Margarita de Michelén
Creo de todo corazón que una relación sólida con el Señor es lo que da sustento y coherencia al vivir cristiano, sin importar el estado en que nos encontremos. Me fascina, y a la vez me sorprende, ver cómo el Dios alto y sublime se ha identificado con imágenes diferentes para darnos a entender un poco quién es Él, cómo nos ama y lo que está dispuesto a hacer por los suyos.
Las imágenes nos ayudan a captar las cosas. Ver cómo se nos presenta el Dios Trino en la Escritura nos servirá de ejemplo y de guía en nuestras vidas. Una de esas imágenes es la del Novio y Esposo. Estas palabras encierran varios significados: amor, deleite, gozo, alegría, sentido de pertenencia, de protección, de provisión. Solo tenemos
Tener un novio con miras a que se convierta en esposo es maravilloso. Tan es así que luego de que Dios (en la primera cita amorosa de la historia) presentara a los primeros esposos, e hiciera un recuento de Su creación, nos deja por escrito lo siguiente:
Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera (Gén. 1:31).
Si un esposo terrenal es algo «bueno en gran manera», ¿no crees que si Dios se nos presenta como un Esposo es algo que va más allá de ser «bueno en gran manera»? Él nos dejó esta imagen de Sí mismo con un propósito, y en la medida en que entendamos tal propósito nuestra relación con Él crecerá, se profundizará, nos hará florecer y experimentar todo cuanto nuestro corazón de mujer necesita.
Colocarnos cada día bajo la «sombra de nuestro Amado» tanto en oración, como en estudio y meditación de la Palabra nos traerá todo el conocimiento de Su persona, para que la imitemos, y a la vez, la sabiduría para guiar cada área de nuestras vidas, en este caso nuestro matrimonio. De nuestro amor y pasión por Él fluirá nuestro amor y pasión por nuestros esposos.
Porque Él nos amó primero, y es también el parámetro del amor, podremos amar a ese prójimo que vive con nosotras desde que nos levantamos hasta que nos acostamos: nuestro esposo. Como le amaremos con amor divino, pasaremos por alto las ofensas, esas cosas que nos decepcionan, no tendremos expectativas irreales, y buscaremos de todo corazón amar según nos enseña 1 Corintios 13:4-8. Este pasaje describe la esencia del amor puro y sin egoísmo. Amar así es contrario a nuestra naturaleza pecadora.
Pero como tenemos un Esposo que nos dice: Con amor eterno te he amado, por eso te he atraído con misericordia (Jer. 31:3), eso que de gracia recibimos (un amor y misericordia no merecidos), de gracia podemos también dar.
Con Su ayuda podemos extender un amor que es paciente, sufrido, constante, que no envidia, no se jacta, no es orgulloso, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor, no se deleita en la maldad, se regocija en la verdad, todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta, a esos hijos suyos que nos regaló como compañeros.
Un fragmento del libro Mujer verdadera: el maravilloso diseño de Dios para ti (B&H Español)
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