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Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad
gracias en todo, porque esta es la voluntad
de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.
1 T E S A LO N I C E N S E S 5 : 1 6 – 1 8

A todos nos dicen que algo podría ser peor. Habiendo dicho esto, odio cambiar el aceite de mi auto. Claro, nunca se trata del cambio de aceite en sí. Como muchos de nosotros sabemos, muchas veces llevamos nuestro auto al mecánico local y nos damos cuenta de que siempre hay algo más que necesita nuestra atención. Sin importar qué tan cuidadosos seamos como conductores, no importa cuántos baches evitemos, no importa de cuántos accidentes nos libremos… Sin falta está presente la interminable realidad de que siempre hay algo más que arreglar de lo que esperábamos.

Lo mismo puede decirse de Andrés cuando llevó su auto al mecánico. Ahora, Andrés era un individuo financieramente responsable. En general, compraba un auto con un par de miles de millas en lugar de uno nuevo. Vivía en un barrio que tal vez no era el más lindo, pero definitivamente accesible. Incluso compraba partes para su auto por su cuenta, en lugar de simplemente dejar que el taller proveyera esas partes. Su plan al hacer todo esto era poder comprar su primera casa, en lugar de sacar un préstamo. Era ambicioso, pero, de acuerdo con su plan, tendría lo suficiente para comprar su primera casa en unos pocos años.

Debido a su estilo de vida tan cuidadoso, odiaba lo que llamaba «hipos». Los hipos eran esos deslices financieros inesperados que le alteraban su plan poco a poco. Nunca era algo grave, pero siempre era algo inoportuno, y este día un hipo se veía venir.

Al estacionar su carro en el taller, solo esperaba un cambio de aceite y de filtro. Esperaba gastar unos $150 dólares. Estando sentado en la sala de espera, el mecánico se le acercó con una expresión de desilusión en su rostro. Le dijo: «Tu carro está en buenas condiciones, pero hay un problema». Obviamente frustrado, Andrés preguntó cuál era el problema. El mecánico se rascó la cabeza y dijo: «Normalmente no hago esto, pero deberías venir al taller y verlo tú mismo».

Andrés entró en pánico. ¿Qué podría ser? ¿Tendría que rentar un carro esta noche? ¿Cuánto le iba a costar? Al ver su carro elevado en una plataforma, el temor inundó su corazón. El mecánico alumbró la llanta y le mostró que tenía un clavo enterrado. Lo increíble era que el clavo estaba a menos de un milímetro de causar que la llanta se reventara. El mecánico explicó que una llanta nueva le costaría alrededor de $100 dólares, pero, como no había causado un gran daño, él la podía parchar por solo $20. Esta situación seguía siendo un «hipo», pero Andrés podía manejarlo… Después de todo, podía haber sido mucho peor.

SEÑOR, ADMITO QUE SOY CULPABLE DE VER
CADA CONTRATIEMPO COMO UN PROBLEMA
MAYOR. RECUÉRDAME VER EL LADO BUENO DE
LAS COSAS Y BUSCAR EL RAYO DE ESPERANZA EN
TODAS LAS SITUACIONES FRUSTRANTES. AMÉN.

Un devocional de 100 días de gozo (B&H en Español)

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