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Este es el mensaje que hemos oído de
él, y os anunciamos: Dios es luz, y no
hay ningunas tinieblas en él.
1 J U A N 1 : 5

Hay un profesor de física en la parte rural de Texas que hace experimentos sencillos para su clase con implicaciones sorprendentes. Sus experimentos nunca son costosos ni están fuera del entendimiento de los alumnos, pero aun así ha dado un par de lecciones que se alejan del campo de la ciencia y se acercan más al ámbito de la poesía.

Una tarde, comenzaron su estudio de la luz. El profesor sacó un prisma de cristal y lo iluminó para mostrar todos los elementos visuales de la refracción de la luz. Colocó un espejo en ángulo y mostró los conceptos de la refracción de la luz, pero lo que más disfrutó sobre la lección de la luz sucedió alrededor del concepto de un fósforo.

Le pidió a un alumno que apagara las luces e hizo notar la realidad de la oscuridad. Estaban en un salón de clases en el interior de un edificio, así que no había ventanas que permitieran el paso de la luz al salón. En cierto modo, los estudiantes pudieron experimentar la oscuridad total. El profesor continuó hablando a la clase. Explicó que había tal nivel de oscuridad en el salón que, incluso cuando sus ojos se ajustaran a la oscuridad, no podrían ver nada en absoluto. Eso fue hasta que encendió un fósforo. Cuando lo encendió, cada ojo que había estado perdido en la oscuridad se enfocó en el frente del salón para observar la luz que producía la flama.

Al irse apagando el fósforo, encendió otro y pidió a los estudiantes que lentamente formaran un círculo. Aunque la luz era tenue, la pequeña flama había producido suficiente luz para que los estudiantes vieran los objetos en el salón. El profesor preguntó: «¿Quién me puede decir algo sobre este fósforo?». Una estudiante levantó su mano y dijo: «Nosotros bloqueamos la luz por nuestras sombras. No hay luz en nuestras sombras». El profesor sonrió al encender otro fósforo y dijo: «También podríamos decir que no hay oscuridad en la luz».

Los estudiantes no entendieron hasta que el profesor encendió las luces. Tomó otro fósforo y les pidió a los estudiantes que se acercaran con sus teléfonos y encendieran el flash en sus cámaras. Encendió el fósforo y les pidió que tomaran tantas fotografías como pudieran. Cuando los estudiantes observaron sus fotografías, encontraron que podían ver la sombra de la mano del profesor y del fósforo, pero no podían ver la sombra de la flama. Cuando el profesor vio que los estudiantes comenzaban a comprender, terminó la clase diciendo: «La flama es sencillamente una fuente de luz; la luz no tiene sombra».

SEÑOR, GRACIAS POR SER LA LUZ EN MI VIDA.
GRACIAS POR NO TENER IMPERFECCIONES, GRACIAS
POR SER LA PARTE PERFECTA DE MI VIDA. TÚ NO
TIENES OSCURIDAD, SEÑOR. PERMÍTEME COMPARTIR
LA LUZ QUE TÚ DAS TAN LIBREMENTE. AMÉN.


Un devocional de 100 días de gozo (B&H en Español)

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