[Pasaje devocional: Salmo 37:18-31]
Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, porque Jehová sostiene su mano. (Salmo 37:24)
Una ventaja de caernos es saber quiénes acudirán a ayudarnos en caso de estar heridos. Si esa caída es producto de nuestra debilidad, una tentación que nos hizo caer al fango y pensamos que ya todo ha terminado, entonces será más evidente quiénes, por amor, serán capaces de vencer prejuicios y legalismos.
Yo tomé decisiones importantes sin antes buscar la voluntad de Dios y sufrí las consecuencias, tuve que soportar juicios y legalismos que me aplastaban. Sin embargo, continué mi vida y toda esa experiencia fue vital para servir de bendición a otros.
Tarde o temprano tropezamos y caemos, eso es parte de la vida cristiana. Pero no es el momento de buscar con desesperación los recursos humanos para levantarnos y seguir, sino buscar de arriba la ayuda que realmente necesitamos. Es una ocasión para orar, reflexionar en la Biblia y en nuestra fe. Debemos actuar, pero según nos guíe el Espíritu Santo.
Podemos andar confiados porque también es parte de la vida saber que contamos con un Padre que no nos juzgará, sino que con amor nos tenderá Su mano para levantarnos y darnos una lección de amor. Nuestro Dios siempre está dispuesto a levantarnos.
Señor, aunque la caída haya sido por mi culpa, busco tu rostro para ver tu mano levantándome y restaurándome.
Un devocional de Revista Quietud