PASAJE DEVOCIONAL: MATEO 6:19-21
Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. (MAT. 6:21)
Vivimos en un mundo donde se les da gran importancia a los bienes materiales. La mayor parte de nuestro esfuerzo y tiempo están enfocados en lograr tener una casa grande, el mejor auto, los últimos aparatos electrónicos, una buena cuenta de banco, etc. Todas estas cosas (tesoros) que a simple vista son metas comunes, terminan por acaparar toda nuestra atención, esto hace que olvidemos constantemente aquello que en realidad tiene valor eterno. Hace un tiempo nuestra casa fue robada y perdimos algunas cosas de valor.
Recuerdo la sensación tan grande de impotencia que me embargó, al ver que alguien se había llevado cosas preciadas para mí. Llegué a sentirme muy triste y frustrada. Con el paso de los días, el Señor me ayudó a comprender que mi corazón se había apegado demasiado a unos pocos bienes que, además de ser perecederos, en realidad no tenían la importancia que yo les había dado.
Recordé también las épocas de pobreza en mi país de origen, donde no poseíamos casi nada y, sin embargo, sentíamos mucha tranquilidad y alegría en medio de todo.
Analizando las palabras de Jesús en el pasaje de hoy, podemos ver que existen dos graves peligros que corremos al enfocar nuestro corazón solamente en cuidar y almacenar tesoros terrenales. Primero, es que la polilla y el orín, que corrompen las cosas materiales, pueden terminar corrompiendo también nuestros sentimientos.
Y segundo, de la misma manera que un tesoro terrenal está expuesto a que un ladrón se lo robe, nuestra vida espiritual es más vulnerable a ser minada y hurtada por el mal que nos rodea. Las cosas realmente importantes para el alma y para la vida, no tienen valor material. El amor, la familia y los amigos, son bienes espirituales que hacen rica a la persona más carente de dinero.
Nuestra riqueza más grande es la salvación, y nuestro mayor tesoro está guardado en el cielo, junto a Dios, ahí debe estar nuestro corazón. Sabemos que no hay lugar más seguro que ese. Cuando nuestros tesoros están guardados en la eternidad, nuestro paso por este mundo se aligera y tenemos paz.
Padre, ayúdanos para que podamos hacer tesoros en el cielo.
Un devocional de Devoción para el corazón (B&H Español)