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Finales de enero llegó y si eres como el 93% de las personas en el mundo, ya habrás dejado esos propósitos de principio de año. No es para nada un juicio pues yo estoy en ese 93 %, pero ¿por qué no cumplo esas metas que me propuse en Año Nuevo? 

Como latinas somos mujeres de buenas intenciones. Tenemos toda la intención de levantarnos temprano y leer nuestra Biblia, pero nos acostamos tardísimo, estamos cansadas y se nos olvida poner la alarma. Tenemos la mejor intención de bajar de peso y comer bien, pero vamos al mercado y compramos chocolates y golosinas y no hacemos el tiempo para cocinar algo saludable. Tenemos la buena intención de diezmar, pero no apartamos dinero y entonces llega la cuesta de enero y tal vez el próximo mes lo intentamos de nuevo. Muchas veces creemos que, porque somos creyentes, el Espíritu Santo se aparecerá a manera de fuerza esotérica para levantarnos mágicamente de la cama, ponernos el sartén en la mano para que cocinemos sano y ayudarnos a ganarnos la lotería para poder diezmar. Nos olvidamos del siguiente versículo: «Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad» (Fil. 2:12-13).   

Pablo está diciendo que obedezcamos y nos ocupemos de nuestra salvación con temor y temblor porque Dios es quien produce el querer y el hacer, pero es Pablo quien obedece y se ocupa de su salvación. Es Pablo quien hace, porque Dios es quien produce. Aunque el contexto es diferente, el concepto en 1 Corintios 3:6-7 es similar: «Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento». Pablo se levanta y planta (la Palabra) y Apolos riega (pastorea) pero Dios da el crecimiento. Sin embargo, Pablo y Apolos no se quedan con una lista de buenas intenciones, sino que lo ponen en acción y es Dios quien da el crecimiento. Es Pablo quien se levanta y físicamente obedece y se ocupa de su salvación, porque es Dios quien produce el querer y el hacer.  

Cuando nos convertimos en seguidoras de Cristo, nuestro corazón cambia para darnos la posibilidad y el deseo de obedecer a Dios así que, caminando en obediencia activa, hacemos lo que debemos hacer porque Dios da el crecimiento, Dios produce en nosotras ese querer y hacer porque en Cristo, Él cambio nuestros deseos. Así que es 100 % Dios quien de manera exclusiva nos salva y también es Dios quien habiendo dado el cambio de corazón nos da la posibilidad de ocuparnos nosotras de nuestra salvación con temor y temblor. Salvación solo por gracia de Dios.   

¿Pero qué tiene que ver esto con nuestros propósitos de Año Nuevo? Abraham Kuiper, un teólogo de los Países Bajos del Siglo XIX, dijo: «No existe una pulgada cuadrada en todo el dominio de nuestra humana existencia sobre el cual Cristo, quien es soberano, sobre todo, no grite, ¡mía!». Es decir que todo lo que concierne a tu vida, tu cuerpo, tu dinero, tu tiempo, tus espacios, tu propiedad, tus pensamientos, tus sentimientos, tus relaciones, toda tú le perteneces a Dios y por tanto esos propósitos de Año Nuevo que pertenecen a algún área de tu vida son parte de aquello que debe ser refinado o santificado en Cristo para tu bien. Pero no será algo que Dios milagrosamente, venga a hacer por ti. Tú tienes que sembrar y regar y ocuparte de tu salvación en el área en que Dios te ha llamado y que ha sido plasmado de alguna u otra manera en tus propósitos de Año Nuevo. Tú, en oración, en temor y temblor, con intencionalidad diaria y fielmente pensando en tu llamado de ser como Cristo.   

Seguro aquí te perdí porque te hable del trabajo que este proceso de santificación representa, así que voy a terminar con palabras de aliento. Sí se puede (espero lo leas como el canto de un partido de futbol mexicano). Sí se puede. ¡Sí se puede! ¿Sabes por qué?  Porque es Dios quien ya ha cambiado tu corazón en Cristo. ¡Porque Dios es quien da el querer y el hacer sí se puede! Así que animo hermana.  El cambio de corazón está dado y hoy, es un buen día para comenzar con esos propósitos que habías descartado antes de leer este artículo. Estoy orando por ti.   

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