Pasaje devocional: Salmo 46:8-11
Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra. Salmo 46:10
La Biblia nos enseña que los hijos de Dios pueden, en algunas circunstancias, hallarse en situaciones de peligro, sufrimiento, enfermedad, tribulación o desgracia. Desde que entró el pecado en el mundo no existe seguridad para alguien. Sin embargo, esta no es la voluntad de Dios. El Señor quiere y puede dar bendición y seguridad a sus hijos. Él nos ofrece ayuda, consuelo y victoria sobre los problemas de la vida. Él puede concedernos la capacidad y el poder para enfrentar las situaciones más tristes y desagradables de nuestra existencia.
Algunos creen que el salmo 46 inspiró a Martín Lutero para escribir el himno “Castillo fuerte es nuestro Dios”. Como el salmista creemos que el Señor es nuestro amparo, refugio y también nuestra fortaleza, lo cual nos habla de su poder. Este poder actúa en nosotros y nos capacita para la lucha y el combate, así como para vencer a los más fieros enemigos. El Señor quiere que acudamos a Él, invocando el oportuno socorro.
El Señor nos da un doble mandamiento. Nos manda a estar quietos, es decir sin temor, sin pánico. Y en segundo lugar nos ordena reconocer su soberanía. ¡Qué palabras tan consoladoras! El Dios de Jacob, misericordioso y paciente, ha estado, está y estará siempre con nosotros.
La frase “estad quietos”, traducida aquí de la lengua hebrea, también puede interpretarse como: “dejen de resistirme” o “suéltense, libérense” de todas las cosas que les impide alabar a Dios. En las más grandes pruebas y conflictos, alaben a Dios todopoderoso. Que todos los creyentes exalten el bendito nombre del Señor Jesucristo.
Meditemos en el poder de Dios y en su buena voluntad para con sus hijos.
Un devocional de Revista Quietud