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por Salime Weatherford

Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores. 1 Timoteo 6:10

Ningún sirviente puede servir a dos patrones. Menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas. Lucas 16:13

Lo queremos.  Lo tenemos.  Lo perdemos.  Lo acumulamos.  Pensamos en él.  Destruimos por él.  Obsesión total.  Y al final no hay satisfacción. Siempre queremos más y mejor. 

Las posesiones y el dinero es un tema que acapara de tal manera nuestras vidas que la Biblia habla aproximadamente 800 veces de esto y Cristo ocupó 25% de Sus enseñanzas hablando de él. Dios conoce la atracción que el dinero y las cosas que podemos comprar con él tiene en nuestras vidas. Y no es que tener dinero sea malo. Sino que el tener riquezas nos hace susceptibles a creer que tenemos el control, que el dinero lo resuelve todo. Funcionalmente nos volvemos nuestros propios dioses. Olvidamos que respiramos y funcionamos solo a la gracia de Dios; nuestras habilidades, salud, oportunidades y vida son un regalo inmerecido que recibimos de un buen Padre y por tanto no podemos jactarnos de que lo que tenemos es realmente nuestro.  

De ti proceden la riqueza y el honor; tú lo gobiernas todo. En tus manos están la fuerza y el poder, y eres tú quien engrandece y fortalece a todos. 1 Crónicas 29:12

A los ricos de este mundo, mándales que no sean arrogantes ni pongan su esperanza en las riquezas, que son tan inseguras, sino en Dios, que nos provee de todo en abundancia para que lo disfrutemos. 1 Timoteo 6:17

La Biblia nos enseña que el amor por el dinero nos lleva a pecar y a olvidar la gracia de Dios. Nos instruye a no usarlo egoístamente. Nuestras riquezas deben ser para glorificar a Dios a través de la generosidad, hospitalidad y amor al prójimo. 

Cuando codiciamos el dinero o los bienes de otra persona, en realidad mostramos que no le creemos a Dios. Al concentrarnos en acumular dinero y posesiones declaramos en acciones que no confiamos en la provisión de Dios. Cuando esperamos que un producto o artículo nos dé valor o felicidad, negamos el valor que la sangre de Cristo nos ha dado.  

Pero no estamos destinadas a vivir en esa perpetua carrera, donde corremos y corremos sin llegar a ningún lugar. Podemos vivir en la libertad de la gracia, reconociendo que es Dios quien provee. La Biblia nos instruye a que nuestras decisiones y acciones declaren esta realidad.

Míos son los animales del bosque y mío también el ganado de los cerros. Salmos 50:10

Ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios. 1 Corintios 10:31

¡Digno es el Cordero, que ha sido sacrificado, de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la fortaleza y la honra, la gloria y la alabanza! Apocalipsis 5:12

Entender que todo le pertenece a Dios y no a nosotras nos ayuda a replantear nuestra obsesión por las posesiones y el dinero. Podemos vivir en total libertad reflejando amor por Dios y por el prójimo (1 Juan 4:21).  

Cuando sabes que Dios es el dueño de todo, el adquirir y gastar dinero ya no se trata de nosotros. Consideramos cómo podemos compartir Su amor e invertir en lo eterno, en Su reino con lo que es Suyo, a fin de glorificar Su nombre y no el nuestro.

El entender nuestro propósito y el propósito de la riqueza nos ancla a vivir a una realidad física que muestra una realidad espiritual. Vivo para Su gloria y con lo que me confía a partir de Su plan y Su gracia puedo mostrar físicamente lo que creo espiritualmente; es decir, que a Él le pertenece el poder, la riqueza y la sabiduría, la fortaleza y la honra, la gloria y la alabanza.

Ahora, si Dios es dueño de todo, si creemos que lo que dice la Biblia es verdadero y vivimos conforme a lo que ella establece, la forma en que gastamos mostrará verdaderamente nuestras convicciones. Tu diezmo, gastos, y generosidad muestran la realidad de tu corazón.  ¿En qué estás invirtiendo?  ¿Te crees dueño o mayordomo (guardián, administrador)?

Dios no necesita ayuda ni caridad, pero quiere usarnos para construir un mundo que refleje quién es Él, hasta que a Su regreso todo sea redimido. La traducción de una Biblia cuesta. El ministerio que te da tanta bendición cuesta. Producir un libro cuesta. La producción de música cristiana cuesta. Expandir el reino de Dios cuesta. No porque Dios no pueda hacer todo esto sin ayuda de nadie, pero en Su infinita sabiduría Él decidió salvarte a ti y bendecirte a ti para que con palabras y acciones “vayas y hagas discípulos de todas las naciones” (Mateo 28:18-20); y en el momento en que Dios nos da más, la oportunidad de extender Su reino, Su gloria con Su riqueza es mayor.  

Así que quiero preguntarte; ¿Si viera tu cuenta bancaria y lo que gastas, mostraría lo que dices creer?  ¿Estás creyendo en que Dios es dueño de todo o que gracias a tu esfuerzo y arduo trabajo tienes lo que tienes? ¿Crees realmente en que cuando Dios te bendice con riqueza y propiedades es para crecer tu confort o para expandir Su reino? Y si hay algo en tu vida que no se alinea con lo que dices creer, ¿qué necesita cambiar y cuando vas a hacer esos cambios?  Por favor no des respuestas típicas de Escuela Dominical, examina lo que hay en tu corazón porque lo que está en riesgo es tu vida, tu gozo, tu libertad, tu corazón, la eternidad de muchos y la gloria de Dios.  Estoy orando por ti.   

El hombre fiel recibirá muchas bendiciones; el que tiene prisa por enriquecerse no quedará impune. Proverbios 28:20

Recuerda al Señor tu Dios, porque es él quien te da el poder para producir esa riqueza; así ha confirmado hoy el pacto que bajo juramento hizo con tus antepasados. 
Deuteronomio 8:18

Salime Weatherford, seguidora de Cristo. Apasionada por la Biblia.  Fundadora de Reformadas. Crea Estudios Bíblicos gratuitos para que aprendas quien es Cristo, vivas una vida plena en Él, lideres a otras a encontrar esa vida llena y revoluciones al mundo con el Evangelio.  Puedes seguirla en www.reformadas.com o en instagram: @reformadashoy.

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