Por Wendy Bello
Si mal no recuerdo, fue en 2009 cuando por primera vez escuché hablar de Facebook. No sé ni cómo llegué hasta allí, pero sí que me pareció excelente que a través de lo que entonces era visto como un sitio web, pudiera volver a conectarme con amigos y familiares de quienes no había escuchado en mucho tiempo. Nos separaban kilómetros de distancia, pero gracias a este nuevo medio, ahora podíamos ver fotos, tener conversaciones y, en cierto modo, relacionarnos. Comenzaba la vida en las redes sociales.
El término «redes sociales» con el significado que hoy conocemos, se escuchó por primera vez en 1997 cuando Ted Leonis –en aquel entonces ejecutivo de AOL– habló sobre la necesidad de brindar a los usuarios «redes sociales, lugares donde puedan entretenerse, comunicarse y participar en un entorno social».
El diccionario Webster define redes sociales de esta manera: «formas de comunicación electrónica (como sitios web para redes sociales y microblogging) a través de las cuales los usuarios crean comunidades en línea para compartir información, ideas, mensajes personales y otro contenido (como videos)».
La llegada de los teléfonos inteligentes con sus aplicaciones sin duda impulsó el avance y la popularidad de las redes sociales. Ahora pueden compartirse no solo fotos o videos previamente grabados, sino transmisiones en vivo de eventos públicos, momentos familiares, noticias en tiempo real y mucho más.
Avancemos en la historia hasta el año que nos sorprendió a todos, 2020. En cuestión de unos pocos días el mundo quedó sumido en aislamiento. Se cerraron no solo las fronteras de los países sino también las escuelas, los centros comerciales, los lugares de trabajo, los cines, teatros, y también los lugares de reunión pública como las iglesias. Nos vimos recluidos y preguntándonos cómo funcionaría la vida cuando la interacción personal quedaba limitada a las personas que estuvieran bajo el mismo techo. En un artículo publicado por la Universidad de Pensilvania, la interacción en redes sociales aumentó en un 61 % durante la primera ola del Covid-19.
Algunos ven en las redes sociales un enemigo acérrimo porque pueden constituir un arma de ataque o una avenida para normalizar toda clase de abuso e inmoralidad. Otros, como yo, creemos que también pueden ser un medio de gracia. Me explico.
Los medios de gracia son, en sentido general, la Palabra, la oración y la comunión entre los creyentes. Son medios que el Espíritu Santo usa para que crezcamos en semejanza a Cristo, fomentan nuestra fe, nos ayudan en el proceso de santificación y el resultado final es que crecemos en amor a Dios y al prójimo.
¿Cómo entonces pueden las redes sociales ser un medio de gracia? Pensemos de nuevo en lo que desencadenó la pandemia. Con los templos cerrados, las reuniones de grupos comunitarios canceladas, los eventos suspendidos, nuestra vida como iglesia se vio alterada como quizá no habíamos experimentado antes, al menos no en nuestra generación. Pero el Señor nos permitió seguir conectados y para eso usó las controversiales redes sociales. Muchos pastores comenzaron a grabar sus sermones o transmitirlos en vivo. A través de las distintas plataformas digitales tuvimos acceso a eventos de toda clase, reuniones de oración, grupos de estudio bíblico y mucho más. Todo esto, independientemente del punto del planeta en que nos encontráramos. ¡Pura gracia de Dios! Imagina cuánto más difícil hubiera sido si ninguna de estas cosas hubiese estado a nuestra disposición. Aunque sin duda la vida de iglesia no fue diseñada para vivirla detrás de una pantalla, sí es cierto que nos ayudó mucho.
Las redes, como un medio de gracia para nuestro crecimiento, no se limitan solo a tiempos de pandemia. Su existencia permite que los creadores de contenido, como escritores o músicos, podamos compartir lo que hacemos y que los creyentes de cualquier lugar puedan tener acceso a esto. En muchas ocasiones he pensado que, por la existencia de las redes, el Señor me ha permitido llegar a países a los que es muy posible que nunca visité en persona, ¡pero la Palabra del Señor está llegando! Cuando comencé a escribir en un blog en 2011 jamás imaginé que esos artículos se imprimirían y viajarían en forma de libro a tantos hogares en diversos países.
De la misma manera, he sido receptora de estos beneficios. Las redes me han permitido conocer a hermanos en la fe, establecer relaciones de ministerio juntos e incluso amistades profundas, aprender muchísimo del trabajo que otros hacen y publican. Las redes han acortado las distancias y han ampliado el horizonte al escuchar diferentes puntos de vista, opiniones e incluso posiciones teológicas. En ese sentido son un medio de gracia porque el Señor las utiliza para enseñarnos dominio propio, sabiduría para hablar y callar, paciencia al escuchar y amor al responder.
Las redes han sido un medio de gracia para los creyentes en lugares de poco acceso a recursos bíblicos y buenas publicaciones. Han sido de ánimo para aquellos que viven bajo persecución. El Señor las ha usado también para dar voz a los que no la tienen y traer conciencia a quienes desconocen del sufrimiento que otros soportan por causa del nombre de Cristo. Es cierto que, como todo lo que tenemos debajo del sol, el uso que demos a las redes puede ser bueno o malo. Podemos hacerlo para la gloria de Dios o para la destrucción de nosotros mismos y/o de los demás. Creo que el Señor nos las ha dado para un tiempo como este y que podemos beneficiarnos de ellas y usarlas para que otros también sean beneficiados y crezcan en el conocimiento de Dios y en su caminar con Él.
El peligro de vivir a expensas de ellas e incluso idolatrarlas es latente, pero esa es una conversación para otro día. Por hoy, quiero darle gracias a Dios por este medio que nos ha dado, es por su existencia que ahora puedo compartir contigo estas palabras y saber que en tu rincón del planeta podrás leerlas e incluso compartirlas si así lo deseas.
Wendy Bello es escritora y conferencista. Su deseo es enseñar a las mujeres la importancia de estudiar la Palabra de Dios. Escribe para múltiples plataformas y es autora de varios libros, entre ellos el estudio bíblico “Decisiones que transforman.” Ha estado casada por más de 20 años y tiene 2 hijos. Puedes seguirla en Facebook, Twitter y en su Blog.