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Hay una temporada para todo, un tiempo para
cada actividad bajo el cielo. —NTV
ECLESIAST É S 3:1

Elisabeth Elliot conoció a Jim en la universidad. Compartían un llamado misionero y anhelaban servir a Dios juntos. Sin embargo, decidieron esperar el tiempo de Dios.

Una noche conversaron largo tiempo sobre el tema en un escenario nada común para el romance: ¡un cementerio! La luz de la luna proyectó la sombra de una cruz entre ellos; parecía confirmar que era Cristo el que los unía y el que tenía primer lugar en sus vidas. Por difícil que fue separarse, viajaron como solteros a Ecuador y solo se casaron cuando sintieron que era el tiempo de Dios.

La pareja deseaba alcanzar para Cristo a la primitiva etnia auca o waorani, aislada y violenta. Su vida estaba en manos de Dios. En 1956 Jim y cuatro hombres más fueron derribados por las flechas de los aucas en su intento de hacer contacto con ellos.

Elisabeth Elliot, viuda de Jim Elliot, siguió trabajando en tribus de la zona por varios años. Su libro, Portales de esplendor, comunicó al mundo la historia de los cinco, cuyo testimonio y martirio ayudó a levantar una generación de cientos de misioneros.

Es bueno desear casarse, sobre todo en una relación que honra a Dios. Pero no te apresures; asegúrate que sea en el tiempo perfecto del Señor. (MHM)

Pon tu vida amorosa en el altar y mantenla
allí hasta que Dios la quite.

ELISABETH ELLIOT


Un devocional de Un año con Dios (B&H Español)

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