Skip to main content

Por Marisol Tavarez

«Miren cuán gran amor nos ha otorgado el Padre: que seamos llamados hijos de Dios. Y eso somos. Por esto el mundo no nos conoce, porque no lo conoció a Él». (1 Jn. 3:1) 

Se conoce a un padre como aquel que tiene uno o varios hijos. Es el ascendiente inmediato a alguien (Gén. 42:13), o bien el abuelo (Gén. 28:13), o un antecesor aún más lejano (Gén. 17:4). Un padre puede ser, también, alguien que ha sido pionero en una actividad o que ha encabezado un grupo social (Gén. 4:20). 

Ahora bien, de este lado de la gloria, muchos pueden ser progenitores y no ser realmente un «padre». Durante el transcurso de mi vida, a través de estudios y vivencias, he llegado a la conclusión de que los padres tienen el papel esencial de ser mentores, de pisar firme para que sus hijos sigan sus pisadas. Deben ser buenos orientadores de sus hijos, para que tengan una vida buena fundamentada en valores que les ayuden a una superación personal y al autocuidado, no solo de ellos mismos sino a todos los que están en su entorno. 

El padre que es creyente debe mantenerse en oración, escudriñando la Palabra y aplicando el principio que se encuentra en Proverbios 22:6: «Instruye al niño en el camino que debe andar, Y aun cuando sea viejo no se apartará de él». Ciertamente Dios le ayudará a criar hijos sabios y que honren a Dios y a su padre.  Solo hay un camino recto, el camino de Dios, el camino de la vida. La instrucción temprana inculca hábitos de por vida, los padres deben insistir en este camino, en la enseñanza de la Palabra de Dios y en hacerla valer con una amorosa disciplina de forma coherente a lo largo de la crianza del niño. La instrucción del padre creyente tiene que ser distintiva de la del mundo ya que nuestra fuente es el Señor quien es un Padre justo y verdadero. 

Dios es un Padre maravilloso, Juan 1:12 dice, «Pero a todos los que lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en Su nombre». Gracias a Jesucristo, todos los que hemos creído somos hijos adoptados de Dios. Jesús rompió el velo que nos separaba del Padre y ahora podemos acercarnos con confianza al trono de la gracia (Heb. 4:16) y recibir auxilio y oportuno socorro cuando clamamos a Él en el nombre de Jesús. Todos los creyentes gozamos de ese derecho de adopción, por eso en 1 Juan 3:1 dice: «Miren cuán gran amor nos ha otorgado el Padre: que seamos llamados hijos de Dios. Y eso somos…». Dios nos llama hijos y nosotros podemos llamarle Padre. Todo esto aconteció porque el Hijo de Dios vino a ser Hijo del Hombre a fin de que los hijos y las hijas de los hombres viniesen a ser hijos e hijas del Dios altísimo.    

Particularmente para mí, fue algo maravilloso entender y tomar conciencia de que el Creador y Sustentador de todo lo que existe sea mi Padre. Es maravilloso y revelador para todas nosotras entender las palabras de Jesús a Sus discípulos en Juan 20:17, «Jesús le dijo: “Suéltame porque todavía no he subido al Padre; pero ve a Mis hermanos, y diles: ´Subo a Mi Padre y Padre de ustedes, a Mi Dios y Dios de ustedes´”». Esas Palabras son para todas nosotras que hemos recibido a Jesús como nuestro Señor y Salvador. Por esto Él, nuestro Padre Celestial, merece toda la honra y toda la gloria. Le honramos a Él cuando cumplimos y obedecemos Sus preceptos, porque dice el Salmo 119:4, «Tú has ordenado Tus preceptos, Para que los guardemos con diligencia». Seamos diligentes y guardemos Sus preceptos, así el Padre es honrado. 

En este tiempo de la «era digital», niños de menos de 10 años están usando redes sociales, lo que hace que los padres interactúen menos con sus hijos, tal como se hacía unos veinte o treinta años atrás. Aun así, continua el debate sobre cuan pronto o cuando sería la mejor edad para los hijos usar aplicaciones de redes sociales y como los padres deben supervisarlo. Diferentes encuestas que se han hecho arrojan que los niños que utilizan las redes sociales menores de 10 o 13 años les causa un estado ansioso. Están inquietos por usar las redes sociales, ya sea para entretenimiento, celebridades, conexión con amigos, o por ser atraídos por el diseño que promueve la participación común en estos sitios.    

Es deber de los padres decidir qué aplicaciones son apropiadas para sus hijos, además considerar la edad cuando el niño debe usarla, si es necesaria para su escolarización y los controles que deben tener para el uso de dichas redes. A muchos padres les preocupa la capacidad de sus hijos para navegar de forma segura por las redes sociales y sobre todo les preocupa que sus hijos compartan alguna información privada sin darse cuenta, que se encuentren con depredadores, que vean imágenes o videos subidos de tono o que no sepan discernir si una información es verdadera o falsa. Los padres en esta «era digital» están enfrentando un verdadero reto, el cual es agotador y agobiante dado a que se sienten inútiles al intentar seguir el ritmo de las plataformas de redes sociales pero, les es necesario asumir la responsabilidad de hacer que el entorno del niño sea lo más seguro posible. 

María del Carmen Tavarez Cordero, cariñosamente conocida como Marisol. Es miembro de la Iglesia Bautista Internacional, escribe para Mujer para la gloria de Dios, le apasiona enseñar, evangelizar y escribir acerca de las maravillas del Señor. Tiene una Maestría en Ministerios del Seminario Bautista del Sur.

Leave a Reply

Hit enter to search or ESC to close