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Por Liliana Llambés

He tenido el privilegio de tener a mi madre desde el momento que por primera vez abrí mis ojos,  hasta el día de hoy que ella tiene 78 años, y no siempre la he honrado como dice la Palabra. 

El mundo nos da una enseñanza equivocada sobre honrar a nuestra madre. En algunas culturas aún existe la noción de que nuestras vidas como adultos están controladas por la mamá. Sin embargo, que hermoso saber cómo cristianas que la Palabra tiene la enseñanza correcta de cómo honrar a nuestra madre. 

Una de las misiones de los diez mandamientos es enseñarnos el amor a Jesús (Juan 14:15), y entre esos mandamientos, el objetivo del quinto mandamiento es honrar a mamá. «Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días sean prolongados en la tierra que el Señor tu Dios te da» (Ex. 20:12). Aquí encontramos el fundamento bíblico para honrar a nuestra madre, a pesar de cualquier cosa que haya ocurrido en nuestra relación y si ella sea cristiana o no. 

Ahora quisiera compartir contigo algunas formas prácticas que me han sido de ayuda a través de estos 28 años de ser cristiana, para honrar a mi mamá. Aunque mi madre no era creyente por gran parte de ese tiempo, la bendición de llamarla mi hermana en Cristo llegó hace cuatro años. 

1) Ora por ella 

Cuando oramos por nuestra madre llevando al trono de nuestro gran Dios nuestras súplicas por ella, estamos realizando el regalo más grande y hermoso para honrarla. Estamos intercediendo por su salvación si no es creyente, por su salud, necesidades, relaciones con otros y con nosotras. Desde Génesis capítulo 3 en la caída del hombre, vemos que en las relaciones existen diferencias, y en la cotidianidad de la vida hay problemas, mal entendidos y situaciones de dolor, por lo cual necesitamos orar para que haya sanidad en su corazón y en el nuestro (Fil. 4:6-7). 

2) Perdona 

En esta humanidad caída, es inevitable que en las relaciones existan situaciones con malos entendidos, nos ofendamos unos a otros, se da el abandono, la traición etc. Es probable que existan heridas tan profundas que solamente la intervención del Señor puede sanar, pero debemos tomar la decisión de perdonar. El ejemplo más grande lo tenemos en Jesucristo, quien dio Su vida por el perdón de nuestros pecados por Su gracia y misericordia, aunque Él nunca pecó (Ef. 4:32; Mar. 11:25). 

3) Dedícale tiempo 

A medida que el tiempo va pasando, nuestras ocupaciones son mayores y no es tan fácil cumplir con todas ellas. Algunas veces, estar con nuestras amistades ocupa ese tiempo, pero debemos ser intencionales en pasar tiempo con nuestra madre, escucharla, ayudarla y disfrutar de ella, así como lo hacemos con otras personas. Al avanzar en edad necesitará más de nosotras, sea que vivamos lejos o no.  

 
Al compartir con ella expresemos nuestro amor, al darle un abrazo, un beso, una palabra agradable de elogio o de agradecimiento, pequeños detalles que para ella significan mucho. Recordemos que como cristianas el Espíritu del Señor nos enseña a honrarle día a día, momento a momento, minuto a minuto. El hecho es, que no sabemos hasta cuándo el Señor nos permitirá honrarla en esta tierra (2 Jn. 1:12). Aprovechemos el tiempo. 

4) Háblale con amor, amabilidad y respeto  

Una de los actos más desagradables que podemos presenciar es cuando un hijo le falta al respeto a su mamá. Nuestro amor no puede estar condicionado a como ella te haya tratado en el pasado, pues Dios en Su Palabra claramente nos enseña, «No seas vencido por el mal, sino vence el mal con el bien» (Rom. 12:21 LBLA). No nos dice que tengamos que justificar sus errores o pecados y dejarlos pasar por alto, sino que las trataremos de una forma agradable a los ojos de Dios. 

A medida que los años pasan y va envejeciendo se encontrará con enfermedades, será una persona que nos repetirá una y otra vez las mismas cosas y las mismas historias. Se le olvidará tomar sus medicinas, etc. Pero recordemos que la forma de amarla y honrarla es tratarla con amabilidad y paciencia (Lev. 20:9; 1 Tim. 5:1a). 

5) Atiende sus historias y consejos 

Uno de los regalos más hermosos que podemos dar a nuestra madre, es escucharla contar las historias de cuando éramos niños, compartiendo fotos de diferentes etapas de su vida. Puede que ya las sepas de memoria, pero no importa, puedes escucharlas una y otra vez. Ella está contando parte de nuestra historia a través de su vida.  

Referente a los consejos, puede resultar complicado y difícil cuando no van de acuerdo con la Palabra del Señor, pero eso no debe llevarnos a la falta de respeto, debemos escucharla y filtrar esos consejos en la sabiduría divina (Prov. 1:8; 23:22). 

6) Sírvele en lo posible 

El tiempo va pasando y cada vez más nuestra madre necesita de nuestra ayuda. Aunque vivamos lejos, encontremos la forma de estar al tanto de ella día a día. Podemos recordarle sus citas con el médico, las medicinas que debe tomar o enviarle una comida. Y aunque no vamos a poder hacerlo todo, si somos intencionales, podemos cooperar en lo que sea posible. (1 Tim. 5:4) 

7) No la culpes por tu pecado 

Es triste, en mis tiempos de consejería, escuchar hijas culpando a su madre por su pecado. Cada una de nosotras somos responsables por nuestros pecados y necesitamos confesarlo, arrepentirnos y responsabilizarnos de ellos con madurez. En el Señor hay esperanza para aquel que se arrepiente (2 Cor. 5:10). 

8) Ámala 

El mejor regalo de honrarla es amarla como Cristo nos amó. Dale abrazos, mimos, besos, demuestra ese amor (1 Cor. 13). En Jesús, aun siendo Dios, encontramos el mayor ejemplo de honra a Su madre María. Se sometió a ella y a Su Padre celestial en todo tiempo. Jesús se sujetó a Sus padres terrenales (Luc. 2:51). Cuidó a María Su madre aquí en la tierra hasta el final, encomendándosela aún a la hora de Su muerte a Su discípulo amado, Juan (Juan 19:26-27). 

Amada, mi oración para ti y para mí, es que mientras el Señor nos dé la oportunidad de tener en esta tierra a nuestra madre, podamos honrarla como Jesús lo hizo, honrando a Su madre en la tierra y a Su padre celestial.


Liliana Llambés, misionera por más de 15 años con la IMB. Su pasión es llevar el mensaje de salvación donde el Señor la envíe y hacer discípulos a mujeres de todas las edades, con el fundamento bíblico de la Palabra de Dios. Miembro de la Iglesia Bautista Ciudad de Gracia en la ciudad de Panamá. Tiene una Maestría en Estudios Teológicos en el Southern Baptist Theological Seminary. Autora del libro 7 disciplinas espirituales para la mujer. Esposa del pastor-misionero, Carlos Llambés, madre de 4 hijos adultos y 9 nietos. Actualmente reside en Panamá en donde junto a su esposo están realizando trabajo misionero. Puedes seguirla en Facebook: @lilyllambes, Instagram: @lilyllambes,Twitter @lilyllambes, su blog liliana.llambes.org

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