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[PASAJE DEVOCIONAL: DANIEL 2:19-28]

Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría. (Dan. 2:20)

Una estimada amiga llegó a ser abuela muy joven. Cuando nació su nieto, «el mundo entero» lo supo. Todo era regocijo entre familiares y amigos por la nueva criatura que Dios había regalado. Sin embargo, pocos días después del nacimiento, la felicidad se empañó cuando el bebé fue diagnosticado con una condición médica particular. La angustia y la desesperación llegaron.

Con el paso de los días el panorama clínico se hizo más crítico. El bebé había desarrollado otras complicaciones más serias y debían trasladarlo a un hospital especializado. La tensión aumentaba, el desconsuelo parecía absorber cada respiro y consumía día a día las esperanzas de vida para el niño.

La impotencia de no poder solucionar la situación llevó a la familia, y especialmente a mi amiga, a buscar refugio en el Dios Soberano, el que tiene control sobre todas las cosas, el que da y quita la vida, el que puede obrar milagros en tiempos bíblicos y también hoy.

Ella comenzó a experimentar la fe en el Señor como nunca antes. Tal vez porque nunca antes había necesitado tanto de Él. Y algo maravilloso sucedió. Esta abuela llena de amor, comenzó a compartir a diario las incidencias de su nieto a través de la computadora y su perfil de Facebook. Mientras transcurrían los días en que el niño estuvo en el hospital, durante la agonía de las operaciones, mi amiga nos mantenía conectados con el Señor a través de la oración.

Esto era algo natural para nosotros los cristianos, pero pienso en las decenas de familiares y amigos que no conocen al Señor, para los cuales cada versículo bíblico, cada oración, cada expresión de gratitud que ella compartía sembraba en sus corazones una semilla de parte del Dios Soberano.

Así es Dios. Él puede utilizar una aparente tragedia para alcanzar a aquellos que viven una verdadera tragedia, la de ir por la vida sin Dios, sin fe y sin esperanza. Cuando Dios reveló el sueño del rey y su interpretación a Daniel, el joven no pudo más que dar gloria al único Dios que pudo haberlo hecho. Eso también hizo mi amiga cuando el Señor sanó a su nieto.

¿Por qué tendrías que darle la
gloria a Dios hoy?

Un devocional de Devoción para el corazón (B&H Español)

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