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LA PALABRA DE DIOS ES NUESTRA PORCIÓN

March 3, 2023 By lifewaymujeres Leave a Comment

BEV CHAO BERRUS

Marta recibió a Jesús en su hogar, pero mientras estaba con Él, se encontraba «abrumada», «inquieta» y «preocupada» (Luc. 10:38‑42). Su hermana María estaba sentada a los pies de Jesús, y escuchaba con devoción cómo enseñaba. En ese momento, se presentó una exigencia, pero no vino de parte de Cristo (Luc. 10:40):

Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sirviendo sola? ¡Dile que me ayude!

¿Qué le respondió la segunda Persona de la Trinidad, el Rey del mundo, el primogénito de toda la creación, el cual en ese mismo momento estaba reclinado en el suelo de la sala de Marta?

… sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte (v. 42, RVR1960).

Para María, Jesús era su buena parte, su porción, y atesoraba cada palabra que salía de Su boca. Él contaba con su corazón y su atención absoluta. Tenía la única cosa «necesaria», porque lo tenía a Él. Sin un amor por Cristo que fluye en amor a los demás, todo el servicio cristiano del mundo no es nada, tal como reconoció Pablo (1 Cor. 13:1‑3).

Entonces, ¿cómo sería elegir a Cristo de esta manera, como nuestra buena parte?

En el Salmo 119, vemos que una relación con el Señor es fundamental para obedecerle con fidelidad. Al hijo de Dios lo cautivan Sus leyes y Sus mandamientos porque revelan cómo es Él. Aquellos que han sido sustentados por Sus palabras las encuentran más dulces que la miel (v. 103), así que acuden a ellas para hallar alimento y satisfacción.

EL SEÑOR ES MI PORCIÓN

Mucho antes de que Jesús hablara con Su amada amiga Marta, otro amigo muy amado escribió:

Mi porción es Jehová (v. 57a, RVR1960).

Literalmente, dice: «Tú eres mi porción, Señor». Es una frase selecta de muchos poetas de la Biblia (por ejemplo: Lam. 3:24; Sal. 142:5; 16:5). Aquí, el escritor le declara a Jehová, el Dios de pactos: TÚ eres mi buena parte, mi herencia, mi porción.

Recuerda que nuestro salmista era un israelita y que Israel había tenido una historia larga y turbulenta respecto a la tierra prometida. Era un ciclo de tener, perder, repetir. Poseer una porción o una parcela de tierra era sumamente importante. Pero lo que está diciendo el salmista, en esencia, es: Preferiría poseerte a ti, Señor, que a cualquier otra cosa sobre la tierra. Y si no tengo nada más en esta tierra, mi copa igual desborda, porque eres mi porción plena.

En un sentido sumamente real, lo que tenemos nos define. Esto es un problema si lo único que tenemos son cosas temporales: «¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida?» (Mat. 16:26). Sin embargo, para aquellos que tienen en el Dios eterno su porción plena, es una verdadera ganancia y la mayor bendición que los definan por lo que tienen.

En todo el mundo, el pueblo redimido de Dios se regocija en Él como su mayor tesoro. Mi amiga Joanna, que creció en Dubái, me mostró una vez una fotografía hermosa de coloridas flores en su momento más bello de floración. Debajo de la foto, había escrito: «Dios hizo estas flores tan hermosas; ellas son de Él y Él es mío».

Yo soy de Él y Él es mío. ¿Te regocijas en Dios como tu mayor tesoro? ¿Las palabras del salmista expresan cómo te sientes respecto al Señor hoy? Si estás unida a Cristo por arrepentimiento y fe, ¡alábalo ahora, mientras lees esto! Él es tu porción, es digno de tu afecto y de tu disfrute. Cualquier tesoro terrenal palidece en comparación con tu Señor.

LA PROMESA DEL SEÑOR

Prometo obedecer tus palabras. De todo corazón busco tu rostro; compadécete de mí conforme a tu promesa (vv. 57‑58).

Con el Señor como su porción, el salmista promete obedecer las palabras de Dios. Lo declara repetidas veces (vv. 8,32,35,44). Sin embargo, ¿qué esperanza puede tener un pecador de obedecer las palabras de Dios? El teólogo y pastor Ligon Duncan explica cómo funciona la obediencia en la vida del creyente:

La gracia siempre precede a la ley. La ley no es la manera de obtener gracia. La gracia es lo que te permite ser lo que fuiste creado para ser […] aquello para lo cual Dios te creó […] para lo cual Dios te redimió. ¿Y cómo sería eso en la práctica? La ley. 1

Sin la gracia propicia de Dios, el salmista no puede vivir como Dios quiere y nosotras tampoco. Incluso la inclinación de amar la Palabra de Dios viene por gracia (vv. 36,112).

Entonces, el salmista ruega de todo corazón hallar gracia y se apoya en la promesa de Dios (v. 58). En todo el Salmo 119, la promesa se describe como salvífica (v. 123), vivificante (v. 50), reconfortante (v. 82), compasiva (v. 58), inagotablemente llena de amor (v. 76) y digna de nuestra esperanza (v. 116). El salmista declara: «Mis ojos se esfuerzan por ver tu rescate, por ver la verdad de tu promesa cumplida» (v. 123, NTV).

¿Cuál es esta promesa justa que nos trae la gracia propicia de Dios? Es «la promesa hecha a nuestros antepasados. Dios nos la ha cumplido plenamente a nosotros, los descendientes de ellos, al resucitar a Jesús» (Hech. 13:32‑33a). Jesucristo murió por los pecadores y fue resucitado al tercer día. Esta fue la promesa dada a Abraham y a sus descendientes, profetizada en la Escritura y cumplida al final en Cristo.

Esta promesa es nuestra única esperanza en la vida y en la muerte. Es favor y gracia de Dios. Esta promesa nos permite obedecer las palabras de Dios, y garantiza nuestro perdón cuando no lo hacemos. Es una promesa que se encuentra en la raíz de nuestro fruto. Aunque ya lo sabemos, tenemos que orar por esto cada día, tal como hacía el salmista: Oh, Señor, compadécete de mí conforme a tu promesa, para que pueda obedecer tus palabras.

CONSIDERA NUESTROS CAMINOS

Me he puesto a pensar en mis caminos, y he orientado mis pasos hacia tus estatutos. Me doy prisa, no tardo nada para cumplir tus mandamientos (vv. 59‑60).

Joven o anciana, rica o pobre, occidental u oriental, la naturaleza humana prefiere la distracción antes que la reflexión personal. Pero el salmista declara: «Me he puesto a pensar en mis caminos». No dice: «Si me pusiera a pensar…». Esta era su práctica normal. Ya no era esclavo del pecado sino que la justicia lo había cautivado, así que podía considerar su vida sin temor ni culpa.

Él no pensaba en sus caminos por su cuenta. A lo largo de este salmo, comparte sus reflexiones con el pueblo de Dios. Es una progresión natural, ya que deleitarse en Dios produce un deseo de declarar Su carácter y exhortar a otros a guardar Sus mandamientos. A medida que medita en los caminos de Dios, orienta sus pasos a los estatutos del Señor (v. 59). Hace un cambio de rumbo. Es una manera poética de decir que los redimidos producen frutos que demuestran arrepentimiento.

Tenía doce años la primera vez que vi a alguien hacer esto. Mis padres chinos nos criaron para adorar ídolos y ancestros. Teníamos imágenes talladas por toda la casa. Sacrificábamos alimentos y «dinero eterno» a miembros muertos de la familia, con la esperanza de que nos bendijeran. Había reglas: «Los ídolos no se tocan; no se juega con los ídolos».

Un día, vi cómo mi papá llevaba a nuestro Buda tallado en madera, de casi un metro de alto (tres pies), al patio trasero. Tomó un hacha y empezó a cortarlo en pedazos frente a nosotros. Primero, voló la cabeza, después los miembros… hasta que lo único que quedaba era una pila de madera. Para mí, fue un ejemplo claro de cómo el evangelio exige que rechacemos y destruyamos los ídolos. Ahora, el Señor era la porción de mi papá. Poco después de aquel día, el Señor se transformó en mi porción también.

Con los pies orientados hacia los estatutos de Dios, el salmista se apura a cumplir Sus mandamientos sin demora. Orientarse, o arrepentirse, debería ser algo que hagamos todos los días. Esto es la vida cristiana. Jesús dijo: «Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos» (Juan 14:15). El evangelista Oswald Chambers escribió: «Si dudo, es porque amo a alguien a quien he puesto a competir con Él; concretamente, a mí» (The Golden Book of Oswald Chambers: My Utmost for His Highest [El libro dorado de Oswald Chambers: En pos de lo supremo]). Cuando te sientas cansada de obedecer, acude a la Escritura y mira la cruz, la culminación de todos los atributos maravillosos de Dios a plena vista. Confía en Su fortaleza para obedecer sin demora.

LOS IMPÍOS Y LOS JUSTOS

Aunque los lazos de los impíos me aprisionan, yo no me olvido de tu ley. A medianoche me levanto a darte gracias por tus rectos juicios. Soy amigo de todos los que te honran, de todos los que observan tus preceptos (vv. 61‑63).

Aunque los impíos se confabulan contra el siervo de Dios (vv. 23,51), el salmista no olvida la ley de Dios. Aun mientras los impíos lo rodean, él descansa en saber que Dios lo guarda. Lo peor que los impíos pueden hacer es apenas una «leve tribulación momentánea», que prepara a los hijos de Dios para un «eterno peso de gloria» que es incomparable (2 Cor. 4:17, RVR1960).

Debido a esto, ¡el salmista se levantaba a alabar al Señor en medio de la noche! (Sal. 119:62,148). Como alguien que se encuentra en la época de alimentar a un bebé en medio de la noche, no puedo decir que alabar al Señor sea mi primer instinto cuando me despierto. Tal como le sucedía al salmista, el amor de Jesús por el Padre lo mantenía despierto tarde por la noche en oración (Mat. 14:23‑25; 26:43‑45).

Matthew Henry, un pastor del siglo XVII, escribió:

Sintámonos avergonzados de que otros están más dispuestos a mantenerse despiertos para dedicar tiempo a placeres pecaminosos de lo que nosotros lo estamos para alabar a Dios.

No hay mejor razón para estar levantado en medio de la noche que alabar al Señor, y hay pocas motivaciones más grandes para adorarlo de esta manera que las reglas justas de Dios.

Los amigos del salmista, a diferencia de los impíos, temen a Dios y guardan Sus mandamientos. El salmista es amigo de todos los que honran a Dios. ¿Cómo son tus amigos? ¿Eres amiga de personas que se parecen a ti, que tienen la misma educación que tú, que crían a sus hijos al igual que tú o que tienen una personalidad similar a la tuya? ¿O eres amiga de aquellos que temen al Señor como tú, y que lo buscan de día y de noche?

Dubái es una ciudad donde la clase de pasaporte que tienes determina la manera en que se te trata, y las personas que se asocian contigo. Mientras vivíamos allí, solíamos salir a comer y tener reuniones de discipulado con nuestra familia de la iglesia, conformada por personas de todo el mundo. La pregunta inevitable era: «¿Cómo se conocieron todos? ¿Por qué parece que son tan cercanos?». El amor de familia que teníamos unos por otros cautivaba al mundo que nos miraba porque no había ninguna razón aparente para nuestra asociación —ni hablar de la comunión— aparte de Cristo.

Hermanas, ¿comparten su vida con otras mujeres del mundo o las evitan si no se parecen a ustedes en otras cuestiones? La Palabra de Dios no solo nos recomienda que estemos en relaciones de discipulado, sino que da por sentado que así será. A veces, puede ser incómodo y hace falta esfuerzo y vulnerabilidad, pero vale la pena, a medida que nos animamos unos a otros en el pueblo de Dios a obedecer Sus preceptos.

EL GRAN AMOR DE DIOS REVELADO

Enséñame, Señor, tus decretos; ¡la tierra está llena de tu gran amor! (v. 64).

El gran amor inamovible de Dios llena la tierra. No te olvides de que este mundo es un lugar que merece Su ira justa (y sí, también es un lugar donde podemos ver Su ira; ver Rom. 1:18). No obstante, es un lugar lleno de Su gran amor. Algo extraño pero maravilloso es que podemos ver el amor de Dios al habernos entregado Sus leyes. Solemos pensar que, si Dios nos ama, lo comprobaremos mediante la afirmación de nuestros deseos y la eliminación de las leyes (en particular, de aquellas que nos impiden actuar conforme a nuestros deseos). En cambio, en Su amor, Él desea lo mejor para nosotras y nos lo muestra, y después, inclina nuestro corazón a desear guardar más de Sus estatutos.

De ahí fluye nuestro servicio. Tal vez, a veces sintamos una tensión entre lo que hacemos y el porqué de lo que hacemos. A Dios le interesa tanto el «porqué» como el «qué» del bien que buscamos hacer. Desea que tengamos una devoción absoluta por Su Palabra y en nuestro servicio a Él; que seamos íntegras en nuestro amor por Él, para que lo sirvamos con alegría. El salmista y María lo sabían: una sola cosa es necesaria. Ellos eligieron la buena parte. Se deleitaban en la Palabra de Dios, descansaban en ella, acudían a ella, la obedecían, la alababan y la anhelaban. Todo lo demás, incluso su servicio obediente, fluía de esto.

¿Te deleitas en el Señor como tu porción? No importa cuál sea tu circunstancia o en dónde sientas hoy una falta, nadie puede robarte tu posesión más grande. Tienes todo porque lo tienes a Él. La gracia de Dios ciertamente se hizo manifiesta. El Salvador se entregó para rescatarnos de toda maldad, purificando para sí a un pueblo elegido, dedicado a hacer el bien (Tito 2:11‑14). Él es nuestro y somos de Él. Que aprendamos a vivir lo que declaró otro salmista:

¿A quién tengo en el cielo sino a ti? Si estoy contigo, ya nada quiero en la tierra. Podrán desfallecer mi cuerpo y mi espíritu, pero Dios fortalece mi corazón; él es mi herencia eterna (Sal. 73:25‑26).


Devocional de Sus testimonios, mi porción (B&H Español)

Orar por alguien es amarlo

March 1, 2023 By lifewaymujeres Leave a Comment

Liliana González de Benítez 

¿Quieres amar a las personas como Dios manda? Ora por ellas con perseverancia. Cuando oramos por alguien cumplimos el bondadoso mandato de amar a otro como a nosotras mismas (Mat. 22:39). La oración es la herencia de las hijas de Dios, de aquellas que hemos puesto nuestra confianza en Jesús y estamos convencidas de que Él oye y responde nuestras súplicas. 

En el capítulo 12 del libro de Hechos encontramos una historia asombrosa sobre el poder de la oración. El rey Herodes arrestó a Pedro, lo echó en la cárcel y puso cuatros grupos de soldados para vigilarlo día y noche, porque tenía la intención de juzgarlo en público. De modo que la noche antes del juicio, Pedro dormía encadenado entre dos soldados, mientras otros dos vigilaban la entrada de la celda.  

Las circunstancias de Pedro eran desesperadas, pero la iglesia oraba por él sin desfallecer. De cierta manera, podemos intuir cómo se sentía el apóstol, pues nosotras también hemos estado encadenadas a situaciones difíciles de soportar. Por eso sabemos cuán necesarias son las oraciones de nuestros hermanos en Cristo. 

Las súplicas de una iglesia unida son poderosas. Ya sabemos lo que sucedió con Pedro, los creyentes oraron y un ángel se presentó en la cárcel, llenó la celda de luz, y despertó al apóstol diciendo: «Levántate pronto». Al instante las cadenas cayeron de sus manos (Hech. 12:7).  

Nuestras oraciones producen milagros, pero no porque tengan el poder de persuadir a Dios para que haga lo que le pedimos, sino porque al hacerlo nos ayudamos mutuamente a llevar nuestras cargas, y así cumplimos la ley de Cristo (Gál. 6:2).  

Esa misma noche, Pedro se presentó en la casa donde la iglesia oraba por él. Cuando sus hermanos lo vieron libre, no podían creerlo. La Biblia dice que estaban atónitos. ¿Y cómo no? ¡Dios respondió a sus oraciones de manera milagrosa! ¿¡Puedes imaginar la fiesta que se armó!? Estoy segura de que la iglesia alabó a Dios con cantos e himnos espirituales hasta el amanecer.  

En la Biblia hay numerosas historias que narran cómo Dios ha salvado a Sus hijos de situaciones trágicas. Cada suceso nos recuerda el amor sacrificial de nuestro glorioso Salvador Jesucristo y nuestra gran necesidad de orar los unos por los otros. 

Dios quiere ver a Su iglesia orando mediante el poder del Espíritu Santo con perseverancia y súplica (Ef. 6:18). Así funcionan las cosas en el reino de los cielos; nosotras oramos y Dios obra de acuerdo con Su soberana voluntad. La oración por el prójimo requiere persistencia y amor sincero (Mar. 16:14). 

He aquí cinco promesas para nunca dejar de orar los unos por los otros: 

  • Dios está cerca cuando lo llamamos con sinceridad. «El SEÑOR está cerca de todos los que le invocan, de todos los que le invocan en verdad» (Sal. 145:18, NBLA). 
  • Dios oye nuestro clamor y nos rescata. «Invócame en el día de la angustia; yo te libraré, y tú me honrarás» (Sal. 50:15, LBLA). 
  • Dios siempre ofrece una salida en medio de las pruebas. «No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar» (1 Cor. 10:13, RVR60). 
  • Dios nos da descanso. «Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar» (Mat. 11:28, NBLA). 
  • Dios guarda nuestras almas hasta el día final. «Y a Aquel que es poderoso para guardarlos a ustedes sin caída y para presentarlos sin mancha en presencia de Su gloria con gran alegría» (Jud. 1:24, NBLA). 

Oración: 

Señor, pon una deuda de amor en nuestros corazones para que oremos con más perseverancia los unos por los otros. Pues Tú demostraste en la cruz que «nadie tiene un amor mayor que este: que uno dé su vida por sus amigos» (Juan 15:13). 

Liliana González de Benítez es periodista y escritora cristiana. Su mayor gozo es proclamar la Palabra de Dios. Dirige el estudio bíblico de las mujeres en su iglesia y es autora del libro Dolorosa Bendición. Nacida en Venezuela. Vive en los Estados Unidos con su esposo y su hija. Puedes seguirla en sus redes sociales: Facebook, Instagram y en su blog. 

Plan de Oración Familiar [Marzo]

March 1, 2023 By lifewaymujeres 2 Comments

Comencemos este mes de marzo juntas, en Lifeway Mujeres anhelamos que sea un mes para crecer en tu vida de oración, no solo de forma personal, sino también junto a tu familia. La forma es muy fácil, y te lo explicaremos en tres sencillos pasos:

  1. Lee el pasaje señalado diariamente.
  2. Medita en él o dialoga sobre su contenido con tu familia. En ocasiones te ayudaremos con preguntas que puedes plantear.
  3. Ora con la dirección que el texto te dé, que sea la Escritura la que nutra tus palabras hacia Dios

HAZ CLIC AQUÍ PARA DESCARGAR EL PLAN DE ORACIÓN FAMILIAR

NOS DIO LIBERTAD

February 27, 2023 By lifewaymujeres Leave a Comment

Cathy Scheraldi de Núñez

«Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer
túnicas de pieles, y los vistió»
(GÉN. 3:21).

Justo con la caída, Dios, en Su misericordia, anunció al hombre que, aunque sus acciones dañaron la tierra creada en perfección y sería maldita por el pecado, mandaría a alguien que dominaría a aquel príncipe que esclavizaría a todos. Muchos piensan que nuestro Dios cambió Su plan, pero la realidad es que un Dios soberano, omnisciente y perfecto no puede cambiar y Él demostró Su plan al sacrificar a un animal para cubrir la desnudez de Adán y Eva. Desde antes de la fundación del mundo Él sabía lo que iba a pasar y por eso eligió a Su pueblo antes de la caída (Ef. 2:10). Él, que es Todopoderoso y tiene el control soberano, dejó pasar lo que planeó y permitió desde el principio, porque sin la caída del hombre no habría existido la necesidad de la salvación.

Fue Dios mismo quien sacrificó el primer animal para cubrir los pecados del hombre, pero el sacrificio de Jesucristo no los cubriría, sino que los quitaría. Esta persona que dominaría al príncipe de las tinieblas es el mismo Jesucristo. ¡El único que ha vivido una vida perfecta y capaz de aplacar la ira de Dios! Aunque hay cosas de este lado de la gloria que nunca entenderemos por tener mentes finitas, sin embargo, especulamos que, de no ser por todo lo que acontece en esta tierra, no podríamos entender la profundidad de la maldad en nuestros corazones, ni la profundidad del amor y la sabiduría del Señor si viviéramos en un mundo donde todo es siempre perfecto.

Todo tiene un propósito. Aquel que creó todo y orquesta todo ofreció venir a la tierra para vivir la vida que era imposible para nosotros con el propósito de quebrar la pena y el poder del pecado. «Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, […] se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, […] se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz» (Fil. 2:5‑8). Su muerte y resurrección pagaron nuestra deuda y Su justicia fue transferida hacia nosotros; ¡un intercambio glorioso (Ef. 1:4)!

Y si eso no fue suficiente, al aceptarlo como Salvador y Señor, el Espíritu Santo viene a morar en nuestro corazón y nos cambia de ser esclavizados al pecado a ser siervos («esclavos» en griego) de Cristo. En vez de tener un amo que vino para matar y destruir, tenemos un amo que vino para darnos vida en abundancia (Juan 10:10). Un amo que nos amó tanto que dejó Su gloria para caminar entre pecadores y fue rechazado, humillado, torturado y dio Su vida como el animal sacrificado en Génesis para que tú y yo entráramos en la gloria. ¿Cuál debe ser nuestra respuesta? Aquel que rindió todo por nosotros, ¿no merece que vivamos para Él? ¡Claro que sí! Pero para hacer esto se requiere obediencia a Su Palabra, dejar el viejo yo y vestirse del nuevo, morir a uno mismo y a nuestros deseos para vivir para Él. Se requiere tener como única meta para nuestras vidas glorificar a aquel que se sacrificó para darnos paso a la gloria.


Un devocional de Un año con Jesús (B&H Español)

EL CONSUELO DE LA PALABRA

February 24, 2023 By lifewaymujeres Leave a Comment

ELODIE QUETANT

¿Alguna vez perdiste la confianza en Dios? Yo sí. Sentí como si un globo se desinflara rápidamente en mi pecho. Mientras intentaba con desesperación encontrar algún pasaje bíblico en mi mente que me diera esperanza, el nivel de aire de mi fe se agotaba y de repente fue demasiado tarde… mi corazón decidió culpar a Dios. Nunca antes me había pasado esto. Incluso en medio de las peores circunstancias de la vida, había tenido fe en que Dios me veía y me escuchaba.

Esta vez no.

Muchas veces escuché a otros que habían caído en este pozo y de alguna manera sabía que no saldría ilesa el día en que la incredulidad viniera a buscarme. Sin embargo, mi fe en el cuidado de Dios no se desvaneció en medio de las ruinas de uno de mis sueños joviales, como siempre había imaginado. No. Decidió abandonarme en medio de una noche invernal, mientras miraba a mi madre calcular mentalmente cuánto tiempo tenía antes de que le quitaran el auto.

Y como una madre que intenta agarrar a su hijito antes de que se dispare corriendo, yo me aferré a los últimos vestigios de mi fe y balbuceé una palabra de ánimo. «Todo estará bien, mamá; tan solo ora». No estaba del todo convencida de que la oración ayudaría, pero razoné que sería más fácil sobrevivir a mi propia desconfianza que a la de mi mamá.

Ser criada por una madre soltera tiene sus desafíos. A menudo, es una crianza caracterizada por faltas: falta de comida, falta de ropa. Y esta era tan solo otra instancia de no tener lo suficiente. Recién cuando fui a caminar un poco, recordé las palabras de mi precioso Señor: «No se preocupen por su vida» (Mat. 6:25). Este recordatorio fue como un bálsamo para una herida. A continuación, los versículos 31‑32 vinieron a mi rescate: «Así que no se preocupen diciendo: “¿Qué comeremos?” o “¿Qué beberemos?” o “¿Con qué nos vestiremos?” […] el Padre celestial sabe que ustedes las necesitan. Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas». Esto me recordó que Dios sí me ve y tiene en cuenta todas mis necesidades. Esta palabra me reconfortó y avivó mi fe durante meses.

SU MANO FUERTE

Recuerdo esa vez en mi vida cuando leí las palabras del salmista en el Salmo 119:49:

Acuérdate de la palabra que diste a este siervo tuyo, palabra con la que me infundiste esperanza.

La esperanza firme de David estaba en aquello que Dios le aseguraba. Como Dios mismo era el que prometía, David podía proclamar con audacia: Tú lo dijiste, Señor. Ahora, acuérdate de mí. Si Dios lo había dicho, entonces estaba garantizado.

En los momentos en que nos sentimos invisibles, podemos contrarrestar esos sentimientos volátiles que nos dicen que no importamos con la verdad de que Dios jamás nos dejará ni nos abandonará (Heb. 13:5). Cuando las desilusiones de la vida nos agobian, podemos recordar que Dios es el que levanta nuestra cabeza (Sal. 3:3). Cuando sentimos que vamos por la vida solas, podemos saber que Dios es quien nos ayuda (Isa. 41:10).

Dios también nos da esperanza en Su Palabra. Sabe que podemos contar con Él, y con amor amarra nuestro corazón a Sus promesas.

La esperanza frustrada aflige al corazón (Prov. 13:12), pero el Señor renueva nuestra esperanza y la cumple con gracia. Elige alguna promesa de Dios y aférrate a ella con todo tu ser, sabiendo que, a medida que lo hagas, Sus manos fortalecerán las tuyas.

La Palabra reconfortante de Dios no solo produce esperanza, sino que también trae vida. Considera Isaías 55:10‑11:

Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo, y no vuelven allá sin regar antes la tierra y hacerla fecundar y germinar para que dé semilla al que siembra y pan al que come, así es también la palabra que sale de mi boca.

La Palabra de Dios riega, sustenta y revive nuestro corazón. Es lo único que sacia nuestra sed. Sus promesas nos hacen crecer y hasta impregnan a los que nos rodean, si se los permitimos. Ah, ¡cuántas bendiciones nos perdemos cuando no estamos en comunión habitual con nuestro Dios!

El consuelo de David en su aflicción era justamente este: la Palabra de Dios, la cual revive lo que está muerto. Las promesas del Señor probaron ser ciertas para un muchacho que huía de un rey sediento de poder (1 Sam. 21–31). ¿Puede nuestro corazón permanecer endurecido hacia el mismo Dios que llama a los cielos y la tierra a permanecer unidos (Isa. 48:13)? ¿Puede nuestra alma permanecer ansiosa cuando Cristo, que murió por nosotras, nos manda a no tener miedo y creer nada más (Mar. 5:36)?

RECUERDA, RECUERDA

Como si nuestras burlas interiores y caprichos infantiles no fueran lo suficientemente malos, a los cristianos los sermonean de muchos lados. Los intelectuales pretenciosos teorizan para probar que nuestro Dios es falso. Los autodenominados gurús «espirituales» nos instan a confiar en nosotras mismas, en el dinero o en algún dios falso que hace promesas falsas y después no cumple ninguna. Nuestros propios familiares tal vez argumenten que el cristianismo es algo arcaico. Sin embargo, hemos probado y visto que el Señor es bueno (Sal. 34:8). Sabemos que solo Cristo tiene palabras de vida eterna (Juan 6:68). Así que no permitas que las burlas te lleven a desviarte del camino angosto. Si tropezamos, tropecemos para adelante. Si nos detenemos un momento, que sea en medio de una comunidad amorosa que nos anime a seguir avanzando.

En medio de las burlas del mundo y de nuestro clamor por respuestas, que podamos tener la misma determinación que el salmista en el Salmo 119:51: no alejarnos de lo que sabemos que es verdad, la Palabra de Dios. Elisabeth Elliot declaró una vez: «La fe no elimina las preguntas. Pero sí sabe adónde llevarlas». Que se pueda decir eso de nosotras.

Sé que Dios permite ciertas cosas en nuestras vidas para que aprendamos, crezcamos en sabiduría y nos parezcamos más y más a Cristo. Sin embargo, en esos momentos, quisiera tener las respuestas a la mano. Razono que podría aprender una lección profunda o descubrir una dulce verdad de Dios al observar el sufrimiento de otra persona. ¿Por qué debo hacerme amiga de las dificultades?

¿Por qué nos preocupamos antes de confiar? Porque no llevamos la Palabra de Dios en nuestro corazón tanto como deberíamos. En el versículo 52, el salmista exclama: «Me acuerdo, Señor, de tus juicios de antaño, y encuentro consuelo en ellos». Aquí es donde podemos hallar consuelo; pero este consuelo se nos escapa si no recordamos las obras del Señor. El Señor es grandioso (Sal. 104:1), pero esta es una verdad que los israelitas olvidaron mientras estaban en el desierto (y a lo largo de su historia). No se acordaron de que Dios había abierto el Mar Rojo para que ellos cruzaran, mientras se quejaban por la falta de carne en el desierto. Vieron cómo los cuerpos de los egipcios, sus antiguos opresores, llegaban flotando a la costa… y aun así, siguieron quejándose por el estado del agua que tenían para beber. Al ver esto, me asombro y sacudo la cabeza. Y después, hago lo mismo. ¿Me quejaré también por el pan, cuando Dios me ha dado toda bendición espiritual en Cristo (Ef. 1:3)? Es un camino peligroso porque la falta de memoria pronto le da paso a la falta de fe. Thomas Watson, predicador y autor, dijo una vez: «Si la Palabra no permanece en la memoria, no puede prosperar». Recordemos que Dios estuvo presente cuando lo necesitábamos, y volverá a estar.

FURIA Y CANCIONES

A veces, olvidar la Palabra de Dios viene seguido de un abandono de la Palabra. Y un gran mal viene de aquellos que desprecian los mandamientos de Dios. En el versículo 53, vemos la respuesta de David a esto: la furia.

Nosotras también podemos sentir un enojo justo ante los malvados. Debería horrorizarnos lo que hacen los que abandonan la Palabra de Dios. Pero a veces, no es así. Tal vez sea el roce constante con el mal que ha enfriado nuestro odio justo del pecado contra Dios. Si tu alma no se lamenta habitualmente por el pecado que te rodea y que está en ti, detente a considerar la luz y la santidad del Dios todopoderoso. El mal que nos rodea es descarado. La maldad de los que desprecian los caminos de Dios es vil. El pecado desenfrenado y sus efectos se repiten en ciclos en los programas de noticias de nuestra época. Si vas por la calle, puedes ver la depravación de la humanidad a plena luz. Y eso debería movernos a la furia.

Sabemos que este mundo no mejorará con el tiempo, y esto me angustia. Los juicios y las obras malvadas del mundo, así como las idas y venidas de mi corazón rebelde, son más evidencia de que este no es mi hogar. Espero el regreso de Cristo con toda el alma, más que los centinelas a la mañana. No hay nada que calme mi malestar en estos momentos de angustia como una canción en mi alma. David se refiere exactamente a esta sensación y este malestar en el versículo 54: «Tus decretos han sido mis cánticos en el lugar de mi destierro».

Me recuerda lo que dijo Frederick Douglass de las canciones de los esclavos:

Eran tonadas fuertes, largas y profundas; exhalaban la oración y la queja de almas que hervían en la angustia más amarga. Cada tonada era un testimonio contra la esclavitud y una oración a Dios pidiendo libertad de las cadenas.

Douglass continúa:

Los esclavos cantan más cuando más infelices se encuentran. Las canciones del esclavo representan las angustias de su corazón; y les producen alivio, tal como un corazón dolido se alivia con las lágrimas.

(Relato de la vida de Frederick Douglass, un esclavo estadounidense, págs. 11‑12).

Hay circunstancias en la vida donde la única opción para atravesarlas es cantar. Eleva tu voz y canta… permite que tu adoración y petición a Dios suban a medida que entonas tu melodía. Muchas veces, canto None Like You [Nadie como tú], junto con Marvin Sapp. Medito en la obra de Cristo en la cruz con The Blood Medley [Varios sobre la sangre] de Tamela Mann. Cuando Lord, Remember Me [Señor, acuérdate de mí], de Sam Cooke & The Soul Stirrers suena a todo volumen en mis bocinas, siento ese clamor en mi corazón. Recordarme la fidelidad de Dios y aliviar mis cargas con el canto puede «endulza[r] las tribulaciones del peregrinaje», como dijo una vez el teólogo Franz Delitzsch.

UN NOMBRE EN LA NOCHE

En el versículo 55, David le dice a Dios: «Señor, por la noche evoco tu nombre; ¡quiero cumplir tu ley!». ¿Qué significa evocar el «nombre» de Dios? El nombre de Dios es Su carácter, Su esencia, Sus atributos… Su mismo ser. No se trata solo de un nombre. Cuando consideramos Éxodo 33 y 34, entendemos mejor lo que David dice aquí. En Éxodo 33:18, Moisés dijo: «Déjame verte en todo tu esplendor», lo cual es, literalmente, el peso pleno o la esencia de Dios. El Señor le respondió: «Voy a darte pruebas de mi bondad, y te daré a conocer mi nombre». Dios proclamó Su nombre porque eso era lo que revelaba Su carácter y Su gloria. Dijo: «El Señor, el Señor, Dios clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor y fidelidad, que mantiene su amor hasta mil generaciones después, y que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado; pero que no deja sin castigo al culpable» (Ex. 34:6‑7).

Recordar el nombre del Señor como hace David en el Salmo 119:55 implica meditar en la esencia misma de Dios y disfrutarla, la cual Éxodo 34 señala que es la misericordia, la gracia, la paciencia, el amor, la fidelidad, el perdón y la justicia de Dios. Después del ajetreo del día, mientras yacía en su cama, David recordaba todas estas cosas sobre su Dios. Contemplaba la misericordia, la gracia y la compasión del Señor para con él. Tal vez David reflexionaba en la paciencia de Dios con él a pesar de su pecado (2 Sam. 11) y consideraba cómo el Señor había permanecido fiel cuando él no lo había hecho.

En lugar de preocuparte y hacer cálculos mientras estás acostada, permite que el peso de la esencia de Dios te reconforte hasta dormirte, y te anime a la justicia. Su gloria reconforta tu corazón al ir conquistando tus temores. Además, saber que Dios es bueno, justo, veraz y fiel nos infunde ánimo para cumplir Su Palabra.

En última instancia, esta es una de las mayores bendiciones: obedecer la Palabra de Dios. En el Salmo 119:56, David declara: «Estas bendiciones tuve porque guardé tus mandamientos» (RVR1960). Su carácter, Sus obras y Su misericordia nos impulsan a ir por Sus caminos, y allí encontramos bendición. Este deseo no es obra nuestra. Es un regalo de gracia que viene de arriba.

CONFÍA EN LA PALABRA

A mi madre no le quitaron el auto… aquella vez. Los barrancos profundos de la vida me han enseñado que haría bien en recordar la Palabra de mi Señor. Lo único sabio y vivificante (aunque a veces sea difícil) que puedo hacer es correr a mi Dios, mi roca y mi amparo (Sal. 18:2). En momentos buenos y malos, Su Palabra es la fuente de la vida. Refresca mi alma y reconforta mi corazón mejor que cualquier cosa que el mundo pueda ofrecer.

Inquietarme tan solo me lleva a pecar (Sal. 37:8). La preocupación no nos aporta ningún beneficio. La discrepancia entre nuestra confianza en Dios durante los momentos buenos y los malos debería hacernos doler el corazón. Es fácil confiar en Dios cuando podemos pagar el alquiler, pero hay un consuelo maravilloso y profundo cuando te falta dinero y puedes ver la provisión de Dios, a menudo de maneras sorprendentes, con tus propios ojos. Dios siempre nos da Su presencia, y eso siempre es suficiente. Amada, descansa en la verdad de que Dios es quien dice que es.


Devocional de Sus testimonios, mi porción (B&H Español)

Oro para que la obra de Dios se manifieste en tu vida

February 22, 2023 By lifewaymujeres 2 Comments

—Ni él pecó, ni sus padres —respondió Jesús—, sino que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida. Juan 9:3 

Jesús acababa de sanar a un hombre que había sido ciego de nacimiento. Y los discípulos tenían una pregunta. Es la misma que todos nos hacemos cuando sufrimos: ¿Por qué? Sin embargo, su pregunta incluía una suposición. Preguntaron: «Rabí, para que este hombre haya nacido ciego, ¿quién pecó, él o sus padres?» (Juan 9:2). ¿Captaste la suposición en su pregunta? Dieron por sentado que el sufrimiento del hombre se debía a que alguien había pecado. Sencillamente, no sabían quién. 

La pregunta de los discípulos se concentraba solo en la causa del sufrimiento del hombre. Sin embargo, observa que la respuesta de Jesús a su «¿Por qué?» se trataba de propósito, no de causa. Es como si quisiera que ellos dejaran de concentrarse en el pasado y pusieran la mirada en el presente y el futuro. Como si quisiera que dejaran de señalar a otros con el dedo y se concentraran en ver cómo Él estaba mostrando Su gloria. Estaban demasiado absortos en lo que producía la ceguera, pero Jesús les señaló el propósito que Dios tenía para ello. El propósito, según Jesús, era que el poder de Dios, la obra de Dios y la gloria de Dios se manifestaran en la vida del hombre. Es más, este es un propósito que Dios tiene para la vida de todo creyente. 

Así que oremos para que la mano de Dios se manifieste en la vida de las personas por las cuales estamos orando. Tal vez la obra de Dios se manifestará como lo hizo en la vida de este hombre, en forma de una sanidad sobrenatural. O quizás se manifieste de alguna otra manera, a medida que el Espíritu Santo obre en el interior de la vida de nuestro amigo, transformando su carácter, su perspectiva, sus interacciones, sus opiniones y sus deseos.  

Todos sabemos que las personas observan a los que sufren para ver si Jesús marca alguna diferencia cuando sucede lo peor. Oremos para que vean que Jesús hace una gran diferencia en medio del sufrimiento de nuestros amigos, para que la obra de Dios se manifieste y todos los que están observando la vean. 

Oración 

Señor, no pretendemos saber exactamente cuál es tu propósito al permitir este sufrimiento en la vida de ______. Pero creemos que, como te pertenece, su sufrimiento no es al azar ni carece de sentido. Tiene un propósito. Así que te pedimos que cumplas tus propósitos. Te pedimos que tu poder que obra en la vida de _____ se vea claramente en su vida. Que todas las personas con las que él tenga contacto vean que tu Espíritu está obrando y generando el fruto que solo Él puede producir: el fruto de amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. Señor, obra un milagro en la vida de ______. Obra de tal manera que sea evidente para todos que algo sobrenatural sucede en su cuerpo y su alma. 

Hoy estoy orando Juan 9:3 por ti, y pido que percibas que tu sufrimiento no es en vano, que tiene un propósito. Estoy orando para que los que te rodean vean que Dios está obrando en tu vida, para que Su gloria se manifieste y el mundo la vea. 

Artículo extraído del estudio bíblico Estoy orando por ti de Nancy Guthrie

LA RESURRECCIÓN LO CAMBIA TODO

February 20, 2023 By lifewaymujeres Leave a Comment

Wendy Bello

«Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según
su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza
viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos»
(1 PED. 1:3).

Era un lunes después del domingo en que celebramos la resurrección de Cristo. Un lunes después de haber estado en lo que podríamos llamar «una cumbre espiritual».

Nuestra iglesia había celebrado un precioso servicio proclamando el acto que marcó la historia para siempre. Pero al llegar el lunes, mi corazón sentía la fuerza de la rutina. Había una montaña de ropa por lavar, una larga lista de cosas por hacer. Otro lunes con las mismas preocupaciones del sábado que todavía no se resolvían, solo que tuvieron un domingo de por medio. El domingo de resurrección. ¿Había algo diferente? En verdad, no. La vida seguía su curso. El problema era de memoria. Estaba olvidando que, después de aquella mañana histórica en Jerusalén, ningún día debería ser «otro más», y la vida, aunque con rutinas, es algo extraordinario… ¡porque la resurrección de Cristo lo cambió todo!

Eso es lo que nos recuerda el apóstol Pedro en su primera carta (1 Ped. 1:3). Si reducimos la resurrección a un gran evento que identifica nuestra fe, pero no vivimos creyendo en la esperanza que ella encierra, y de la que por la misericordia de Dios ahora somos partícipes, entonces sí, aquel lunes o cualquier otro no tienen nada de especial. Si vivimos pensando solo en esta vida, sin recordar que estamos de paso, que somos extranjeros y que todavía no hemos llegado «a casa», realmente nos hemos perdido el quid del asunto. La resurrección es la consumación del plan de Dios. ¡Podemos vivir con esperanza porque la cruz no fue el final! La historia no terminó ahí. ¡Cristo resucitó! La resurrección es victoria. Victoria sobre la muerte. Victoria sobre el pecado. Victoria sobre lo que parecía imposible: volver a tener comunión con Dios para siempre. La resurrección nos recuerda que cuando conocemos a Cristo podemos vivir por el mismo poder que lo levantó de los muertos aquel domingo inigualable, el poder de Dios. La resurrección nos muestra la gracia de Dios que nos trae de muerte a vida, en el sentido espiritual y en el literal. Un día tendremos un cuerpo glorioso como el que Cristo tenía cuando fue llevado al cielo. La resurrección da sentido a nuestra vida porque tenemos una misión: anunciar a otros las buenas nuevas de Cristo que son posibles gracias a Su muerte y resurrección. La resurrección nos recuerda que venga lo que venga, todo es temporal. Ese no es el final porque hemos nacido a una esperanza viva, como escribe Pedro. Esperanza ante el diagnóstico fatídico, o la sentencia de divorcio, la llamada que nunca quisiéramos recibir y para el adiós que no queremos decir. La resurrección es la esperanza de que un día habrá un amanecer diferente, sin más listas de pendientes ni montones de ropa sucia. La resurrección nos recuerda que tenemos otra oportunidad para empezar. Que, así como marcó un nuevo comienzo en la historia del mundo, ha dado un nuevo comienzo a la vida que tenemos en Cristo.

Sí, todavía vendrán lunes u otros días que parecerán comunes y corrientes, llenos de tareas rutinarias; pero cada uno es un regalo para vivir la vida abundante que Cristo hizo posible aquel domingo de resurrección.


Un devocional de Un año con Jesús (B&H Español)

LIBERTAD DE EXPRESIÓN PARA TI, DE SU PARTE

February 17, 2023 By lifewaymujeres Leave a Comment

CHRISTINA EDMONDSON

Hablaré de tus estatutos a los reyes
y no seré avergonzado,
pues amo tus mandamientos,
y en ellos me regocijo.
Yo amo tus mandamientos,
y hacia ellos elevo mis manos;
¡quiero meditar en tus decretos!

(Sal. 119:46‑48).

DIOS NOS HABLA

Me encanta hablarles a los bebés recién nacidos y ver sus ojitos grandes y brillantes. Sabemos que el cerebro de un bebé está en continuo aprendizaje para entender un idioma, pero eso no impide que les cantemos y les relatemos historias al interactuar con ellos. A pesar de su estado evolutivo, nos comunicamos con ellos apuntando a lo que llegarán a ser. Lo que decimos ahora es un reflejo de una esperanza que todavía no se ha cumplido. Por esta razón, un buen padre habla con esta esperanza, corrección y guía, incluso cuando el hijo no entiende plenamente. De la misma manera, la Palabra de Dios y sus ecos en nuestra vida son una gracia para nosotros. Me asombra que Dios nos hable incluso cuando está claro que no entenderemos cabalmente. La Palabra de Dios les habla a las personas cuyo desarrollo espiritual suele estar en su infancia. Sin embargo, nuestro Padre celestial condesciende y nos habla con palabras, historias y canciones para que sepamos quién es Dios, entendamos quiénes somos y veamos a nuestro prójimo por lo que es.

Dios nos llama por nuestro nombre, nos comparte destellos de Su voluntad y sostiene en alto un espejo, para que podamos arrepentirnos y resistir el pecado. La Palabra de Dios es la que nos limpia y nos moldea por el Espíritu para que seamos instrumentos del amor ágape, un amor sacrificado y centrado en los demás. Como sal y luz, nos esforzamos para frenar de manera redentora el deterioro de un mundo moribundo y compartir la luz de la gracia frente al pecado, la desigualdad y la injusticia. Dios nos habla a través del testimonio de la creación, pero nos habla en forma redentora en la reverenciada Palabra de Dios «interpretada rectamente». La Palabra de Dios para Sus hijos es como el sonido de un padre amoroso que nos llama desde el nacimiento a medida que crecemos a la imagen de Cristo.

DIOS TE HABLA EN FORMA ESPECÍFICA

Como mujer de color que vive en Estados Unidos, tengo muchas historias donde me sentí invisible o demasiado expuesta. Tal vez te sientas identificada con esto. Sin embargo, encuentro ánimo, paz y un sentido de pertenencia en la verdad de que Dios me habla mediante Su Palabra. Otros tal vez no vean el valor de mi voz ni me consideren digna de escuchar la de ellos, pero no es el caso con Dios. Dios nos habla a través de Su Palabra de maneras que repercuten en la plenitud de lo que somos. Inclina Su oído a las oraciones, los lamentos y los sueños de todos Sus hijos. El Dios divino e incomprensible de toda la creación se ha acercado a nosotras de maneras accesibles para nuestra comprensión cultural y cognitiva.

El Salmo 119 sirve como un himno musical sobre las maravillas de la Palabra de Dios. Considera su adaptabilidad melódica, su rica sabiduría y sus verdades sólidas. El Salmo 119 muestra a Dios, el Padre que todo lo anticipa, que instruye y le permite al salmista amar y obedecer la voluntad y la Palabra de Dios. Aquí podemos vislumbrar apenas lo que nos dice sobre el poder de la Palabra de Dios.

Nos dice cómo los jóvenes pueden perseverar en la santidad… a través de la Palabra de Dios (v. 9).

Nos dice cómo superar el desdén de los calumniadores… a través de la Palabra de Dios (v. 22).

Nos dice cómo cobrar fuerzas cuando estamos cansadas… a través de la Palabra de Dios (v. 28).

Nos dice cómo ver las cosas importantes y concentrarnos en ellas… a través de la Palabra de Dios (v. 37).

Nos dice cómo caminar en libertad… a través de la Palabra de Dios (v. 45).

Nos dice dónde encontrar nuestra verdadera porción solamente en Dios… a través de la Palabra de Dios (v. 57).

Nos dice cómo ver de manera sobria la mano redentora de Dios en medio de nuestras aflicciones y dar gracias igualmente… a través de la Palabra de Dios (v. 71).

Dicho de manera sencilla, el salmista canta sobre la capacidad de Dios para sostener, corregir, dirigir y restaurarlo, y por extensión, muestra lo que Dios hace por aquellos amados en Cristo. La Palabra de Dios te sostiene con la misma seguridad con la que creó este mundo y lo sustenta incluso ahora. Sentirnos conocidas y amadas por alguien que tiene verdadero poder nos da una sensación de seguridad para ser y hablar. Al igual que los hijos terrenales de los reyes, caminamos con la cabeza un poco más alta, al saber que representamos a un reino noble en el cual nuestra ciudadanía no está garantizada por nuestra propia justicia, sino que el Rey de amor la sustenta. Lo que nos lleva a arrepentirnos con humildad, a servir en forma sacrificada y hablar con audacia no es una estrategia de autoayuda, sino un verdadero empoderamiento impulsado por el evangelio.

LOS CRISTIANOS SON LIBRES EN CRISTO PARA PODER HABLAR

El cristiano, bautizado en Cristo, lleno del Espíritu de Dios y llamado de la oscuridad a la luz maravillosa por la voluntad del Padre, ha sido liberado. La libertad es central en la vida cristiana, pero no es como la libertad de la que se habla en una clase de educación cívica en la escuela, o como la que debaten los presentadores partidistas de noticias. Más bien, esta libertad que el Salmo 119 destaca, nos libera para hablar la verdad, amar de manera correcta y obedecer voluntariamente.

Nuestra esclavitud fuera de la mano eficaz de la obra redentora de Cristo nos dejó hostiles ante Dios, buscando derrocar el trono legítimo de Dios, incluso mientras intentábamos abrirnos paso con arrogancia hacia la salvación. Esta esclavitud nos consumía con nuestros propios pensamientos fastidiosos de egolatría, mientras buscábamos ser dioses sobre nuestras vidas y las de los demás, o transformábamos a aquellos con influencia social en nuestros dioses, y anhelábamos su validación. En lugar de la Palabra de Dios, las mentiras del enemigo nos gobernaban y llenaban nuestra mente y nuestro corazón. El evangelio nos lleva de anhelar escuchar palabras de aprobación de los poderosos a anunciarles palabras de verdad. La libertad ganada por Cristo incluye tanto la belleza del descanso como el mandamiento de abrir nuestra boca para proclamar la gracia y la justicia de Dios, las cuales hablan al presente y al futuro eterno.

El cristiano liberado, lleno del poder de las preciosas palabras de Dios, quiere conocer la respuesta a esta gran pregunta del libro de Miqueas: «¿Y qué es lo que demanda el Señor de ti […]?». El mismo cristiano liberado es conducido por el Espíritu a escuchar la respuesta: «practicar la justicia, amar la misericordia, y andar humildemente con tu Dios» (Miq. 6:8, LBLA).

Entonces, ¿acaso aquellos que son libres en Cristo deberían preocuparse por los que son esclavos de sistemas y principados de injusticia? Por ejemplo, los ojos santificados ven cómo el pecado de la lujuria alimenta la misoginia, la avaricia y el tráfico humano. El cristiano liberado anhela verse a sí mismo, al prójimo y al enemigo libres para usar todos los dones dados por Dios para proclamar las excelencias de nuestro Señor justo, santo y misericordioso. Si todo el pecado es, en última instancia, sistémico y trascendental y lo ha sido desde el momento de la caída, el cristiano no puede ser tan inflexible y concentrarse solo en resistir los pecados «personales» o privados.

Se podría decir que vemos esto mejor ilustrado en los relatos de la iglesia perseguida y la iglesia de color históricamente esclavizada y subyugada en Estados Unidos. Aun con las cadenas terrenales, las voces y el legado de aquellos cristianos es un ejemplo para nosotras de la resistencia a la herejía de la deshumanización sistémica. Una postura de esta clase de resistencia a toda clase de pecado nos llevará a las esquinas de las calles y a los despachos ovales. Porque, como Dios nos ha llamado por nombre y sigue hablándonos como en un eco profético y santificador, nosotras debemos hablar cuando se nos llama a hacerlo.

Soy descendiente de personas que sufrieron abusos en el tráfico transatlántico de esclavos. Para mí, la libertad no es una idea abstracta ni un ardid para el avance personal. La libertad es más que una promesa de lealtad nacionalista o un intento de obtener un beneficio en los impuestos. En definitiva, la libertad incluye la habilidad de reivindicar plenamente la humanidad que Dios me dio. La Palabra de Dios es la que corrige de manera más contundente las afirmaciones herejes sobre la inferioridad de las mujeres y las personas de ascendencia africana. Los diarios de esclavos africanos que estimaban «la Biblia dentro de la Biblia» —la verdad revelada de la creación de Dios de una raza y de muchos grupos culturales diversos para Su gloria— revelan la verdad indestructible que acalla a los que usan la Escritura desvergonzadamente para enseñorearse sobre sus prójimos. La Palabra de Dios y su verdad silencian las mentiras de los intolerantes y los machistas del pasado y el presente. La Palabra de Dios silencia las dudas dentro de nuestro propio corazón sobre la plenitud de la identidad y los dones que Dios nos dio. La Palabra de Dios nos hace libres de verdad.

HABLAMOS A OTROS

Como miembros del sacerdocio de creyentes (ver 1 Ped. 2:9‑10), podemos interceder a través de la oración y el sacrificio personal a favor de nuestro prójimo. A través de Su acto de amor salvador, Jesús nos mostró que a veces debemos estar preparadas para sacrificar nuestra propia comodidad, nuestros deseos o nuestra voluntad por algo superior. Esto nos señala a la cruz. Como aquellas que reinaremos con Cristo el Rey, ocupamos con humildad el rol de la persona que busca la justicia y la paz incluso ahora. Esto apunta a la resurrección que aseguró nuestra paz y nuestra eternidad. Como personas llenas del Espíritu, profetizamos la Palabra de Dios con humildad y sin restricción al mundo, sin importar cuál sea nuestra condición social o la de nuestro prójimo. Esto habla del regreso de Cristo para reunir a un pueblo de toda tribu, lengua y nación. Los cristianos —aquellos que comparten la unción de Cristo— viven como profetas, sacerdotes y reyes.

El Rey de reyes ha venido a nosotras con el poder de gracia y verdad, y por esto podemos ir a los reyes terrenales con el poder de gracia y verdad. El Salmo 119:46 enfervoriza esta idea.

Hablaré de tus estatutos a los reyes y no seré avergonzado.

El salmista declara que hablará la Palabra de Dios ante los gobernantes. Es cierto que los reyes terrenales son designados según la providencia del Dios soberano, pero también es cierto que el pueblo de Dios es llamado a hablar los «estatutos de Dios» a estos gobernantes. Desde faraones hasta reyes y presidentes, no despreciamos su posición, pero no nos paramos ante ellos con temor ni vergüenza. Nuestro Padre celestial es el verdadero Rey, y eso nos lleva a ver a los hombres de manera adecuada, sin importar cuál sea su condición social. Además, anhelamos que ellos también tengan la libertad de amar correctamente y obedecer voluntariamente al Dios que tiene todo poder.

Esta verdad es de particular importancia para aquellos que suelen ser silenciados por las voces de la duda, tanto en su interior como en el exterior. Todos los creyentes hablan los estatutos de Dios como un testimonio de que Dios nos ha hablado a través de Su Palabra.

Con reverencia, tenemos que elevar nuestra voz temblorosa para enderezar los caminos torcidos. El versículo 46 nos señala que, si estamos en Cristo, no seremos avergonzadas. Cristo no solo llevó sobre sí nuestro pecado en la cruz, sino también nuestra vergüenza.

Imagina qué dirías sobre la gloria de Dios si vivieras sin vergüenza ni temor.

En la cruz, Cristo nos transformó en Su misión justa, y de este lado de la gloria nosotras, las redimidas del Señor, cumplimos la Gran Comisión —ir y hacer discípulos a todas las naciones— mediante la presencia y el poder del Espíritu (Mat. 28:18‑20).

Los reyes y los gobernantes suelen intimidarnos y dejarnos con una sensación de temor y frustración. La Escritura y la historia mundial muestran diversos retratos de reyes, jueces y gobernantes que cumplen la función de guerreros, coordinadores, reformadores y ejecutores de justicia y venganza. Poseen un poder posicional y recursos que nos impactan de manera directa. Pueden poner en riesgo nuestra reputación, nuestro cuerpo y nuestra vida. Parecería natural temer y sobreestimar a los gobernantes. Sin embargo, somos las personas mejor equipadas para correr el riesgo de hablar los estatutos de Dios incluso ante los líderes más endurecidos.

En el Salmo 119, las manos, el corazón y la mente del salmista son formados por la Palabra de Dios. ¿Imaginas cómo sería que la Palabra de Dios formara todo lo que eres para Su gloria y por tu bien? Esta transformación por la Palabra tiene repercusiones prácticas para nosotras cuando hablamos a aquellos en posiciones de poder sobre la santa voluntad de Dios. La Palabra de Dios nos humilla y nos deja en evidencia. Esto nos ayuda a actuar con cuidado y atempera los deseos que tenemos de «denunciar la verdad ante el poder», lo cual solo sirve para darnos a conocer y usar el nombre de Dios en vano. Debemos proclamar la voluntad y las palabras de Jesús a Su manera. El Salmo 119:46‑48 nos recuerda la libertad de proclamar públicamente aquello que es bueno a la parte más alta y más baja de la jerarquía social (v. 46), de aferrarnos al deleite interior y sustentador que produce la Palabra (v. 47) y de responder a la Palabra de Dios en nuestra vida con una obediencia en la práctica (v. 48).

Alabado sea Dios por hablarnos y equiparnos para hablar de Él a los demás.


Devocional de Sus testimonios, mi porción (B&H Español)

Disfruta tu soltería

February 15, 2023 By lifewaymujeres Leave a Comment

Vilma Mata de Méndez 

Tal vez te preguntarás que hace esta señora casada y mayor de edad, escribiendo sobre la soltería. ¡Sí, hace mucho tiempo que estuve soltera! ¿Ya se me olvido? No. Además de que mis tiempos de soltería eran muy diferentes a los del día de hoy, ¿no debería ser una joven, que tenga fresca esa experiencia? ¿qué sabe ella sobre el tema? ¿por qué no una joven soltera con experiencia y divertida, escribiría sobre el tema? Bien pues, la verdad es que tengo muchas amigas solteras, me encanta compartir con ellas, me inyectan ese entusiasmo de juventud y su punto de vista. Me enseñan tantas cosas. Las solteras jóvenes muchas veces se acercan a mí y yo tuve una soltería muy feliz, muy contenta, una soltería muy emocionante. Tanto disfrute mi soltería que no me quería casar, tenía temores, dudas a ser gobernada, a perder mi libertad,  

Agradezco por este tiempo al Señor, disfruté esa etapa y esos tiempos como creyente, pues conocí al Señor a los 16 años. Tenía unas amigas hijas de misioneros que eran solteras y siempre tenían actividades los viernes, sábados y días de fiesta: campamentos, retiros, fines de semana, deportes, evangelismo, misiones. Nuestra vida estaba llena completamente con estudios bíblicos, planes de hospitalidad, etc. He pasado por muchas etapas: soltera, casada, maternidad y una de las etapas más felices que recuerdo con mucha alegría y con mucho gozo es la época que estaba soltera.  

  Disfruta teniendo comunidad con otros 

Salmo 40:16 
Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan. 

Muchas de mis mejores amigas son solteras, disfruto mi tiempo con ellas y las conversaciones. Me encanta compartir con ellas, salir, viajar, escucharlas, orar con ellas. Hablar de sus luchas y profesiones. Tienen tanto que aportarme.  Me encanta este tema. El alma es joven.  

La vida de soltera no es aburrida, hay tanto que aprender, crecer y tanto que aportar. Conocí al Señor a los 16 años en la universidad. Empecé a organizar estudios evangelísticos con mis compañeras de carrera, al terminar los exámenes y proyectos de semestres.  

  Disfruta buscando al Señor 

Mateo 6:33 
Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. 

Conoce al Señor en un tiempo tan activo y lleno de energía tumultuoso de la vida. Hay mucho por hacer: Yo hacía deportes, jugaba basquetbol y corría campo y pista. Conocía de deportes. Acababa de iniciar a estudiar arquitectura en la universidad. Había muchos chicos altos y atletas también, bien parecidos y amigables a mi alrededor, allí me llamo el Señor. Todo nuevo, nuevas clases, nuevos compañeros, viajes de competencias. Y me pidió dejara mi barco y redes y le siguiera.  

 Disfruta tu discipulado 

El ser enseñada por mujeres mayores, entrenándote como enseñar escuela dominical para niños, el cómo cantar en un servicio de adoración, o manejar las redes de tu iglesia, el sonido o aun las grabaciones. El ayudar en editar, traducir, transcribir escritos. Es un tiempo propicio para aprender a hacer escuelas bíblicas de verano, campamentos para niños.  

Mis primeros dos libros que leí fueron, En sus pasos que haría Jesús y Bajo sus alas. El tema era seminario y jóvenes profesionales. Servir en la música, tocar un instrumento o cantar en el coro. Disfrutar cantar coros, a todo pulmón con alegría y pasión. Disfrutar que alguien toque la guitarra y cantar. 

Disfruta sirviendo al Señor    

Tenía una amiga, hija de unos misioneros que algunas veces buscaba fines de semanas en lugares de descanso para misioneros e invitaba un grupo de jóvenes amigas. Tiempo de ir a viajes misioneros, tiempo de ir a campamentos de jóvenes, de hacer de consejera de niños o jovencitas, de montarte en tirolesa, ir a fogatas, cantar alrededor de ella. Tiempo de enseñar Escuela dominical a los niños, pasar horas haciendo proyectos para enseñar una lección, tiempo de hacer dramas, títeres, teatro, preparar juegos. 

Disfruta sirviendo a otros 

1 Corintios 7:32 
Quisiera, pues, que estuvieseis sin congoja. El soltero tiene cuidado de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor. 

Tiempo de cocinar. Yo era siempre asistente de cocina de una excelente amiga que era chef, nos encantaba recaudar fondos y hacerles una rica barbacoa o una rica lasaña a los jóvenes varones del grupo. Tiempo de ir a conciertos, tiempo de hacer deportes, montar bicicleta, ir a la playa. 

Tiempo de jugar juegos de mesa, hacer rompecabezas, participar en la iglesia, dramas, serenatas, teatro, etc. Ir a escalar montañas, lanzarse en una montaña rusa.  

Yo no era tan fiel haciendo mis devocionales, ni orando con listas, y nombres. No era tan dedicada a la oración, no tenía una noción clara de mis pruebas y aflicciones, pero fui creciendo, el Señor me ayudo a ir formando hábitos, creciendo en la gracia. 

 Disfruta descubriendo 

Ora por ministerios, usa tus dones, talentos y fortalezas. Encuentra tu voz, invierte en los más jóvenes que tú, en la próxima generación.  

Salmo 78:4 
No las encubriremos a sus hijos, Contando a la generación venidera las alabanzas de Jehová, Y su potencia, y las maravillas que hizo. 

Salmo 78:6 
Para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán; 

 Investiga y edúcate  

Ten una opinión de temas actuales. Del aborto, la discapacidad, la tecnología, el género, la cultura, la deconstrucción de la fe, los millennials, los recursos renovables y el regreso de Cristo. 

Disfruta aprendiendo la nueva mentalidad de los jóvenes  

Promueve el arte, la música y películas cristianas de bien. Cultiva el cuidado de la mayordomía por la tierra, el cambio climático y cuida de los recursos naturales no renovables, de los desechos o basuras. Busca tu misión, el que otros sean felices y mejoren con lo que haces y en lo que les sirves. Divide tu tiempo en producir, relacionarte, esperar, jugar.  La soltera se dedica a las cosas del Señor, tenemos como ejemplo a Cristo y a Pablo. 

1 Corintios 7:34 
La doncella tiene cuidado de las cosas del Señor, para ser santa así en cuerpo como en espíritu. 

 Disfruta las disciplinas espirituales 

Lee la Palabra, haz devocionales, disfruta tu tiempo a solas, tus lecturas de libros de hombres del pasado. Mis devocionales, no eran tan constantes, eran volátiles, pero mejoraron. 

Disfruta amistad con jóvenes del sexo opuesto  

Guardando y cuidando tu corazón, no te ilusiones tu sola, no des tu corazón hasta ese joven no te diga verbal y expresamente que está interesado en ti. Muchas veces los jóvenes varones nos dan señales que nos confunden y nos hacen sentir especiales, que tienen un interés más allá que nuestra amistad. Nos imaginamos algo que no tenemos una seguridad, lo tomamos cuando alguien es amable y nos sonríe, vamos más allá de lo que ellos tenían pensado. Aunque a veces en la otra persona si hay intención de mostrar interés, no siempre es así y por eso tendemos a confundirnos. Guarda tu corazón, no te ilusiones hasta que la otra persona no te pida, una amistad especial.  

Disfruta la pureza sexual 

Cuiden lo que leen, ven, escuchan y estudian juntos. Procuren salir en grupos con otros, huye de las pasiones juveniles. El pedir referencia a sus lideres o pastores, estudiar su carácter es bueno. Debe ser un cristiano, pero el mejor cristiano. Imita a Rut y a Booz, roles de femineidad y masculinidad bíblica:  

Rut 3:13  
Pasa aquí la noche, y cuando sea de día, si él te redimiere, bien, redímate; más si él no te quisiere redimir, yo te redimiré, vive Jehová. Descansa, pues, hasta la mañana. 

Disfruta y espera en Dios 

Gén.1:22 
No tienes que salir de iglesia a iglesia, reunión a reunión a buscar un novio u esposo. Dios le trajo a Eva a Adán. Confía Dios te traerá a alguien. Muéstrate amiga: «El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; Y amigo hay más unido que un hermano» (Prov. 18:24). Usa tu tiempo de soltera para ir entrenándote en ser sumisa. En ser respetuosa del rol masculino, de tus padres, lideres, practicando la hospitalidad, aprendiendo el manejo de un hogar como la economía doméstica. Tomando clases de cocina, preparación de platos, el aprendizaje de organización. 

Estar soltera no tiene que ser aburrido, ni sinónimo de soledad. Cuidémonos de no poner el estado civil como idolatría, o el matrimonio como el fin último del ser humano. Aprendamos a manejar la soledad: «todos me desampararon» (2 Tim. 4:16), pero el Señor me fortaleció.

Vilma es arquitecta, consejera, coach de mujeres, maestra de estudios bíblicos, esposa de Luis Méndez, madre de cinco: tres hijos y dos yernos. Estudió Fundamentos de Teología en Bethlehem Baptist Church. Es miembro certificado de coach para mujeres de la American Association Christian Counselor. Estudió Consejería Bíblica en Faith Biblical Counseling. Formó parte del liderato de ministerio de mujeres de Bethlehem Baptist Church en Minneapolis, Minnesota donde enseñó estudios bíblicos, bajo el pastor John Piper y Jason Meyer. Actualmente sirve en el Equipamiento y Entrenamiento en Consejería Bíblica junto a su esposo Luis Méndez. Es asesora externa para el Ministerio EZER de la Iglesia Bautista Internacional, bajo su pastor Miguel Núñez.

UNA GRAN AFIRMACIÓN Y PROMESA DE JESÚS

February 13, 2023 By lifewaymujeres Leave a Comment

Carlos Llambés

«Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre
esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del
Hades no prevalecerán contra ella»
(MAT. 16:18).

Las palabras de este versículo son de gran aliento. En tiempos donde se ha visto una disminución de la asistencia a la iglesia debido a la pandemia por la que estamos atravesando, tenemos las palabras de Cristo que nos dan la seguridad de que Su Iglesia será preservada por Él.

Me gustaría que vieras algunas cosas importantes que se desprenden de una gran afirmación y promesa de Jesús.

  • Mi iglesia: De Cristo, no es mía, ni tuya, ni de Roma, ni de los padres, ni de los pastores, ni de ministros, ni de obispos, ni de los anglicanos, los bautistas, los metodistas, los presbiterianos. No es de ningún gobierno o reinado. Es de Cristo.
  • El edificador: Cristo. No depende de pastores, misioneros, evangelistas, ni maestros. Cristo es quien edifica.
  • El cimiento: Cristo. El único capaz de sostener el peso de nuestros pecados, el único cimiento verdadero.
  • Las puertas del Hades: Satanás siempre intentará destruirla, pero no lo logrará. Las luchas y los sufrimientos vendrán, pues el diablo odia la Iglesia de Cristo. Las puertas del Hades siempre atacarán. El diablo, el gran enemigo, no puede sacar a nadie del cielo, pero intentará agravar nuestro camino.
  • La seguridad: Cristo la preservará. La victoria en y con Cristo es segura. Recordemos las palabras de Cristo: «Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros» (Mat. 5:11‑12). Cristo hará Su parte y en lo que respecta a nosotros, «no nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos» (Gál. 6:9). El gran evangelista D. L. Moody dijo: «De 100 hombres, uno leerá la Biblia, los otros 99 leerán al cristiano».

Vivamos confiando en la gran afirmación y promesa de Jesús, el mundo puede parecer que se está cayendo a pedazos, pero nuestra esperanza para la Iglesia es que Jesús la cuida y la cuidará hasta que Sus propósitos para ella se cumplan. Que el Señor nos ayude a vivir con esa perspectiva. Martín Lutero señaló: «Porque donde Dios edificó una iglesia, allí el diablo también edificó una capilla». Así que no te sorprendas, ni te desanimes, sigue adelante haciendo lo que te corresponde.

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