Por Cathy Scheraldi de Núñez
Mientras más estudio la Biblia más evidente se hace que la gratitud debe ser el corazón del cristiano. Antes de venir a Cristo pensábamos que estábamos bien y aceptábamos nuestras fallas porque “nadie es perfecto.” Pero al ser regeneradas por el Espíritu Santo, Su morada nos ayuda a entender nuestra pecaminosidad. Juan Calvino dijo que somos totalmente depravados. ¿Cómo? Esto no significa que siempre actuamos lo más mal que podemos hacerlo, sino que aún cuando hacemos el bien nuestros motivos no son puros, están manchados por el pecado.
La gratitud es tan importante para Dios que la ingratitud fue la base del juicio de Dios contra la humanidad (Romanos 1:21). En Génesis 1:27 aprendemos que fuimos creadas a la imagen de Dios, lo que significa que debemos representarlo en todo, mientras caminemos aquí. Se supone que la gente pueda mirarnos y ver el carácter de Jesús. Yo soy la primera que admite no hacerlo ¿y porqué no lo hacemos? Por la naturaleza pecaminosa con que nacemos como leemos en Romanos 3:23 “todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios.” Y es pura misericordia de Dios que no muramos con el primer pecado (Génesis 3:17).
En vista de esto.
- La primera razón por la cual debemos tener gratitud es por la vida, y debe ser cada mañana cuando despertamos porque Sus misericordias son nuevas cada mañana (Lamentaciones 3:22-23).
- La segunda razón es que aparte de Dios crearnos y crear el mundo, Él también lo controla para proveer lo que necesitamos para trabajar y entonces cubrir nuestras necesidades (Salmos 110).
- La tercera razón es por la salvación que nos ha regalado. Él nos eligió antes de la fundación del mundo (Efesios 1:4), y luego nos llamó. Todo es un regalo exclusivamente por fe sin que hayamos hecho algo para ganarlo (Efesios 2:8-9) No podemos hacer nada para merecer este regalo. Pero la misericordia es aún mayor porque estábamos muertas en nuestros delitos y pecados (Efesios 2:1) y como los muertos no pueden hacer nada, y Juan 3:3 explica que nadie que no haya nacido de nuevo puede ver el reino de Dios, entonces Dios tenía que abrir nuestros ojos dándonos la capacidad de nacer de nuevo.
- La cuarta razón que está relacionada con este evento es la morada del Espíritu Santo con la regeneración que nos dirigirá en la verdad (Juan 14:16-17). Es importante que recordemos que la salvación no es solamente un rescate del infierno sino Él nos ha dado “toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Efesios 1:3) y lo que hace esto aún más increíble es que éramos sus enemigas! (Romanos 5:10) La bondad de Dios es tal que fuimos adoptadas en su familia (Efesios 1:5) y ahora somos coherederas con Cristo (Romanos 8:17)
- La quinta razón es que Él nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el poder de Cristo (1 Pedro 1:3). Y ¿cómo es que lo hace? Primero, nos dio la Biblia y fue el Espíritu Santo el que inspiró a los autores para que pudiéramos conocerle, y es el mismo Espíritu Santo quien nos da la capacidad de entender lo que está escrito (1 Corintios 2:14). Y si esto no fue suficiente mandó a Jesucristo en carne y hueso para mostrarnos a Dios (Juan 14:9) y modelar cómo debemos vivir (Mateo 16:24). Él nos ha provisto todo lo que necesitamos para glorificarle en nuestras vidas (2 Pedro 1:3).
- La sexta razón es que Dios está moldeándonos a Su imagen para que podamos reflejar Su gloria, y como vimos es la razón para nuestra existencia (2 Corintios 3:8).
- Mientras más nuestras vidas reflejen Su imagen, más obras buenas haremos que nos lleva a la séptima razón y es que Él ha preparado de antemano las buenas obras en las cuales debemos caminar (Efesios 2:10). Él nos exhorta a dar gracias en todas circunstancias (1 Tesalonicenses 5:18), no solamente en las placenteras, porque Él está orquestando todo para que, a través de la vida, seamos formadas a su imagen porque “todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito.” (Romanos 8:28-29) Él utilizara las pruebas y dificultades para purificar y fortalecer nuestra fe (Colosenses 1:11), y para glorificarle a Él (2 Corintios 4:17). ¡Y aun si el sufrimiento nos lleva a la muerte, pasaremos a Su presencia para siempre! (2 Corintios 5:8).
Nosotras somos criaturas creadas, finitas y pecaminosas, pero ¡redimidas y sostenidas por nuestro Dios, por Su inmerecida gracia!, y la gratitud demuestra el reconocimiento de lo que Dios hizo y sigue haciendo por nosotras a través de Jesucristo. Realmente es la única respuesta apropiada a una gracia tan generosa. Dios realmente no nos debe nada y nos ha regalado lo mejor que pudiéramos recibir en Jesucristo. Somos deudoras y siempre lo seremos, sin embargo, Dios alcanzó su cenit al sacrificar su único hijo para regalarnos la salvación (Juan 3:16).
Él ha puesto la eternidad en nuestros corazones (Eclesiastés 3:11) y con un encuentro con Jesús este anhelo se transforma de un vacío existencial a llenura y propósito. Nuestras vidas se llenan de gozo y plenitud porque vivimos a Su diestra (Salmo 16:11). Por todas estas razones y más, Jesús merece que nuestras vidas demuestren gratitud por la eternidad. Oro para que nosotras podamos rogar como Pablo en 2 Corintios 9:15 “¡Gracias a Dios por Su don inefable!”
Cathy de Núñez, es parte del ministerio para mujeres “Ezer” de la Iglesia Bautista Internacional en Santo Domingo, Directora Programa Radial Mujer para la gloria de Dios, escritora del libro “El ministerio de mujeres” y co-escritora del libro “Revolución Sexual” junto con su esposo el pastor Miguel Núñez. Puedes seguirla en Facebook y Twitter.