[…]. No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades,
ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados. —RVR1960
SALMOS 103:8-10
«¡Yo he sufrido más que Job!», gritaba una mujer histéricamente en un estudio bíblico para damas. Todas las que nos encontrábamos ahí quedamos pasmadas imaginando qué había pasado con esa pobre mujer. Solo he comparado el sufrimiento de Job con el sufrimiento de los judíos en el Holocausto que perdieron sus bienes, familia, libertad, salud y prestigio. Pero esta mujer gritaba con rabia y enojo contra Dios y después fue obvio que no había sufrido tanto como ella decía.
¿Alguna vez te has enojado contra Dios por una situación difícil? Sí, yo también. Pareciera que es común al género humano enojarse contra su Creador y a veces por circunstancias que nosotros mismos provocamos. Si algo sale mal, ¡Dios tiene la culpa! Hay quienes se convierten en ateos por esa razón.
El orgullo domina nuestro corazón y pensamos que Dios está obligado a complacer a «grandes personas» como nosotros. No queremos reconocer que de Dios no merecemos más que rechazo y destrucción.
Pero el Salmo dice: «No nos ha dado conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados». Todo el Salmo proclama que Él es grande en misericordia y nos da una lista de razones por las que debemos estar agradecidas: perdón, salud, cuidado, alimento, bendiciones, compasión. ¡Qué gran osadía es enojarnos con Dios! ¿No crees? (YF)
La insensatez del hombre tuerce su camino, y
luego contra Jehová se irrita su corazón.
SALOMÓN