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Dios bendice a los que son pobres en espíritu y
se dan cuenta de la necesidad que tienen de él,
porque el reino del cielo les pertenece. —NTV
MATEO 5:3

Henri Nouwen pasó horas contemplando el cuadro pintado por Rembrandt llamado El regreso del hijo pródigo que se ubica en una ermita en Rusia. De sus contemplaciones surgió un libro donde Nouwen medita sobre los personajes de una de las parábolas más importantes que Jesús contó.

Al principio, el hijo menor, pensando que no necesita de su padre, pide su herencia y se marcha a una provincia lejana donde malgasta su dinero hasta que se queda sin nada. Vuelve en sí y regresa a los brazos amorosos de su padre. Regresa pobre en bienes materiales, pero sobre todo, en espíritu. El hijo mayor, sin embargo, se siente rico. Cree que no tiene necesidad del perdón de su padre o la comunión con su hermano.

Dios bendice a quienes acudimos a Él como ese hijo pródigo, conscientes de nuestra necesidad y nuestro vacío. En la pintura de Rembrandt, la luz se enfoca en las manos del padre que se posan suavemente sobre la figura herida y sucia del hijo menor. Esas manos están esperándonos hoy también para repartir bendición.

No seas como el hijo mayor, quien en la pintura se oculta tras las sombras. Reconoce tu pobreza espiritual y acude al Padre por excelencia que desea hoy darte una herencia de amor y compasión. Ven a Él. (KOH)

Soy el hijo pródigo cada vez que busco amor
incondicional donde no lo puedo encontrar.

NOUWEN


Un devocional de Un año con Dios (B&H en Español)

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