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Por Pastor Sergio Villanueva, México

Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.
Lucas 2:6-7

Jesús vino a este mundo en el tiempo adecuado que Dios había preparado. Sin adelantarse y demorarse. Dios tenía simplemente todo preparado. ¿Has viajado alguna vez a una ciudad durante el tiempo de un evento importante? ¿El concierto de algún famoso, una conferencia de gran impacto, la visita de algún mandatario? Las calles se llenan, los hoteles se agotan, la impaciencia se incrementa. A esa lista de complejidades, añádele estar en la última etapa del embarazo, a punto de dar a luz. Parecería el peor momento para traer un bebé al mundo. Pero el tiempo de Dios la mayoría de las veces corre distinto al tiempo de los hombres. Dios Padre, había escogido que este tiempo caótico fuera el momento preciso en el cual Su hijo unigénito viniera a la tierra para cumplir Su plan de salvación. 

Jesús llegó de manera inesperada para muchos y llegó para cambiar toda la historia. En el momento más incómodo para María y José. En el tiempo más ocupado y alborotado en la

ciudad, en el tiempo cuando todas las puertas se cerraron y cuando parecía que nadie prestaba atención. Digno de mayor fama que cualquier cantante pasajero, con mayor impacto que cualquier evento humano, con mayor poder que cualquier dignatario terrenal. Jesús llegó de manera inesperada, pero llegó cuando este mundo y nuestra alma más le necesitaban. Cuando la Navidad golpea nuestras puertas, vengamos a Él en el tiempo oportuno: ¡Hoy adorémosle!

Publicado originalmente en Reflexiones diarias de Navidad por autores y colaboradores de Lifeway Español y BH Español

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