Pasaje devocional: 2 Pedro 1:19-21
Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo. 2 Pedro 1:21
Es admirable cómo de un paisaje común y corriente, el artista se inspira para dibujar un cuadro exquisito. Es admirable ver cómo de una sencilla frase musical, el compositor se inspira para componer una excelente melodía. Y es admirable cómo de un tosco peñasco, el escultor se inspira
para producir una esbelta estatua. Pero aún más admirable es cómo sin imaginárselo, al escritor sagrado lo inspira el Espíritu Santo para comunicarle palabras de profecía, de verdad y de vida. Cuánto poder creativo y formativo hay en la Palabra de Dios.
Las empresas más altruistas han sido motivadas por amor, como la abnegación de una madre por sus hijos. La ambición también puede motivar realizaciones genuinas, como la de los que procuran servir en puestos públicos. Otro género muy legítimo para la motivación es el sentido de justicia, como la de los que luchan por igualdades civiles.
¿Quiénes son los que hablaron la Palabra de Dios bajo su inspiración? Por ahí surgen de vez en cuando algunos que dicen que Dios les ha dado palabra y dentro de no mucho tiempo se descubren que son víctimas o victimarios de violaciones sexuales, o se les acusa de fraude al fisco, o de expropiación a sus seguidores, o aparecen vaticinando desastres absurdos. Estas aves de rapiña tienen como características generales que explotan la fe y se enriquecen como parásitos de sus discípulos, son impostores inconsistentes. Pero gracias damos a Dios que la revelación bíblica aclara que los hombres que comunicaron la Palabra de Dios fueron santos.
Ningún cargo criminal, ninguna falta moral, ninguna pizca de falsedad se ha podido levantar y sostener contra los transmisores de la Palabra de Dios. Él escogió vasos de honra para el servicio de su testimonio al mundo.
Un devocional de Revista Quietud