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Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado y
de la justicia de Dios y del juicio que viene. —NTV
JUAN 16:8

Johanna Veenstra no encontraba paz en su trabajo como secretaria hasta que se rindió al llamado de Dios y viajó a África. Sin embargo, durante el trayecto, aprendió la lección más importante para quien desea servir a Dios. Comprendió que ella podía hacer mucho trabajo, pero ver poco fruto pues es el Espíritu Santo quien convence de pecado. Es Dios quien cambia vidas.

Con esto en mente, Johanna se dispuso a tener una vida de dependencia en Dios. Su vida de oración fue ejemplar y de inspiración a muchos. Trabajó en Lupwe, el actual estado de Taraba en Nigeria. Se dedicó principalmente a la labor médica y a la predicación.

Johanna entró de lleno a una región de oscuridad, llena de idolatría, fetichismo, poligamia y todo tipo de situaciones complicadas. Soportó ratas e insectos, sin echar de menos la ciudad de Nueva York que dejó atrás. Murió joven, a los 39 años, pero fue la primera mujer misionera de su denominación.

Como ella, debemos comprender que nosotros no producimos el cambio en las personas. Nuestra misión es compartir las buenas noticias. Dios se encarga del resto. Tristemente, muchas veces no hacemos nuestra parte. ¿Quién oirá si no vamos nosotras y hablamos de Jesús? ¿Te está llamando Dios? (KOH)

No encontraremos paz hasta que estemos en
el lugar donde Dios quiere ocuparnos.


Un devocional de Un año con Dios (B&H Español)

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