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Las palabras de los justos son como una fuente
que da vida; las palabras de los perversos
encubren intenciones violentas. —NTV
PROVERBIOS 10:11

Una mujer cristiana falleció hace varios años y recuerdo haber escuchado un hermoso testimonio sobre ella: «Jamás le escuché hablar mal de nadie». Otras personas comentan que cuando llegaban por primera vez a la iglesia, siempre les daba la bienvenida con una sonrisa y palabras amables. ¡Eso ayudó a que esos futuros nuevos creyentes regresaran! Aunque el evangelio se trata de un mensaje doctrinal, se ven sus resultados en vidas amorosas que, entre otras cosas, usan un lenguaje que da vida.

Los proverbios bíblicos nos mencionan muchos pecados de la lengua, entre ellos, el chisme, las quejas, palabras destructivas y también las lisonjas falsas. ¡Cuán fácil es que se nos escapen esas frases «perversas»! Con razón la Palabra cuestiona si es posible que de un manantial salgan a la vez agua dulce y agua amarga, frases de vida y de muerte.

Seguramente tú, igual que yo, has expresado un pensamiento indebido y, después, lo has lamentado. Te preguntas cómo fuiste tan cruel, tan insensible o tan egoísta. La verdad, en ese momento reconoces que lo que sale por la boca procede del corazón, donde seguimos acariciando ideas pecaminosas. El «hombre viejo» —¿o mujer vieja?— asoma su cabeza cuando no lo consideramos muerto con Cristo. Recuérdale que ¡está muerto! (MHM)

La primera virtud es la de frenar la lengua; y es
casi un dios quien teniendo razón sabe callarse.

CATÓN EL VIEJO


Un devocional de Un año con Dios (B&H en Español)

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