Pasaje devocional: Jeremías 18:1-6
Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. Jeremías 18:4
Somos vasijas de barro en las manos del Señor y Él nos transforma en el tipo de vasija que será útil en su reino. Dice Jehová: “He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano” (v. 6b).
Muchas personas se dicen así mismas: “No sirvo para nada, no tengo ningún don que pueda poner al servicio del Señor. Y muchas cosas más”. ¡Pero qué equivocadas están!
¡Por supuesto, en una iglesia no todos pueden ser pastores, diáconos o pianistas! ¡Pero cada persona tiene un don que puede aportar! Todos los miembros de una iglesia son importantes porque entre todos colaboran para el engrandecimiento del reino de Dios. Los que no tienen el don de predicar pueden colaborar visitando a los enfermos, orando por ellos o llamándolos por teléfono en los momentos difíciles. Otros pueden cuidar a los niños para que los padres asistan al culto de adoración. Otros pueden cantar en el coro, limpiar el templo, colaborar en las actividades especiales y más. Solo
necesitamos ponernos en las manos del Señor para que Él nos forme como una simple vasija de barro y nos use a su favor.
Padre, nos ponemos en tus manos para que nos formes de acuerdo a tu voluntad y nos uses para engrandecer tu reino.
Un devocional de Revista Quietud