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Por María Renée de Cattousse

La gratitud es una hermosa característica que, cuando una persona la posee, es imposible llevarla en secreto, se irradia. Es importante que anhelemos ser agradecidas y que intencionalmente examinemos nuestra manera de vivir para poder crecer a la luz de lo que la Escritura nos enseña sobre el agradecimiento. 

La Palabra de Dios en 1 Tesalonicenses 5:18 nos anima a dar gracias en toda situación, porque esta es la voluntad de Dios para nosotras en Cristo. Es un estándar que muchas veces no logramos, ¿verdad? Y esto nos lleva a comprender nuestra necesidad del Señor cada día en nuestra vida.  

Muchas veces las épocas de tranquilidad, donde todo parece ir bien, podrían convertirse en una piedra de tropiezo para tener un corazón agradecido. ¿Por qué?  La respuesta es sencilla, aunque no simple. Es porque olvidamos al Dador de la bendición y nos centramos en el aquí y ahora. Nuestro corazón se distrae y se complace en el deleite. 

Vayamos juntas al pasaje de Deuteronomio 8:10, «Cuando hayas comido y te hayas saciado, bendecirás al Señor tu Dios por la buena tierra que Él te ha dado». Nota cómo Moisés está alertando al pueblo de Dios a no olvidar lo que han recibido del Señor, les recuerda que es Él quien les ha provisto y, más delante, les dice que tengan cuidado de no volverse orgullosos y lleguen a considerar mérito propio su buena posición. Que palabras tan oportunas para nosotras el día de hoy, recordemos que nuestro corazón es engañoso y que no son nuestras circunstancias las que determinan nuestra gratitud. Recordemos quien es Dios, lo que nos ha provisto en Cristo, Su amor eterno, gracia y misericordia cada día. Ya sea que en este momento estemos viviendo un período donde todo va bien, o lo vivamos más adelante, que nosotras intencionalmente recordemos la necesidad de ser agradecidas con el Señor porque soberanamente es Él quien orquesta los tiempos para que nosotras respondamos en gratitud. 

Alguna vez escuché que la gratitud al Señor es adoración y esto ha impactado mi vida. Quisiera poder decirte que siempre vivo agradecida, pero realmente anhelo aprender y practicar la gratitud cada vez de una manera más profunda, porque estoy siendo transformada por un Dios generoso que sabe cuánto necesita mi corazón aprender a agradecer. 

Otra porción de la Palabra para meditar es Proverbios 30:8-9 donde Agur entiende los límites de su comprensión haciéndole a Dios una petición humilde de ayuda. Reconoce que no puede solo, su tendencia es olvidarse de Dios cuando las cosas van bien y alejarse cuando las cosas no marchan a su gusto: «Aleja de mí la mentira y las palabras engañosas, no me des pobreza ni riqueza; no sea que me sacie y te niegue, y diga: ¿Quién es el Señor? o que sea menesteroso y robe, y profane el nombre de Dios». Cuánta sinceridad y vulnerabilidad en este hombre que conoce su corazón. Que esto sea una oportunidad para escudriñar el nuestro, meditar estas palabras y anhelar ser agradecidas en todo tiempo. 

¿Por qué olvidamos ser agradecidas? 

  1. Nuestra mente es olvidadiza: pone atención en muchas cosas que la distraen, no en Quien ha permitido la bendición. 
  1. Nos ponemos en primer lugar: queremos atribuirnos el éxito como producto de nuestro esfuerzo, sin comprender que Dios es quien permite las cosas. 
  1.  Tenemos una visión equivocada: resulta más fácil buscar al Señor cuando estamos necesitadas, pero en el tiempo donde las cosas son convenientes estamos más atentas en el deleite temporal que en agradecer.  
  1. Nos sentimos merecedoras: creemos que tenemos que ser recompensadas. 

Practiquemos de una manera más consciente ser agradecidas al Señor sabiendo que de Su mano viene nuestro sustento.

María Renée de Cattousse, pecadora, salvada por gracia, justificada por la fe en la obra de Cristo, redimida por la misericordia de Dios. Es miembro de la Iglesia Reforma en la ciudad de Guatemala. Esposa de Carlton, mamá de Mario René y Valeria. Odontóloga.

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