Skip to main content

Él es quien perdona todas tus iniquidades,
Él que sana todas tus dolencias.
S A L M O S 1 0 3 : 3

¿Alguna vez has ido al doctor? Supongo que una pregunta más adecuada sería ¿con cuánta renuencia vas al doctor? La mayoría de las personas han ido al doctor, pero es probable que muchos hayan sido renuentes a agendar una cita. Inventamos cientos de razones en nuestras mentes para no tener que ir. Decimos cosas como «No estoy tan mal», o «No tengo el tiempo», o «Solamente necesito descansar». Mi favorita, la cual escucho muy a menudo, es «Se me va a pasar», y no hay nada peor que pensar así.

Cuando nos da una gripe o un poco de fiebre, nuestra actitud sencillamente es tolerar la enfermedad con la esperanza de que nuestros cuerpos puedan seguir adelante. Así no es cómo funcionan nuestros cuerpos. En realidad, así no funciona nada. Cuando se enciende la luz en el auto que dice: «Revisar motor», todos sabemos que no es sabio seguir forzando nuestro auto a funcionar como si nada necesitara reparación.

Muchos de nosotros hemos llegado al punto en el que finalmente nos arrastramos a la oficina del doctor y admitimos que necesitamos ayuda. Muchos de nosotros podemos recordar un momento en el que el doctor nos miró y preguntó: «¿Por qué no viniste antes?». El resultado es siempre el mismo. Nuestro medicamento es más caro de lo que pudo haber sido, nuestra recuperación toma más tiempo de lo que debió haber tomado y nuestras vidas son perjudicadas un poco más de lo que era necesario. Sin embargo, ese no es el problema principal. No importa cuánto podamos odiar ir al doctor; siempre termina habiendo un suspiro de alivio. Incluso mejora nuestro sentido del humor simplemente porque sabemos que la enfermedad ha sido tratada o está en el proceso de tratamiento.

En algún momento de nuestro caminar cristiano, todos nos encontramos con la enfermedad del pecado. Muchos de nosotros intentamos lidiar con él con nuestras propias fuerzas. Suponemos que el arrepentimiento significa simplemente ya no tener cierta conducta, pero es mucho más profundo que eso. Lidiar con el pecado es llevarlo a Cristo, pedir perdón y remover el deseo por eso en tu corazón. Así como la enfermedad, mientras más tiempo se queda, más difícil es deshacerse del pecado. ¡Trata la enfermedad del pecado y descubre el gozo de caminar una vida cristiana saludable con Cristo como tu gran Médico!

SEÑOR, ESTOY ENFERMA. ME HE PERMITIDO
CAMINAR EN PECADO. RECUÉRDA ME QUE EL
PECADO ES UNA ENFERMEDAD QUE NECESITA
TU ATENCIÓN. RECUÉRDAME VENIR A TI EN
MIS TIEMPOS DE NECESIDAD PARA QUE ESTA
ENFERMEDAD SEA REMOVIDA. AMÉN.


Un devocional de 100 días de gozo (B&H en Español)

Leave a Reply

Hit enter to search or ESC to close