Por María Renée de Cattousse
La oración es una disciplina espiritual, un medio de gracia, donde tenemos la certeza de ser escuchadas por Dios. Acerquémonos confiadas a una íntima creciente relación con Él, sabiendo que responderá Su perfecta voluntad. Mientras oramos somos enseñadas a descansar en Su soberanía y a la vez aprendemos a ser sostenidas porque Él es nuestro refugio.
La oración se ha ido convirtiendo para mí en un tiempo de adoración, donde puedo venir delante de la presencia de Dios como soy y como me siento.
Si hay algo que quiero compartir contigo es que somos transformadas en la manera que oramos, y como oramos, te dejo algunos puntos importantes que las Escrituras me ha permitido meditar. Continuemos juntas aprendiendo a deleitarnos en este hermoso regalo de la oración.
Los discípulos deseaban aprender a orar
Toma tu Biblia, vamos juntas a Lucas 11:1-4 (uno de los discípulos le pide a Jesús que les enseñara a orar) observa cómo el discípulo que quiere aprender le dice a Jesús que los discípulos de Juan el Bautista oraban. Luego podemos ver a Jesús respondiendo su petición enseñándoles a orar.
Leer este pasaje me ha permitido pedirle al Señor lo que este discípulo pidió “Enséñame a orar” anhelo ser una mujer profunda, madura en oración.
Anhelo ser como mi Salvador. Aunque debo decirte que muchas veces este deseo era una carga para mí, he aprendido a reconocer mi incapacidad, pero también estoy confiando más profundamente en lo que Su Palabra me enseña. Él ha iniciado Su obra en mí y la perfeccionará. No se trata de mí sino de Cristo en mí.
Jesús oró
Podemos leer en las Escrituras que Jesús apartaba un tiempo constantemente para orar. Que Su ejemplo sea motivo para ser también nosotras constantes e intencionales como Él fue. Te comparto algunos pasajes donde puedes verificar como el Señor buscaba ese tiempo de oración (Marcos 1:35; 6:46; 7:34-35; 8:6, Mateo 14:13; 26: 36-44, Lucas 5: 15-16; 6:12-13; 9:18; 22:31-32; 24:30, Juan 6:11; 11: 41-4; 17: 1-26).
Ora las Escrituras
Estoy segura de que aún tengo mucho que aprender, y quiero hacerlo, reconozco que en varias ocasiones no sé exactamente como orar, pero confío en que Dios sabe perfectamente que es lo mejor, y allí radica mi confianza.
Toda la Escritura está llena de oraciones que pueden ser para nosotras fuente de inspiración para nuestras oraciones. Sumérgete constantemente en ellas para ser arraigada y profundizada en el conocimiento de nuestro Señor. De manera que podamos experimentar una relación creciente, auténtica y profunda en Él donde nuestras oraciones serán alineadas a Su propósito. Así nuestra intercesión será alineada a la voluntad de Dios, para que podamos descansar y deleitarnos en nuestro tiempo de oración.
Considera la oración de Pablo en la carta a los Efesios 1:18-19 y 3:14-19 te recomiendo que la puedas leer y meditar para que guíen tus oraciones.
No estamos solas
Romanos 8:26-34. Quiero animarte a que leas este pasaje, vuélvelo a leer y medítalo, permite que te muestre la dicha, el regocijo de que no estamos solas, no permitamos que las circunstancias nos abrumen. Consideremos lo que este pasaje está hablando a nuestros corazones, el mismo Espíritu de Dios está intercediendo por nosotras ante el Padre. Esto es maravilloso.
Quizás haya momentos en nuestras vidas que no sepamos como orar, nos sentimos débiles, pero hay un intercesor, no estamos solas, y Su intercesión es conforme a la voluntad de Dios ¡que más podríamos necesitar!
Reflexionemos aspectos importantes de este pasaje
- Cristo vivió la vida que no podemos vivir, de una manera santa y perfecta, nos modeló con Su vida el poder de la oración, Su necesidad de hacerlo y obediencia también.
- Confió en que era escuchado y serían respondidas Sus peticiones.
- Dio Su vida por nosotros, muriendo en una cruz y en esa misma aflicción oró al Padre.
- Al tercer día resucitó, está sentado a la diestra del Padre e intercede por nosotros, gloria a Dios por tanta misericordia y esperanza. Respondamos en gratitud viviendo vidas dependiendo de Él.
Animémonos pues a acercarnos en oración en todo tiempo, no buscando palabras adecuadas, sino en adoración, en alabanza y confiadas. Que podamos experimentar un cambio en nuestros anhelos, afectos y prioridades.
Que experimentemos de manera más profunda lo ancho, alto y eterno del amor de Dios.
Que anhelemos de manera creciente ir a descansar en la oración, para experimentar paz, gozo y deleite en nuestras vidas y en la vida de quienes estamos intercediendo.
María Renée de Cattousse, pecadora, salvada por gracia, justificada por la fe en la obra de Cristo, redimida por la misericordia de Dios. Es miembro de la Iglesia Reforma en la ciudad de Guatemala. Esposa de Carlton, mamá de Mario René y Valeria. Odontóloga.