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“Celebramos la vida”, es una frase que se hizo bandera en nuestra familia desde hace algunos años, tiempo después nos tocó demostrar que la decíamos porque la creíamos, más allá de lo que estuviéramos viendo y viviendo. Comprobando las  palabras del Señor en Juan 10:10: Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.

Un 13 de enero nació mi hija Mical, era la primera nieta, la primera sobrina, su llegada generó en todos un ambiente de ternura y gratitud al Señor por la bendición de recibirla en medio nuestro.

Todo era tierno y delicado, lo rosado predominaba, lazos y florecitas por todas partes. A su llegada, la tomé en mis brazos, desde ese momento hasta siempre. Se instauró el vínculo eterno entre la madre e hija. Sus  ojos en mis ojos, su mirada en la mía. Sin palabras primero, porque no las tenía, pero desde el principio supo decirme lo que sentía. Era la respuesta a la oración de sus padres, el deseo cumplido del corazón de sus abuelos. Su nacimiento era todo un acontecimiento entre la tierra y el cielo.

Cada 13 de enero desde entonces era fiesta segura, torta, pizza, helados, regalos, mucha gente, familiares, amigos, todos venían a celebrar a Mical.  Mi corazón de madre ardia en agradecimiento. Desde entonces creí que ese día para mí siempre sería de fiesta.

Pero 8 años después, la noche de un 13 de enero se fue mi Papá. Lo vi irse poco a poco, sin tiempo para quedarse más. Sus 35 años de paternidad en mi vida no parecían suficientes para consentir su partida. Me parecía que con 56 años todavía tenía mucho que enseñarme, muchos lugares donde acompañarme, muchos momentos en los que anhelaría sus brazos sosteniéndome como al principio, como siempre. Fuimos un gran equipo, era mi corazón en el suyo y su corazón en el mío. Su fe esculpía la mía, modelaba la vida delante de mi, tanto con errores como con aciertos, me enseñó que para vivir no se necesita mucho sino que sólo Dios es necesario. 

Y justo ese día, en que Mical llegó, él se fue. El corazón de la madre quedaba desplazado por el corazón de la hija, era un misterio a la vista, qué relación tiene el pastel con el funeral. Muchos llegaron a casa, no para cantar el “cumpleaños feliz” sino para darnos el “sentido pésame”.

La buena noticia es que el Señor llegó primero, antes de que Mical llegará y antes de que Papá se fuera, con la fuerte promesa de que celebraríamos la vida siempre. 

Entre llanto y alegría entendimos que celebrar la vida no es montar una fiesta un día en el calendario, es reconocer y celebrar la presencia de Dios con nosotros todo el tiempo. Él es quien  da fuerza en tiempos de debilidad, luz en tiempos de oscuridad y alivio en días de dolor. 

Veo a mi Dios soberano en este día,  en la llegada como en la partida. Si tuviera que hacer una marca en mi calendario sobre el 13 de enero, pondría una V de victoria. Sería mi forma de decir: Cristo venció la muerte, por lo cual aun después de la muerte hay Vida, hoy Papá está más vivo que nunca. En esa victoria establezco la fiesta. 

Para cuando el alma no tiene ganas de levantarse de la cama, cuando la nostalgia intenta cubrirme como colcha en el invierno, le recuerdo a mi corazón que todo tiene su tiempo, que todo tiene su hora debajo del sol, que hay tiempo para nacer y tiempo para morir. Aprendiendo que la vida y la muerte están en el mismo cuadro, enmarcadas en la eternidad. Creyendo como en  1 Timoteo 1:10, que nuestro Señor y Salvador Jesucristo, venció la muerte y sacó a luz la vida. 

¿Paradójico? Por demás, pero glorioso. 

Hoy mi familia celebra que tenemos a Mical y que por 56 años tuvimos a mi papá, sus vidas son un regalo que no faltará nunca en nuestra lista de agradecimientos. El Señor dio, el Señor quitó, igual le bendecimos. Entendidos de que si vivimos para Él vivimos, si morimos para Él  morimos, y sea que vivamos o que muramos somos del Señor. 

Así que en mi casa este día es de fiesta, Celebramos la Vida, comparto con ustedes mi alegría. ¡Cristo venció!

Él dijo: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.  (Juan 11:25).

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