Por Bredka Llanes de Bernardo.
Y de repente todo se puso en pausa… lo que parecía inimaginable sucedió. Las ciudades más importantes del mundo… Beijín, Tokyo, Roma, Paris, Madrid y Nueva York… cesaron. Se detuvieron ante un ejército microscópico que amenaza con invadir silenciosamente.
Y la manera de atacarlo es parar (Sábat) y meternos a nuestras casas, ponerle pausa a nuestros días agitados y encerrarnos con los que más amamos. Nuestra arma es la quietud y el aislamiento.
Mientras veo cómo el mundo se pone en pausa pensaba en el día de reposo.
“Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó”
Éxodo 20:11
El día de reposo era una señal del pacto de Dios con Su pueblo y también es un recordatorio del eterno reposo que Él ha prometido.
La palabra “Sábat” significa literalmente cesar o desistir. No implica un descanso por trabajo extremo o relajación egoísta; es más bien un alto intencional a las actividades. Dios no descansó por estar agotado de la creación, Él no se cansa, no necesita nada. ES SANTO Y PERFECTO. Pero cesó, simplemente puso pausa y con ello nos mostró un camino.
Es importante aclarar que a lo largo de la historia antes de Cristo, este mandamiento se convirtió en la mayor importancia religiosa para el pueblo de Israel. Se anexaron prohibiciones a tareas de manera ridícula. Se perdió el espíritu de esta ley para enfocarse solo en su cumplimiento. Jesús guardaba el Sábat como un día de adoración pero se opuso a cumplir las detalladas restricciones que olvidaban la verdadera glorificación a Dios.
“También les dijo: El día de reposo fue hecho por causa del hombre y no el hombre por causa del día de reposo. Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo”
Marcos 2:27,28
No hay reposo verdadero fuera de Cristo. Él es el verdadero Señor de nuestro reposo. El Sábat nos apunta a Cristo nuestro descanso real y eterno.
Aprovechemos ese momento de pausa obligatoria. Meditemos en la grandeza de Dios mientras nos damos cuenta de nuestra pequeñez y fragilidad. Asombrémonos por sus obras. Recordemos sus poderosos hechos. Que este tiempo no sea en vano, no lo desperdicies en quejas, preocupaciones y temores.
¿Cómo aprovechar este regalo de la pausa?
- Lee tu Biblia
“Si todo está cerrado abre tu Biblia” Becky Pliego.
La Biblia contiene eternidad, y muchas veces nos perdemos de bocados que durarán por siempre para entretenernos con cosas efímeras. Las noticias cambian cada día y a veces cada hora y aun así preferimos llenarnos de ellas. Te lo digo porque yo he estado ahí. Decidiendo si empiezo mi día con noticias o con las palabras eternas de mi Padre. Tenemos mucho que luchar y aunque la lógica nos invite a la Palabra nuestra carne lucha con fuerza por mantenernos con la vista en lo temporal.
En esta cuarentena ya tienes el tiempo para leerla, ahora pide por hambre, tenemos un banquete, un festín en nuestras manos.
La Palabra de Dios no es un libro mágico, es un libro vivo, que escudriña nuestro corazón.
He sido testigo de vidas de mujeres transformadas, solo porque decidieron leer la Biblia y creer lo que leían. Podemos pasar más tiempo decorando la Biblia que meditando en lo que leímos. Solo la Palabra puede transformar y aumentar nuestra fe.
2. Ora
Orar muestra nuestra dependencia a Dios. Sé intencional en ello. Quiero compartirte algo que en lo personal ha estimulado mi vida de oración. Todo empezó cuando decidí orar por mi esposo todos los días, oraba por él mientras regaba el jardín. Poco a poco se fue haciendo un hábito y ver mi jardín me recuerda orar por él.
Ahora asocio algunas actividades con personas o motivos específicos, por ejemplo:
- Cuando me acuesto oro por una amiga que no ha tenido mucho descanso físico por una linda bebé que no la deja dormir mucho.
- Cuando hago ejercicio oro por otra amiga que vive lejos.
- Cuando voy al baño pido que en mi familia tengamos los ojos en lo eterno.
Y así en muchos momentos y rincones de mi casa recuerdo a los que amo para orar por ellos. Ahora que estás encerrada en tu casa, busca rincones que te motiven a empezar una vida de oración constante.
3. Disfruta a los que amas
Antes de la cuarentena, estábamos llenos de actividades que estaban encaminadas a servir y mostrar amor a aquellas personas con las que vivimos. Ahora estás en casa con ellos. Disfrútalos, ámalos, sírvelos, conócelos. ¡Muestra a Cristo!
Pon atención, invierte el tiempo en escuchar y amar. ¿No son esas personas las más importantes en tu vida? ¡Que bendición poder aprovechar el tiempo con ellos! Planea, sin que el plan sea tu esperanza. Alaben a Dios juntos, cocinen, ríanse, inventen tradiciones familiares, hablen y tengan espacios de silencio. Recuerda que son ellos tus “prójimos” más próximos, ámalos como a ti misma.
Algún día no muy lejano esta pandemia pasará, aprovéchala para producir frutos eternos en tu vida y en los que amas. Que sea un tiempo de Sábat para re-direccionar tus ojos y afectos a lo que NUNCA SE ACABARÁ.
Bredka, es una esposa y mamá ordinaria que vive asombrada por la gracia de Dios. Le apasiona leer, estudiar, meditar y enseñar la Palabra. Radica en la Ciudad de México y hace escuela en casa con sus dos hijos varones.
Que bendición leerte amiga!!!! Gracias a Dios por ésta palabra de aliento y amor que el Señor te ha dado para compartirla. Te quiero
Totalmente de acuerdo sin duda una etapa de aprendizaje y crecimiento !!
Gracias Bred! <3