nos hace en verdad especiales se encuentra en cómo interactuamos con otros. Dios nos ha hecho a cada uno de nosotros especiales en nuestra propia manera; y, para ser completamente franca, lo que nos hace en realidad llamativos no tiene nada que ver con cómo nos vemos, sino con cómo amamos. Dios no nos creó de una manera tan superficial que solo podamos ser conocidos por nuestra apariencia. Dios nos hizo para amarlo y para amar a los de nuestro alrededor. De qué maneras hacemos eso es lo que nos da el tipo de características llamativas que apuntan a Dios y a Su gloria.

SEÑOR, SÉ QUE TE HAS TOMADO EL TIEMPO DE
HACERME ÚNICA. ME LLENO DE GOZO EN SABER
QUE LO QUE ME HACE ESPECIAL NO ES SOLAMENTE
LA FORMA EN LA QUE ME VEO, SINO MÁS BIEN
CÓMO ME HAS LLAMADO A AMAR. AMÉN.


Un devocional de 100 días de gozo (B&H Español)

2 Comments

Leave a Reply

Hit enter to search or ESC to close