Por Marisol Tavarez
“En todo tiempo ama el amigo, Y es como un hermano en tiempo de angustia”
Prov. 17:17
Este fabuloso verso me ha llevado a reflexionar acerca de la amistad y sobre la clase de amigas que han pasado por mi vida, a través de los años, en la forma en que les he servido.
No me considero una persona muy amistosa, desde niña y en la adolescencia, no solía tener muchas amigas, conocía muchas chicas, pero a lo sumo una o dos se podía llamar “amiga”. Era tímida, aún lo soy; siempre andaba sola con mis libros y mi diario o cuaderno de notas. Por lo general, entendía que las personas se acercaban a mí porque era muy centrada y buscaban mi ayuda, lo cual me encantaba, porque siempre me ha fascinado enseñar. En el patio de mi casa los fines de semana o en el huerto del colegio siempre había alguien conmigo para que le explicara algo, luego de eso ya cada una tomaba su camino hasta la próxima vez, hasta ahí llegaba la amistad.
Una de mis virtudes era escuchar los conflictos de las demás, les aconsejaba y notaba con satisfacción que esas amigas se sentían bien después de conversar conmigo. Todas me hablaban sobre sus necesidades y conflictos, pero yo nunca compartía mis asuntos.
Ya de joven y adulta, el círculo “amigas” se amplió, pero no de manera recíproca, probablemente, alguien entendía que éramos amigas, aunque yo no lo consideraba así. La verdad no me sentía mal con eso, pero si había una especie de “hueco” en mí que no entendía, hasta que Jesús vino a mi vida, entendí el verdadero significado de la amistad.
La amistad es una carretera de dos vías, y se demuestra mejor, no en los tiempos buenos, sino en momentos de dificultad. Una amiga real es alguien que nos acompaña en el viaje de la vida, es alguien en quien puedes confiar, te escucha, es leal, te la pasas bien con ella, disfrutan los momentos conversando o sin decir nada, es sincera, no miente, no dice lo que queremos oír, es quien nos ayuda a crecer aunque no nos guste lo que está diciendo, es respeto mutuo, es desinteresada, generosa y siempre está disponible, goza tus éxitos y sufre las tristezas, es un apoyo cuando fracasamos. Ahora, pensemos un momento:
a) ¿Qué es una amiga?
b) ¿Existe alguna clasificación para amiga?
c) ¿Qué significa servir?
a) Amigo es un compañero, prójimo, compatriota, persona familiar. Este sustantivo aparece más de 180 veces en la Biblia su raíz es el verbo” ra’ah”, que quiere decir “asociarse con”, aquí constituye (Prov.17:17) una receta para una saludable amistad: un amigo debe amar en todo tiempo. Se alude a la responsabilidad ante el prójimo (ra’a) en Salmos 101:5a (Destruiré[a] al que en secreto calumnia a su prójimo;) y en Prov.24:28 (No seas, sin causa, testigo contra tu prójimo, y no engañes con tus labios)
b) Si bien no existe una clasificación Bíblica como tal, podemos encontrar lo siguiente.
1.La amiga que nos quiere mal. Aunque en realidad es una enemiga disfrazada. Proverbios 27:6, Proverbios 10:18
2. La amiga que te acerca al pecado en lugar de a Cristo. 1 Corintios 15:33, Salmos 1:1, Romanos16:17, Proverbios13:20
3. La amiga de verdad, está contigo y se queda contigo. Te conoce, sabe de tus necesidades, es quien goza tu alegría y llora tus penas. Es enemiga de nuestro pecado y siempre nos apunta a Cristo. Proverbios 17:17
c) ¿Qué es servir?
La Biblia nos da una buena respuesta: Jesús nos dio el mayor ejemplo de servicio, Pues si yo, el Señor y el Maestro, os lavé los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. (Jn.13:14). Es bueno servir a nuestras amigas, sobre todo si son familia en la fe, pero, si deseamos servir como Jesús no debemos cuestionar ni el servicio ni a quien se sirve, por eso nos dice: Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, (Col.3:23). Es al Señor, nuestro Dios a quien servimos.
Dios nos ha dado diversos y maravillosos dones y talentos para servir a nuestras amigas, hagámoslo. También, preguntemos ¿Qué clase de amiga soy?
María del Carmen Tavarez Cordero, cariñosamente conocida como Marisol. Es miembro de la Iglesia Bautista Internacional, escribe para Mujer para la gloria de Dios, le apasiona enseñar, evangelizar y escribir acerca de las maravillas del Señor. Tiene una Maestría en Ministerios del Seminario Bautista del Sur.