• Skip to content
  • Skip to secondary menu
  • Skip to primary sidebar

Lifeway Mujeres

Lifeway Mujeres

  • Inicio
  • Estudios Bíblicos
  • Libros
  • Biblias
  • ARTÍCULOS
  • AUTORAS
    • Aixa de López
    • Cathy de Nuñez
    • Patricia Namnún
    • Wendy Bello
    • Karla de Fernández
    • Dámaris Carbaugh
    • Liliana Llambés
  • Podcast

Liliana González de Benítez

Orar por alguien es amarlo

March 1, 2023 By lifewaymujeres Leave a Comment

Liliana González de Benítez 

¿Quieres amar a las personas como Dios manda? Ora por ellas con perseverancia. Cuando oramos por alguien cumplimos el bondadoso mandato de amar a otro como a nosotras mismas (Mat. 22:39). La oración es la herencia de las hijas de Dios, de aquellas que hemos puesto nuestra confianza en Jesús y estamos convencidas de que Él oye y responde nuestras súplicas. 

En el capítulo 12 del libro de Hechos encontramos una historia asombrosa sobre el poder de la oración. El rey Herodes arrestó a Pedro, lo echó en la cárcel y puso cuatros grupos de soldados para vigilarlo día y noche, porque tenía la intención de juzgarlo en público. De modo que la noche antes del juicio, Pedro dormía encadenado entre dos soldados, mientras otros dos vigilaban la entrada de la celda.  

Las circunstancias de Pedro eran desesperadas, pero la iglesia oraba por él sin desfallecer. De cierta manera, podemos intuir cómo se sentía el apóstol, pues nosotras también hemos estado encadenadas a situaciones difíciles de soportar. Por eso sabemos cuán necesarias son las oraciones de nuestros hermanos en Cristo. 

Las súplicas de una iglesia unida son poderosas. Ya sabemos lo que sucedió con Pedro, los creyentes oraron y un ángel se presentó en la cárcel, llenó la celda de luz, y despertó al apóstol diciendo: «Levántate pronto». Al instante las cadenas cayeron de sus manos (Hech. 12:7).  

Nuestras oraciones producen milagros, pero no porque tengan el poder de persuadir a Dios para que haga lo que le pedimos, sino porque al hacerlo nos ayudamos mutuamente a llevar nuestras cargas, y así cumplimos la ley de Cristo (Gál. 6:2).  

Esa misma noche, Pedro se presentó en la casa donde la iglesia oraba por él. Cuando sus hermanos lo vieron libre, no podían creerlo. La Biblia dice que estaban atónitos. ¿Y cómo no? ¡Dios respondió a sus oraciones de manera milagrosa! ¿¡Puedes imaginar la fiesta que se armó!? Estoy segura de que la iglesia alabó a Dios con cantos e himnos espirituales hasta el amanecer.  

En la Biblia hay numerosas historias que narran cómo Dios ha salvado a Sus hijos de situaciones trágicas. Cada suceso nos recuerda el amor sacrificial de nuestro glorioso Salvador Jesucristo y nuestra gran necesidad de orar los unos por los otros. 

Dios quiere ver a Su iglesia orando mediante el poder del Espíritu Santo con perseverancia y súplica (Ef. 6:18). Así funcionan las cosas en el reino de los cielos; nosotras oramos y Dios obra de acuerdo con Su soberana voluntad. La oración por el prójimo requiere persistencia y amor sincero (Mar. 16:14). 

He aquí cinco promesas para nunca dejar de orar los unos por los otros: 

  • Dios está cerca cuando lo llamamos con sinceridad. «El SEÑOR está cerca de todos los que le invocan, de todos los que le invocan en verdad» (Sal. 145:18, NBLA). 
  • Dios oye nuestro clamor y nos rescata. «Invócame en el día de la angustia; yo te libraré, y tú me honrarás» (Sal. 50:15, LBLA). 
  • Dios siempre ofrece una salida en medio de las pruebas. «No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar» (1 Cor. 10:13, RVR60). 
  • Dios nos da descanso. «Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar» (Mat. 11:28, NBLA). 
  • Dios guarda nuestras almas hasta el día final. «Y a Aquel que es poderoso para guardarlos a ustedes sin caída y para presentarlos sin mancha en presencia de Su gloria con gran alegría» (Jud. 1:24, NBLA). 

Oración: 

Señor, pon una deuda de amor en nuestros corazones para que oremos con más perseverancia los unos por los otros. Pues Tú demostraste en la cruz que «nadie tiene un amor mayor que este: que uno dé su vida por sus amigos» (Juan 15:13). 

Liliana González de Benítez es periodista y escritora cristiana. Su mayor gozo es proclamar la Palabra de Dios. Dirige el estudio bíblico de las mujeres en su iglesia y es autora del libro Dolorosa Bendición. Nacida en Venezuela. Vive en los Estados Unidos con su esposo y su hija. Puedes seguirla en sus redes sociales: Facebook, Instagram y en su blog. 

Enseñando a nuestros hijos la gratitud

November 16, 2022 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Liliana de Benítez

Julia nació una fresca tarde de marzo. Cuando el doctor la puso en mi regazo conté los deditos de sus manos. Tres años más tarde, ella aprendió a contar del uno al diez usando sus deditos. Enumeraba todo a su alrededor, inclusive aquellas cosas a las que yo no les prestaba mucha atención: las rosas del jardín, las velas del pastel y sus pasos al caminar.  

El registro contable de mi hija me hizo notar mi ingratitud, pues todas las cosas que disfrutamos —y pasamos por alto— vienen de la mano de Dios. Cuando el salmista meditó en las bondades del Dador exclamó, «Muchas son, SEÑOR, Dios mío, las maravillas que tú has hecho, y muchos tus designios para con nosotros; nadie hay que se compare contigo; si los anunciara, y hablara de ellos, no podrían ser enumerados» (Sal. 40:5, NBLA).  

Los diez dedos de nuestras manos no son suficientes para sumar las misericordias del Señor. Si quisiéramos contarlas, serían más que la arena. Sin embargo, Dios lleva la cuenta exacta de cada una de nuestras lágrimas (Sal. 56:8), «aun los cabellos de [nuestras] cabeza están todos contados…» (Luc. 12:7).  

Enseña a tus hijos a contar Sus dádivas y agradecer al Dador 

Dios ama contar y quiere que nosotros también contemos. Cuando Abram rogó por un hijo, «El Señor lo llevó fuera, y le dijo: “Ahora mira al cielo y cuenta las estrellas, si te es posible contarlas”. Y añadió: “Así será tu descendencia”. Y Abram creyó en el Señor, y Él se lo reconoció por justicia» (Gén. 15:5-6).  

Nuestros niños y jóvenes pueden aprender a agradecer y a confiar en el Señor si les enseñamos a enumerar Sus dádivas. Ellos deben saber que sus padres, hermanos, abuelos, maestros, amigos, mascotas, juguetes y hasta el rico helado de chocolate, son regalos que provienen de Dios (Sant. 1:17).  

Dios es la fuente de donde brotan todas las cosas. Él es quien nos da la vida, la salud, los talentos y las habilidades. Nuestra acción de gracias debe comenzar y terminar en Dios. Una vida centrada en el Señor produce frutos de alabanza. 

Enseña a tus hijos que Cristo es la mejor Dádiva que concede el Dador 

Los regalos son geniales, y a nuestros hijos les encanta recibirlos, pero ninguno de ellos se compara con la maravillosa gracia de conocer al único Dios verdadero, y a Su Hijo Jesucristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29; 17:3).  

El apóstol Pablo le dijo a Timoteo, quien había aprendido las Sagradas Escrituras desde la niñez, que vendrían tiempos difíciles donde las familias se dividirían debido a, «hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos…» (2 Tim. 3:2, énfasis añadido).  

La destrucción de muchos hogares es la ingratitud. Los padres ingratos crían hijos egoístas que buscan su propio beneficio (Prov. 18.1). Para evitar que nuestros hijos se rebelen contra toda justicia y se vuelvan orgullosos y desagradecidos, debemos enseñarles que el regalo más valioso que pueden recibir es el perdón de sus pecados a través de Cristo. Por eso necesitan estar expuestos día y noche a la Palabra de Dios; solo así podrán recibir la fe que salva.  

Enseña a tus hijos a amar más al Dador que a Sus dádivas 

Nuestros hijos aprenden de lo que les decimos, pero más de lo que nos ven hacer. De nada sirve que les hablemos de las riquezas inescrutables de Cristo y de Su gracia inmerecida si no nos ven obedecer Sus mandamientos y hacer lo que a Él le agrada. Ellos necesitan observar dentro de su propia casa lo que significa ser un verdadero cristiano. Si la Biblia ordena que nos regocijemos siempre, entonces nuestros hijos deben vernos contentas en el Señor en cualquier circunstancia (Fil. 4:4). Así se darán cuenta que nuestro gozo no proviene de la abundancia de bienes o de una vida libre de problemas, sino de Cristo.  

Cuando el joven rico preguntó al Maestro, «¿qué haré para heredar la vida eterna? […] Jesús, mirándolo, lo amó y le dijo: “Una cosa te falta: ve y vende cuanto tienes y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; entonces vienes y me sigues”. Pero él, afligido por estas palabras, se fue triste, porque era dueño de muchos bienes» (Mar. 10:17; 21-22, NBLA). ¿Estarían tus hijos dispuestos a vender todos sus bienes materiales para obtener los tesoros celestiales? De eso trata el evangelio, de que tú y yo vivamos en obediencia a la Palabra de Dios, de manera que nuestros niños y jóvenes puedan mirar a Jesús como el tesoro escondido por el que estarían felizmente dispuestos a vender todo lo que poseen para seguirlo. 

Jesucristo es el tesoro de Dios para los creyentes.  
Él es tanto la Dádiva como el Dador.


Liliana González de Benítez es periodista y escritora cristiana. Su mayor gozo es proclamar la Palabra de Dios. Dirige el estudio bíblico de las mujeres en su iglesia y es autora del libro Dolorosa Bendición. Nacida en Venezuela. Vive en los Estados Unidos con su esposo y su hija. Puedes seguirla en sus redes sociales: Facebook, Instagram y en su blog.

La Reforma y los reformadores: Prohibido olvidar

October 31, 2022 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Liliana González de Benítez

Cada 31 de octubre los cristianos protestantes miramos hacia atrás —año 1517—para recordar la hora providencial cuando Martín Lutero empapó la pluma en tinta indeleble, redactó sus 95 tesis en contra de los abusos e indulgencias de la Iglesia Católica Romana y las clavó en la puerta de la capilla en Wittenberg, Alemania. Este acontecimiento fue la chispa que encendió la flama inextinguible de la Reforma Protestante. 

Es significativo que los creyentes conmemoremos la Reforma, porque la memoria es singularmente frágil. Olvidar no es un acto a voluntad, la gente no olvida adrede; olvida por descuido, pereza o desinterés. Dios lo sabe. Por eso instauró fiestas y rituales, para ayudar a Su pueblo a recordar lo que era importante. Durante esas celebraciones los padres narraban a sus hijos las obras portentosas que el Señor había hecho a su favor.  

Hoy ocurre exactamente igual, evocamos la Reforma, porque no queremos olvidar que después de cinco siglos de oscuridad, Dios hizo brillar de nuevo la luz del evangelio en Su Iglesia y en el mundo. La heroica valentía de Lutero cambió la cosmovisión de su época y sigue transformando la manera de pensar de hombres y mujeres en la actualidad.  

Es responsabilidad de cada creyente pasar la antorcha que Lutero encendió a las próximas generaciones. Los cristianos tenemos el llamado a «luchar ardientemente por la fe que de una vez para siempre fue entregada a los santos» (Jud. 1:3). El fuego que el monje agustino prendió fue avivado por Ulrico Zuinglio, William Tyndale, John Knox y Juan Calvino entre otros. Estos hombres se arraigaron en la viva y poderosa Palabra de Dios para volver al verdadero mensaje del evangelio y reformar la iglesia que había sido deformada por enseñanzas falsas y corruptas.   

Los reformadores enseñaron cinco principios fundamentales que los creyentes debemos defender y traspasar como un legado.   

He aquí las cinco Solas de la Reforma: 

Sola scriptura: Solo por medio de la Escritura 

En el siglo XVI, la Iglesia Católica Romana enseñaba, y aún hoy testifica, que el Papa es el Sumo Pontífice de la Iglesia Universal y vicario de Cristo en la tierra. Asegura que sus preceptos y tradiciones están por encima de la autoridad de la Escritura. De esta manera, anula la Palabra divinamente inspirada. El Señor Jesucristo reprendió a los fariseos que hacían estas cosas: «Astutamente ustedes violan el mandamiento de Dios para guardar su tradición […], invalidando así la palabra de Dios por la tradición de ustedes, la cual han transmitido, y hacen muchas cosas semejantes a estas» (Mar. 7:9;13).   

Los reformadores se enfrentaron a Roma y predicaron que la Biblia es la autoridad final del creyente. Sin el conocimiento de la Palabra inspirada, inerrante, infalible y suficiente seguiríamos atrapados en un torbellino de tradiciones y esquemas de hombres. La iglesia como columna y baluarte de la verdad debe enseñar, proclamar y defender que la Biblia es la revelación especial de Dios para salvación, y esa revelación es Cristo. Aunque Dios usó a hombres comunes y corrientes en diferentes períodos de la historia para dar a conocer Su mensaje, cada palabra de la Escritura fue exhalada por Él (2 Tim. 3:16). Por lo tanto, ninguna norma, regla o tradición humana remplazará la iluminación del Espíritu Santo (2 Ped. 1:20-21).  

Sola fide: Solo por la fe Dios salva 

La Iglesia Católica Romana enseña que además de la fe en Cristo, las obras religiosas son necesarias para que el hombre se reconcilie con Dios. Por medio del cumplimiento de los sacramentos, peregrinaciones, penitencias, plegarias, obras de misericordia y buen comportamiento, las personas pueden obtener el perdón de sus pecados y la vida eterna. Los reformadores se opusieron rotundamente a la condenable doctrina de la salvación por obras y enseñaron que el hombre es salvo solo por la fe en Cristo. La fe es un regalo maravilloso que se nos ha concedido sin mérito propio. No hay nada que el hombre pecador pueda hacer para alcanzar la redención. «Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá» (Rom. 1:17).  

Sola gratia: Solo por la gracia 

Hoy se enseña en algunos púlpitos que la salvación es una decisión personal. Cada individuo decide abrir la puerta de su corazón a Jesús y dejarlo entrar.  Gracia sola fue el estandarte que levantaron los reformadores. Esto significa que Dios de manera libre y soberana derrama Su gracia sobre quien Él quiere. «Así que no depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia» (Rom. 9:16). Solo por la inmerecida gracia de Dios se alcanza la salvación. «Porque por gracia ustedes han sido salvados por medio de la fe, y esto no procede de ustedes, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe» (Ef. 2:8-9).  

Solus Christus: Solo Cristo 

La Iglesia Católica Romana enseña que, además de Cristo, los santos y María fungen como mediadores entre Dios y los hombres. Los reformadores rechazaron esta abominable invención y enseñaron la verdad: «Porque hay un solo Dios, y también un solo Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre» (1 Tim. 2:5). Solo Cristo, el Cordero de Dios inmolado, soportó la ira de Dios y salvó a los indignos pecadores de la condenación eterna. Por lo tanto, Jesús es el único camino al Padre (Juan 14:6). 

Soli Deo gloria: La gloria solo para Dios 

La iglesia de Roma enseña que Dios comparte Su gloria con los santos, el Papa y el hombre —quien busca crédito por sus buenas obras. Los reformadores rechazaron esta blasfemia y enseñaron que la salvación de principio a fin es del Señor. Todo el honor y gloria le pertenece solamente a Cristo. «Porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas. A Él sea la gloria para siempre. Amén» (Rom. 11:36). 


Liliana González de Benítez es escritora y columnista cristiana. Su mayor gozo es proclamar la Palabra de Dios. Dirige el estudio bíblico de las mujeres en su iglesia y es autora del libro Dolorosa Bendición. Nacida en Venezuela. Vive en los Estados Unidos con su esposo y su hija. Puedes seguirla en sus redes sociales: Facebook, Instagram y en su blog.

El evangelio y el cuidado del enfermo

August 24, 2022 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Liliana González de Benítez

Algunas veces la vida puede compararse con una feroz batalla. Un niño nace con cardiopatía congénita, una mujer sufre infertilidad, a un padre de familia le amputan una pierna… Esto último le ocurrió a mi suegro hace apenas unos meses. Los médicos amputaron su pierna izquierda por causa de una trombosis venosa profunda (afección que ocurre cuando se forma un coágulo de sangre en una vena). Después de ser un esposo y padre abnegado, ahora pasa sus días en cama, paralizado y deprimido. 

Mi suegro vive atrincherado en la batalla. Lucha con la duda sobre la bondad de Dios, lucha con el dolor corporal y lucha con la desolación. Su esposa e hijos también luchan. Mi esposo sufre el garrotazo de la inutilidad al no poder ayudar a su padre en este tiempo de sufrimiento debido a los miles de kilómetros que los separan. Sin embargo, no lo he escuchado quejarse ni una sola vez. Más bien, da gracias a Dios por todo. 

Una auténtica comprensión del evangelio produce en nosotros frutos de gratitud, aun en el más agobiante sufrimiento. Pero si no entendemos o malinterpretamos la Escritura podemos llegar a odiar a Dios cuando nos sobreviene una grave enfermedad o vemos sufrir a un ser amado. 

El evangelio es la mejor noticia del mundo 

Cuando sufro en mi cuerpo la embestida de una enfermedad, o veo padecer a un creyente dolor físico y emocional, vienen a mi mente estas palabras de Jesús: «No temas, rebaño pequeño, porque el Padre de ustedes ha decidido darles el reino». (Luc. 12:32 NBLA) ¡No hay una mejor noticia en todo el universo! Los cristianos vivimos gozosos, porque el reino de los cielos nos pertenece. 

Aunque estemos enfermos y rodeados de problemas «nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios». (Rom. 5:2 NBLA) De esa esperanza les habla el apóstol Pablo a los creyentes que sufren: «Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en la oración». (Rom. 12:12 NVI) Aquí hay tres ordenanzas bíblicas que nos ayudan a soportar nuestros padecimientos y a consolar a los afligidos con el mismo consuelo que Dios nos ha dado en Cristo.  

Alégrense en la esperanza  

Cuando somos sorprendidos por un diagnóstico grave podemos llegar a sentir enojo, miedo, culpa, tristeza y otras tantas emociones que no sabemos controlar. En esas circunstancias, necesitamos oír la esperanza del evangelio. Pues «la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo». (Rom. 10:17 NBLA) 

Es por esa razón que al hurgar la Biblia vemos que Jesús iba a pie por toda Galilea enseñando en las sinagogas, proclamando el evangelio del reino, y sanando a todos los que estaban enfermos. (Mat. 4:23; 9:35) Él se ocupaba primero de lo más importante: enseñar y proclamar la Buena Noticia acerca del reino de Dios. «El tiempo se ha cumplido», decía, «y el reino de Dios se ha acercado; arrepiéntanse y crean en el evangelio». (Mar.1:15) Después, sanaba las enfermedades y los males de la gente. 

La prioridad de Jesús no era sanar las enfermedades físicas —aunque curó a numerosos enfermos—, Su propósito era exhortar a las personas a confesar sus pecados con sincero arrepentimiento para que recibieran el perdón de Dios y la salvación de sus almas. 

En nuestro lecho de enfermo, Dios nos llama a levantar la mirada al cielo, arrepentirnos de nuestros pecados y consolarnos unos a otros con la esperanza de resurrección que tenemos en Jesucristo. Si perseveramos, sin apartarnos del Dios de la esperanza, podremos soportar las pasajeras aflicciones de esta vida, porque Su gracia es todo lo que necesitamos. (2 Cor. 12:9-10) 

Muestren paciencia en el sufrimiento 

Nuestro nivel de paciencia aumenta a medida que meditamos en el evangelio. La Palabra de Dios nos fortalece y nos anima a perseverar en la bendita esperanza que tenemos en Cristo. Y esa esperanza no es solo para disfrutarla cuando lleguemos al cielo, podemos experimentar el amor y la consolación de Jesús ahora. 

¡Estas sí que son maravillosas noticias! No luchamos solos. Jesús nos sostiene en medio del combate. Él vive perpetuamente intercediendo por nosotros. (Heb. 7:25) El Espíritu Santo también ora con gemidos indecibles. (Rom. 8:26) Si confiamos en Su amor podremos soportar con paciencia nuestros padecimientos, porque sabemos que Dios los usa para formar en nosotros el carácter de Cristo. (Rom. 8:28-29) 

Perseveren en la oración   

Ninguna persona podrá experimentar contentamiento en medio de la tribulación si no pone en práctica el sagrado deber de la oración. El creyente que descuida la comunión diaria con Dios perderá el gozo, la paciencia y la esperanza en los periodos prolongados de sufrimiento. Esa es la razón por la que vemos en nuestras iglesias a tantos cristianos ansiosos y llenos de miedo; la falta de oración los lleva a la duda y al descontrol.  

La oración diaria nos hace apartar los ojos de la tribulación y fijarlos en Cristo. Por medio de nuestras rogaciones somos fortalecidos con el gran poder de Dios para resistir, sin cansarnos ni desanimarnos, dando gracias y confiando plenamente en que «los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada». (Rom. 8:18) 

Meditemos en esta gloriosa verdad y vivamos llenos de esperanza. 


Liliana González de Benítez es escritora y columnista cristiana. Su mayor gozo es proclamar la Palabra de Dios. Dirige el estudio bíblico de las mujeres en su iglesia y es autora del libro Dolorosa Bendición. Nacida en Venezuela. Vive en los Estados Unidos con su esposo y su hija. Puedes seguirla en sus redes sociales: Facebook, Instagram y en su blog.

Un Padre perfecto

June 19, 2022 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Liliana González de Benítez

Cuando mi hija tenía cuatro años sufrió un ataque de asma muy severo y la tuvieron que enviar a la unidad de cuidados intensivos. Mi esposo y yo nos llenamos de pánico. Por más de una semana permanecimos en la sala de espera, desde donde podíamos escuchar su llanto. Rogamos a los médicos con insistencia que nos permitieran entrar a consolarla, pero no accedieron. Hasta que una noche, cuando la sala del hospital quedó en silencio, una enfermera le dio acceso a mi esposo, él entró a hurtadillas, se acercó con sigilo a la cama donde yacía nuestra pequeña, tomó su diminuta mano y en susurros le dijo: «Soy tu papi; estoy contigo». Al verlo, ella sonrió, cerró sus parpados cansados y durmió mientras él veló toda la noche su sueño. 

Si nosotros, siendo padres imperfectos, amamos tanto a nuestros hijos, ¡cuán inmenso es el amor de Dios, el Padre perfecto, que no escatimó ni a Su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros! (Rom. 8:32). Su amor es tan alto, largo, ancho y profundo que nuestras mentes finitas no pueden llegar a comprenderlo con plenitud. Pese a nuestras limitaciones humanas, el apóstol Pablo oró para que los creyentes efesios fuesen capaces de comprender la infinitud del amor redentor de Dios (Ef. 3:18). 

El apóstol Juan también escribió repetidas veces sobre esta gracia maravillosa que se nos ha concedido: «Miren cuán gran amor nos ha otorgado el Padre: que seamos llamados hijos de Dios. Y eso somos. Por esto el mundo no nos conoce, porque no lo conoció a Él» (1 Jn. 3:1 NBLA). 

La Biblia hace una clara distinción entre Dios como Creador de todos los seres humanos, y como Padre de todos los creyentes.  Dios no es Padre de todos los mortales, solo aquellos que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios (Rom. 8:14). Hijos por nacimiento, porque el Espíritu Santo regeneró sus corazones caídos cuando creyeron en Jesús, y les dio nueva vida en Él (Juan 1:12-13). También son hijos por adopción, porque Dios en amor los eligió de antemano para adoptarlos como miembros de Su familia y acercarlos a sí mismo a través de Jesucristo (Ef. 1:5). 

¡Esta es una asombrosa realidad! Todos los creyentes disfrutamos de una relación filial con Dios por medio de Jesucristo. Y el Espíritu Santo que mora en nosotros nos hace clamar: «¡Abba Padre!». 

Tenemos un Padre perfecto 

Un Padre que ama sacrificialmente. «En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros» (1 Jn. 3: 16 RVR60). No es posible confundir el amor de Dios con ninguna otra clase o concepción de amor. El amor de nuestro Padre celestial «todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta» (1 Cor. 13:7 LBLA). Su amor perfecto lo llevó a sacrificar a Su unigénito Hijo en la cruz para salvarnos del pecado y de la muerte (Rom. 8:2). 

Un Padre que nunca duerme. Dios no pestañea ni cabecea. Puede que nos sorprendan las calamidades, pero a Él nada lo toma desprevenido. Aún no hemos clamado: «¡Abba Padre!» y he aquí, ya Él conoce nuestras angustias (Sal. 31:7). Y no solo las conoce, sino que está en absoluto control de todo lo que nos ocurre. Providencialmente, Dios hace que las diversas pruebas que afrontamos en este mundo cooperen para nuestro beneficio (Rom. 8:28). Podemos descansar en medio de las circunstancias más agobiantes, porque «no se adormecerá el que [nos] guarda» (Sal. 121:3 LBLA). 

Un Padre cercano. Dios jamás está lo suficientemente ocupado como para no oír el clamor de Sus hijos. «El Señor está cerca de quienes lo invocan» (Sal. 145:18 NVI). «Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza; siempre está dispuesto a ayudar en tiempos de dificultad» (Sal. 46:1 NTV). Cuando nos sentimos solos, Dios está cerca. Cuando nos sentimos desesperados, Dios está cerca. «El Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido» (Sal. 34:18 NVI).  

Un Padre que disciplina. La Biblia dice: «El que evita la vara odia a su hijo, pero el que lo ama lo disciplina con diligencia» (Prov. 13:24 NBLA). Nuestro bondadoso Padre nos ama tanto que permite que pasemos por pruebas y tribulaciones para ayudarnos a madurar y hacernos perfectos, sin que nos falte nada (2 Tim. 3:16-17; Heb. 12:6). Aunque nos causa dolor, Su disciplina es buena, porque lleva a la vida (Isa. 38:16).  

Un Padre en quien podemos confiar. A veces los padres hacemos promesas a nuestros hijos que no podremos cumplir, sin embargo ninguna de las buenas promesas de nuestro Padre del cielo ha dejado de cumplirse al pie de la letra (Jos. 23:14). Su Palabra es fiel y verdadera. Jesucristo afirmó: «Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que viene a mí, de ningún modo lo echaré fuera». (Juan 6:37 LBLA).  

¡Qué gloriosa promesa! La paternidad del único y verdadero Dios está disponible para todo aquel que declare abiertamente que Jesús es el Señor y crea en su corazón que Dios lo levantó de entre los muertos. «Porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación» (Rom. 10:9-10 LBLA).

Liliana González de Benítez es escritora y columnista cristiana. Su mayor gozo es proclamar la Palabra de Dios. Dirige el estudio bíblico de las mujeres en su iglesia y es autora del libro Dolorosa Bendición. Nacida en Venezuela. Vive en los Estados Unidos con su esposo y su hija. Puedes seguirla en sus redes sociales: Facebook, Instagram y en su blog.

VIDEO-SERIE #5: El consuelo de Cristo en medio del dolor

September 30, 2021 By lifewaymujeres Leave a Comment

En esta serie de videos nuestra autora Liliana González de Benítez nos habla acerca de El consuelo de Cristo en medio del dolor. Accede este VIDEO y comparte.

Liliana es autora del libro Dolorosa bendición adquiérelo en tu librería favorita o en cualquiera de las plataformas digitales.

LifeWay – t.ly/q5k4

Amazon –t.ly/LIzZ

Christian Book – t.ly/OW39

Instagram: @lilivivelapalabra

Facebook: Reflexiones Cristianas Vive la Palabra

http://www.vivelapalabra.com

Dolorosa bendición

September 30, 2021 By lifewaymujeres Leave a Comment

Dolorosa bendición

Por: Liliana González de Benítez $12.99

El sufrimiento es un tema para todo ser humano. La adversidad puede llegar súbitamente, y a veces viene para permanecer por el resto de nuestras vidas en forma de una enfermedad debilitante. Por lo tanto, necesitamos aprender a sufrir para la gloria de Dios. Dolorosa bendición ofrece la bendita esperanza del evangelio, nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, a aquellos que atraviesan el valle de sombra de muerte. A través de su experiencia con un cáncer de mama, la autora busca llevar al lector a comprender la soberanía de Dios en el sufrimiento y sus propósitos redentores en medio de la tribulación. Después de leer este libro, usted tendrá una mayor comprensión de por qué Dios permite las enfermedades, los desastres naturales y la muerte. Poseerá las herramientas bíblicas para recibir y afrontar el dolor con fe, esperanza y gratitud, y obtendrá el consuelo de la Escritura en sus propios padecimientos.

Descarga AQUÍ un extracto GRATIS de Dolorosa bendición

Adquiérelo en:
             

VIDEO-SERIE #4: El consuelo de Cristo en medio del dolor

September 29, 2021 By lifewaymujeres Leave a Comment

En esta serie de videos nuestra autora Liliana González de Benítez nos habla acerca de El consuelo de Cristo en medio del dolor. Accede este VIDEO y comparte.

Liliana es autora del libro Dolorosa bendición adquiérelo en tu librería favorita o en cualquiera de las plataformas digitales.

LifeWay – t.ly/q5k4

Amazon –t.ly/LIzZ

Christian Book – t.ly/OW39

Instagram: @lilivivelapalabra

Facebook: Reflexiones Cristianas Vive la Palabra

http://www.vivelapalabra.com

VIDEO-SERIE #3: El consuelo de Cristo en medio del dolor

September 28, 2021 By lifewaymujeres Leave a Comment

En esta serie de videos nuestra autora Liliana González de Benítez nos habla acerca de El consuelo de Cristo en medio del dolor. Accede este VIDEO y comparte.

Liliana es autora del libro Dolorosa bendición adquiérelo en tu librería favorita o en cualquiera de las plataformas digitales.

LifeWay – t.ly/q5k4

Amazon –t.ly/LIzZ

Christian Book – t.ly/OW39

Instagram: @lilivivelapalabra

Facebook: Reflexiones Cristianas Vive la Palabra

http://www.vivelapalabra.com

VIDEO-SERIE #2: El consuelo de Cristo en medio del dolor

September 27, 2021 By lifewaymujeres Leave a Comment

En esta serie de videos nuestra autora Liliana González de Benítez nos habla acerca de El consuelo de Cristo en medio del dolor. Accede este VIDEO y comparte.

Liliana es autora del libro Dolorosa bendición adquiérelo en tu librería favorita o en cualquiera de las plataformas digitales.

LifeWay – t.ly/q5k4

Amazon –t.ly/LIzZ

Christian Book – t.ly/OW39

Instagram: @lilivivelapalabra

Facebook: Reflexiones Cristianas Vive la Palabra

http://www.vivelapalabra.com

Next Page »

Primary Sidebar

Nos alegra saber que estás aquí. En este blog encontrarás artículos, devocionales y notas interesantes para tu vida. También podrás conocer de nuestros Estudios Bíblicos, Libros y Biblias. Pero, mayormente, encontrarás una comunidad de mujeres que quieren conocer a Dios y Su Palabra, y vivir de manera diferente gracias a Él.

Conoce más acerca de nosotras ►
Síguenos en FB 
Síguenos en Instagram 
Suscríbete a nuestro canal de YouTube 

RECIBE INFORMACIÓN Y NUESTRO PLAN DE ORACIÓN FAMILIAR

¿Lista para ser parte de nosotras y recibir cada mes nuestro Plan de oración familiar? Ingresa tu correo electrónico y haz click en «Inscribirse». Es así de fácil.

Puedes adquirir estos recursos en tu librería cristiana favorita: ESTADOS UNIDOS AMÉRICA LATINA

CATEGORÍAS

LO MÁS LEÍDO

  • CREADA PARA SER FUERTE
  • Creada para ser confiada (Pr 31:25)
  • Ya no siento amor por mi pareja.
  • QUE TU HIJO NO SEA “EL MUCHACHO CONSENTIDO”
  • ¿Qué es el ministerio para las mujeres y por qué es necesario?
Eventos Button Image

Copyright © 2023 · Lifeway Christian Resources All Rights Reserved

Cleantalk Pixel