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Artículo

El Buen Pastor

October 5, 2022 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Verónica Rodas

El buen Pastor 

Hay una realidad fundamental en nuestra vida como creyentes y es la relación única que tenemos con nuestro Pastor. Él dice: «Yo soy el buen pastor» (Juan 10:14). Él es el perfecto ejemplo de un buen Pastor. Él es el buen Pastor prometido en el Salmo 23:1: «Jehová es mi pastor; nada me faltará» y estas verdades deben revolucionar tu vida. No cabe duda de que Dios es bueno, amoroso y comprensivo. Esta palabra, «bueno», muestra y destaca que Él es esencialmente bondadoso y expresa todo lo maravilloso que Él es. 

Muchas veces solemos confundirnos y vemos a Jesús tan poderoso y maravilloso que nos es imposible concebir Su amor hacia nosotros. Pero Mateo 20:28 dice: «no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate». Él es más cercano de lo que nuestra mente limitada puede entender, Él nos pastorea de una forma ¡tan particular! Él está tan interesado e involucrado en nuestras vidas que presta atención a nuestras necesidades y problemas puntuales y particulares. 

Isaías 40:11 dice: «Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas». Él es el «buen pastor» y, como dice Hebreos 13:20, Él es «el gran pastor de las ovejas». Esta hermosa figura de pastor expresa cómo Jesús vela por los que tiene a Su cuidado; Su dedicación, amor y compromiso son ilimitados. No permitas que tu inseguridad sea más fuerte en tu corazón que aquel Pastor que tuvo el suficiente amor para dar Su vida por ti. 

¡Esto es algo que eleva a nuestro Jesús ante nuestros ojos! Su muerte por nosotros, Su amor sublime e imposible de entender, pero tan cierto y real, dando Su vida por nosotros. Su sacrificio lo destaca, hace que Jesús resalte frente a todo lo demás y ocupe en nuestro corazón un lugar por encima de todo. Él ama y cuida a Su rebaño a tal punto de dar Su vida entera. 

Un vínculo único: «conozco mis ovejas» (Juan 10:14) 

Esta no es cualquier relación, no; esta es una relación íntima y cercana. El Pastor conoce a quienes pastorea y Sus ovejas le conocen. No es un vínculo superficial, ¡para nada! Él conoce a cada una de Sus ovejas de tal manera que conoce sus nombres y ellas conocen Su voz. «A sus ovejas llama por nombre» (Juan 10:3). Y las ovejas conocen Su voz: «las ovejas le siguen, porque conocen su voz» (Juan 10:4). 

Es tiempo de que esta verdad te sea revelada. El buen Pastor te ama, se interesa por todo lo que eres y vives, le importas. Murió por ti y tú debes conocerlo más íntimamente, a tal punto que puedas diferenciar Su voz de todas las demás voces que escuchas constantemente. La voz de tu Pastor no debe ser confundida por otra. 

Y por si esto fuera poco, la Escritura dice que tu nombre está grabado en Sus manos: 

«He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida» (Isa. 49:16). Nos dice que, Dios piensa en ti todo el tiempo: «Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué» (Jer. 1:5). Y que Él cuida de ti todo el día: «Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos» (Mat. 10:31). 

Tenemos la preciosa seguridad de que las ovejas del buen Pastor, «no perecerán jamás» (Juan 10:28). Nunca serán desterradas de Su presencia ni de Su amor. Ningún poder ni circunstancia terrenal puede separarnos de Su amor, ni: «ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro» (Rom. 8:39). Hay protección y seguridad aún para las ovejas más débiles. El Pastor da vida eterna a quienes lo siguen. El buen Pastor no permitirá que ninguna de Sus ovejas perezca.  

¡Dios te busca! Siente Su abrazo y Su amor por ti. Renuncia a tus argumentos y engaños y vuelve a Él. Deja las excusas y los pretextos y corre a los brazos de tu Padre; escucha la voz de tu Pastor, vuelve a esa relación única que transforma toda tu vida.


Verónica Rodas es esposa del pastor Luis Rodas. Madre de Cintia (17) y Zoé (6). Juntos sirven al Señor en Córdoba, Argentina. Su anhelo es mostrarle a la mujer lo deleitoso y hermoso que es ser discípula de Cristo.

Misionera en otro país

September 28, 2022 By lifewaymujeres 2 Comments

Por Liliana Llambés

Hace alrededor de 28 años que me arrepentí de mis pecados y reconocí a Cristo como mi Señor y Salvador, fui bautizada y comencé a ser discipulada en una iglesia local. Fui creciendo espiritualmente junto a mi esposo, para aquel tiempo ya éramos padres de cuatro hijos. Los años pasaron y nuestros dones y talentos fueron confirmados por nuestra iglesia, los cuales pusimos al servicio del Señor en el contexto de la iglesia.  Evangelizábamos y hacíamos discípulos en nuestra comunidad. Mientras servía en el ministerio de misiones, en la oración y proyectos a corto y largo plazo, el Señor comenzó a trabajar en mi corazón un llamado a ser misionera en otro país. Mi fervor crecía, pero mi esposo todavía no había sido llamado. Oré por espacio de cuatro años por el corazón de mi esposo y el Señor en Su soberana voluntad también lo llamó. Partimos hacia un pueblo en República Dominicana donde hacía falta obreros para la iglesia. Así partimos con nuestros tres últimos hijos de 9, 7 y 5 años, en el año 2003. Salimos con la bendición y confirmación de nuestra iglesia, vendimos nuestra casa, carros y partimos de Miami al hermoso Bonao. 

Podemos ver a través de la Palabra del Señor como Dios le ha encargado a todo creyente el ser embajador de Cristo llevando el ministerio de reconciliación. Sin embargo, esta orden no necesariamente hace al creyente un misionero. Aunque todos somos llamados a anunciar las verdades del Señor como nos dice Pedro por inspiración divina, «Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios, a fin de que anuncien las virtudes de Aquel que los llamó de las tinieblas a Su luz admirable» (1 Ped. 2:9 NBLA), a la luz de las experiencias misioneras que encontramos en el Nuevo Testamento podemos concluir que no todos somos llamados a ser misioneros. 

¿Qué es un misionero? 

Para responder a esta pregunta, necesitamos ir al conocimiento histórico del término. La raíz de la palabra misionero es «mismo», que viene del latín «mitto», que significa enviar. En griego es «apostello» lo cual significa un embajador que es enviado con un mensaje. Como embajadores de Cristo (2 Cor. 5:20) todos hemos de vivir como luz y sal, pero aquellos que somos llamados por el Señor a las misiones en el contexto de nuestra iglesia local, lo hacemos para desempeñar una labor en particular. El término misionero ha sido escogido para aquellos que han sido llamados a vivir en otro país, a cruzar fronteras culturales, contextuales y de una cosmovisión diferente a la nuestra, para predicar el evangelio, hacer discípulos y participar en la tarea de la plantación de iglesias. 

«Pero Él me dijo: “Ve porque te voy a enviar lejos, a los gentiles”». (Hech. 22:21 NBLA) En la Palabra podemos ver el ejemplo del ministerio específico al que fueron llamados Pablo y Bernabé. Eso no ha cambiado ya que la tarea sigue siendo la misma. Ellos fueron llamados desde su iglesia local, «En la iglesia que estaba en Antioquia había profetas y maestros: Bernabé, Simón llamado Niger, Lucio de Cirene, Manaén, que se había criado con Herodes el tetrarca, y Saulo. Mientras ministraban al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: “Aparten a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado”. Entonces, después de ayunar, orar y haber impuesto las manos sobre ellos, los enviaron». (Hech. 13:1-4 NBLA) 

¿Cuál es la tarea de un misionero? 

Pablo y Bernabé tenían un buen entendimiento de lo que verdaderamente es la Gran Comisión. Ellos fueron enviados en asignaciones particulares y se deja ver que fueron a lugares no alcanzados, a evangelizar, hacer discípulos, plantar iglesias, entrenar los lideres locales, dónde después partían a otros lugares a comenzar de nuevo. Pablo era un pastor misionero itinerante que estaba comprometido con hacer discípulos y comenzar iglesias donde no las había. Como enviado, él tenía una misión específica que correspondía con lo que el Señor había establecido, «Pero ahora, no quedando ya más lugares para mí en estas regiones». (Rom. 15:23a) 

Así mismo como podemos ver a Pablo y a Bernabé, las mujeres también somos llamadas a ir a otro país a llevar las buenas nuevas de salvación y ser usadas por Dios para la obra en ese lugar. El Señor en Su gracia me ha permitido llevar el evangelio a mujeres, discipular y comenzar junto a mi esposo iglesias en las cuales Él ha agregado hombres que han sido salvos. Y se ha constituido la iglesia preparando hombres y mujeres para el liderazgo y luego partiendo nosotros a otro lugar. 

Es importante tener en cuenta que vivir en el extranjero no te hace un misionero. El misionero es llamado por Dios para una tarea que corresponde con la Gran Comisión. No obstante, sí puedes ser una mujer de oración, que asiste a una mujer misionera o un equipo misionero de alguna manera. 

Consejos si estás siendo llamada a las misiones: 

  1. Disciplinas espirituales 

La manera en que podemos escuchar la voluntad del Señor en nuestras vidas es cuando vivimos las disciplinas espirituales en la meditación de la Palabra y la oración. Al igual que en ser parte de una iglesia local donde estás siendo discipulada y estás usando tus dones y talentos confirmados por los hermanos. «Y Aquel que escudriña loa corazones sabe cuál es el sentir del Espíritu, porque. Él intercede por los santos conforme a la voluntad de Dios». (Rom. 8:27 NBLA) 

2. Iglesia local 

El llamado misionero viene desde el contexto de la iglesia local que es tu centro de entrenamiento, crecimiento, servicio y confirmación de tu llamado. Pablo y Bernabé fueron llamados fue desde el contexto de la iglesia local y servían en ella, como vimos en Hechos 13. Es muy importante comprender que, aunque he sido llamada a las misiones, mi primer rol es ser esposa y madre, viviendo cada etapa de la vida sirviendo con mis dones y talentos en el campo misionero en obediencia. 

Que nuestra oración en cada iglesia local y como creyente sea que el Señor envíe obreros a las cosechas que están listas y que las personas llamadas sean movidas a la obediencia y apoyados por su iglesia local. «Entonces dijo a Sus discípulos: “La cosecha es mucha, pero los obreros pocos. Por tanto, pidan al Señor de la cosecha que envíe obreros a Su cosecha». (Mat. 9:37-38 LBLA)

Liliana Llambés, misionera por más de 15 años con la IMB. Su pasión es llevar el mensaje de salvación donde el Señor la envíe y hacer discípulos a mujeres de todas las edades, con el fundamento bíblico de la Palabra de Dios. Miembro de la Iglesia Bautista Ciudad de Gracia en la ciudad de Panamá. Tiene una Maestría en Estudios Teológicos en el Southern Baptist Theological Seminary. Autora del libro 7 disciplinas espirituales para la mujer. Esposa del pastor-misionero, Carlos Llambés, madre de 4 hijos adultos y 9 nietos. Actualmente reside en Panamá en donde junto a su esposo están realizando trabajo misionero. Puedes seguirla en Facebook: @lilyllambes, Instagram: @lilyllambes,Twitter @lilyllambes, su blog liliana.llambes.org

Misionera en el trabajo fuera del hogar

September 21, 2022 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Yicell de Ortiz

“Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable”. 
1 Pedro 2:9 (LBLA) 

La Biblia nos dice que seamos luz y en el contexto de esta reflexión me refiero específicamente a nuestros lugares de empleo. Si trabajas fuera del hogar y con personas que no conocen a Cristo, entonces sabes que hay una gran necesidad de Él. 

“…porque antes erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de la luz”. 
Efesios 5:8 (LBLA) 

Dios te ha puesto en ese lugar para ser luz y mostrar a Cristo. También es un llamado para que veamos ese espacio como nuestro campo misionero. 

Tu lugar de trabajo forma parte de tu vida por muchas razones, una de ellas es que allí pasamos la mayor parte de nuestro tiempo e invertimos mucho de nosotras, por lo tanto, no puede quedar fuera ni aislado de nuestra labor para el Señor. 

Nuestros lugares de trabajo no pueden quedar exentos de mostrar nuestro testimonio como hijas de Dios, así que quedan dentro de nuestra misión de mostrar el evangelio, predicarlo de cualquier forma que nos sea posible, ganar almas para Cristo y que Dios sea glorificado. 

¿Qué tal si vemos nuestros empleos como un campo de misión? Recordemos que para Dios es importante, por eso nos colocó en aquel lugar con ese propósito, que implicará que muchas vidas sean transformadas y por lo tanto será también transformado el ambiente laboral, la forma de llevar a cabo cualquier tipo de responsabilidad y las relaciones entre compañeros, esto es lo que Dios hace cuando llega a las vidas de personas, las transforma y con ello todo su entorno. 

Veamos también nuestro lugar de trabajo como una hermosa oportunidad para llevar Palabra de vida en abundancia a un ambiente que tanto lo necesita, con personas llenas de pecado y afectadas por sus muchos problemas, por lo que es esencial que vean en nosotras esperanza y amor que es en Cristo Jesús. 

Ver nuestros empleos como campo misionero, implicará en nosotras que llevemos vidas consagradas y coherentes, que seamos luz, ejemplo a los demás y cumplir con nuestro trabajo de manera excelente para que Dios sea glorificado. 

“Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar; ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. 
Mateo 5:14-16 (LBLA) 

¿Sabías que muchas vidas en nuestros lugares de trabajo pueden ser impactadas por nuestros testimonios y vida de fe? ¡Sí! Hagamos de ese espacio un lugar para que Cristo entre a cada vida en necesidad de Él. 

Aquí te comparto cinco cosas que podemos hacer para causar impacto en nuestro trabajo, verlo como un campo misionero y cumplir con nuestro llamado: 

  1. Se luz en un espacio en oscuridad, en donde es importante que todos sepan que eres una mujer cristiana que sirve a Dios.
  2. Cuida tu testimonio de fidelidad a Dios y a Su Palabra, cuidando siempre tus acciones. 
  3. Comparte con tus compañeros tu fe, háblales sobre el evangelio de Salvación por Jesucristo, siempre buscando la oportunidad adecuada para hacerlo.
  4. Trabaja como para el Señor. Lleva a cabo tus responsabilidades laborales de manera ejemplar. 
  5. Ora por tu lugar de trabajo y tus compañeros. 

Si no sientes el amor ni ves tu lugar de trabajo como un campo misionero, ora a Dios, Él te dará el amor ferviente que necesitas y las herramientas para hacerlo de 8 a 5 pm. 

Sembremos el evangelio, Dios se encargará del resto. 

En Cristo, 

Yicell. 

Yicell Ortiz dirige el blog mujeryvida.net en donde tiene como propósito encaminar a las mujeres a Jesucristo y que ellas tengan vidas, matrimonios y familias fundamentadas en Él, proveyéndoles recursos bíblicos diversos y compartiendo también en las redes sociales. Es esposa y madre. Es miembro junto a su familia, de la Iglesia Bautista Internacional (IBI), en donde juntos colaboran en el ministerio de jóvenes Adultos M-AQUI.

EL TALENTO DE UNA CIEGA

September 19, 2022 By lifewaymujeres Leave a Comment

Y el Señor le dijo: ¿Quién ha hecho la boca del
hombre? ¿O quién hace al hombre mudo o sordo,
con vista o ciego? ¿No soy yo, el Señor? —LBLA
ÉXODO 4:11

¿Nunca te has preguntado por qué el Señor permite que nazcan personas sordas o ciegas o deformes o con síndrome de Down? La respuesta más sencilla es: porque eso le da gloria. Nos parece duro, pero si alguna vez has estado cerca de alguien así, te darás cuenta de que estas personas tienen una disposición especial para alabar a Dios.

Eso es lo que pasó con Frances Jane Crosby (Fanny, de cariño). Cuando Fanny era bebé, alguien le recetó unas cataplasmas para sus ojos hinchados que le causaron ceguera. Al llegar a la adolescencia, en ese mundo oscuro, ya había memorizado los cinco libros de Moisés, los cuatro Evangelios, los Libros de Cantares y de Proverbios y muchos Salmos. Es interesante que también fue reconocida como oradora, escritora, poeta y compositora; tocaba el piano, el arpa y la guitarra.

Durante su vida, publicó cuatro libros de poesías y escribió canciones y poemas. Asimismo, escribió más de 8000 himnos, muchos de los cuales han sido traducidos a varios idiomas y hemos cantado con profunda devoción en nuestras iglesias. He aquí algunos: Comprado con sangre por Cristo, Con voz amiga te llama Jesús, No te dé temor hablar por Cristo, Solemnes resuenen, Tuyo soy, Jesús. ¿Te quejas por alguna cosa en lugar de alabar al Señor? Piensa en Fanny. (YF)

No me lamento por ser ciega, pues al llegar
al cielo, el primer rostro que veré y alegrará
mi vista, será el de mi Salvador.

FANNY CROSBY


Un devocional de Un año con Dios (B&H Español)

Misionera en el vecindario

September 14, 2022 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Karla de Fernández

Hace muchos años acudí a un congreso para jóvenes donde por primera vez escuché acerca de ser misioneros. Allí nos compartieron sobre la bendición de poder ir a lugares lejanos a hablar acerca del evangelio, así como de servir a las comunidades a donde se va. Recuerdo perfecto que esa noche comencé a orar para tener la oportunidad de ser misionera, salir de mi comunidad, hacer discípulos de Cristo y, por supuesto, oraba también por si en algún momento me llegaba a casar, anhelaba que fuera con un misionero. 

Oraba continuamente por eso, pero los meses y años pasaron y jamás salí ni fui enviada a ninguna misión. Ese anhelo de ser misionera se fue apagando con el paso del tiempo, más aún cuando el hombre con el que me casé no tenía intención de salir al mundo a hablar de Cristo. Me convencí de que ser misionera, es decir, salir del lugar de residencia para ir a hablar con otros acerca de Cristo, hacer discípulos y servirles, no era mi llamado. Pero, ¿entonces cómo interpretar Mateo 28:19-20 y Hechos 1:8? ¿Ese llamado no es para todos? 

Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado; y ¡recuerden! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.  

Pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes; y serán Mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra. 

Ciertamente hay un llamado a ir a las naciones lejanas para hablar de Cristo. Gloria a Dios por aquellos hombres y mujeres que dejan familias, comunidades y salen de su hogar para viajar cientos o miles de kilómetros para dar a conocer el mensaje de salvación a un mundo que no lo conoce. Hombres y mujeres quienes anuncian que la vida, muerte, resurrección y segunda venida de Cristo nos ha dado una vida nueva en esta tierra, pero también en la eternidad. Cristo nos ha salvado y nos ha hecho Sus testigos en esta tierra, Sus embajadores para anunciar Su nombre (2 Cor. 5:20).    

Sin embargo, ya que es poco probable que todas nosotras vayamos a países lejanos como misioneras, eso no es impedimento para serlo en nuestra comunidad y hacer discípulos de Cristo. Todos los días estamos en misión. ¿Qué significa esto? Todos los cristianos somos o podemos ser misioneros cotidianos en nuestro día a día. Todos los días podemos ser testigos de Cristo y hablar de Su obra en nuestra cotidianidad, en nuestros lugares de trabajo, en la universidad, en los colegios de nuestros hijos, en los parques y, por supuesto, con nuestros vecinos. 

Hablar de estar en misión podría llevarnos a pensar que se trata de subirnos a un autobús, pararnos ante una multitud en un parque para hablar el evangelio y llamar al arrepentimiento. Pero no necesariamente es así. Hablar de estar en misión diaria es un acompañamiento continuo a aquellas personas que, al igual que nosotras, necesitan a Cristo en su día a día, en sus labores diarias. Todos los días necesitamos de Cristo, todos los días necesitamos el evangelio, todos los días necesitamos guardar todo lo que Cristo nos ha mandado. 

El llamado de Cristo a la gran comisión nos indica que debemos hacer discípulos de Él, esto no se logra en una sola ocasión o en un llamado al arrepentimiento y no volvernos a ver. Ciertamente hay un día en específico donde sabemos que Dios nos llamó y nos dio nueva vida en Cristo, pero hacer discípulos de Él, requiere tiempo. Tiempo, paciencia y estar presentes; es decir, estar en misión para hablar y mostrar el evangelio todos los días. 

Misioneras en la comunidad 

Ser misioneras en nuestra comunidad es un regalo del cielo. Tenemos la oportunidad de hablar y modelar el evangelio a aquellos que están cerca de nosotros. Es un regalo del cielo, porque al Dios hacernos parte de Su familia y de Su cuerpo, también nos ha dado el privilegio de conocerlo a Él, conocerlo como Padre, como proveedor, consolador, sanador, sustentador y de muchas otras formas más. Cuando lo conocemos y nos sabemos amadas por Él, por supuesto que anhelaremos darlo a conocer al que vive en una isla desierta al otro lado del mundo, pero también a nuestra vecina que sufre una pérdida.  

Cuando entendemos que ser misioneras es dar a conocer a Cristo, Su obra en la cruz y que el Reino de Dios se ha acercado a nosotros, ya no nos enfocaremos en salir miles de kilómetros, sino en compartir de Él a todos los que —soberana y providencialmente— están cerca de nosotras. Los que comparten el día a día con nosotras, los que nos conocen de cerca y pueden ser testigos de lo que Dios hace en los corazones de las personas que han rendido su vida a Él. 

Tú y yo somos misioneras en nuestras comunidades. Tenemos el privilegio y la oportunidad de hablar de Cristo, pero sobre todo, de vivir de manera tal que aquellos que nos conocen no tengan duda de quién es nuestro Dios, Padre y Señor. Si cada día nos levantamos con la convicción de que podremos apuntar a otros a Cristo a través de nuestras conversaciones mientras esperamos a nuestros hijos que juegan en el parque, a través de nuestro servicio a aquellos que están enfermos, a través de la forma en la que nos dirigimos a los niños de nuestros vecinos, a través de la hospitalidad que brindamos a las mujeres que nos rodean … entenderemos que ser misioneros va más allá de cruzar fronteras.  

A veces solo necesitamos cruzar la calle para dejarle saber a alguien que, «de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna». (Juan 3:16) De esa forma podremos ser testigos en nuestros hogares, nuestras comunidades y, si Dios lo permite, hasta los confines de la tierra.  

Después de muchos años me doy cuenta de que las oraciones no tienen fecha de caducidad; nosotras podremos olvidarlas, pero Dios no. Mi esposo y nuestra familia no somos misioneros en un país lejano, pero hemos entendido que estamos en misión diaria, y eso nos ha llevado a amar más a nuestros vecinos, a hacerlos parte de nuestra vida cotidiana y, en la medida de lo posible, ser parte de sus vidas también. Vivimos en misión diaria en nuestra comunidad como familia, pero siempre acompañados de nuestra iglesia local.  

La vida de los creyentes en Cristo debe impactar en el día a día las vidas de los no creyentes; es probable que muchos de ellos no lleguen a una reunión dominical por sí solos, pero qué gran Dios tenemos que nos ha hecho parte de Su iglesia, de Su cuerpo y, a través de él, llevar a otros al conocimiento de Cristo. Dios nos ayude a ser fieles en la misión de que todo el mundo escuche acerca del Cristo que vivió, murió, resucitó y en algún momento volverá.


Karla de Fernández nacida en México, es hija y sierva de Dios por gracia, esposa y madre como privilegio. Tiene su blog desde donde comparte con las mujeres su pasión por la Palabra de Dios. Es la coordinadora de Iniciativas para mujeres Soldados de Jesucristo y dirige el podcast “Mujeres en Su Palabra.” Es la autora del libro “Hogar bajo Su gracia.” Puedes seguirla en Blog, Facebook y Twitter.

Misionera en el hogar

September 7, 2022 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Venónica Rodas

Mamá, fuiste creada para cuidar la vida de tu hijo desde su nacimiento. Ahí es donde ese pequeño tiene su hogar, entre abrazos, cuidados, guía y amor.   

Tú, como madre, eres su guía espiritual, la persona que lo guiará cuando empiece a tener conocimientos de su naturaleza, de sus debilidades, de sus grandes tareas y de su precioso destino. Desde muy pequeño, tu hijo debe saber que, si es la voluntad de Dios, es un candidato al cielo y que su vida debe ser un caminar con Dios cumpliendo su propósito. Es ahí, en medio de tu crianza, que tu hijo empieza a transitar el camino hacia Dios. Eres quien debe hacerle conocer el glorioso aprendizaje de las virtudes cristianas, que son el único camino de la felicidad eterna.    

Por eso puedes considerar tu maternidad como un campo misionero, tu lugar a trabajar, la tierra donde debes sembrar y cultivar con paciencia, esperando fruto que glorifique a Dios. 

  
Hoy puedes creer las palabras del Salmo 127:4, «Como saetas en mano del valiente, así son los hijos». Tus hijos son «como flechas en manos de un guerrero». Tú puedes ser esa guerrera y trabajar en tu hogar preparando esos fieles seguidores de Dios, los cuales serán usados con un plan específico el día de mañana.   

Un ejemplo, es la madre de Timoteo. Pablo la menciona positivamente, destaca su cristianismo fiel y su crianza piadosa. Dice, «Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó … en tu madre Eunice». (2 Tim. 1:5) Vemos el ejemplo de una madre dispuesta a trabajar en las generaciones siguientes, dedicando parte importante de sus años a la guía espiritual de su hijo, como vemos en 2 Timoteo 3:14-15, «Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras».   
Ella vio, pudo contemplar el futuro de su hijo, fue una misionera en su hogar.   
Timoteo fue criado bajo la influencia de una «fe no fingida».   

¿Qué es la «fe no fingida»?   

Fe: Convencimiento de que una cosa es cierta. Fidelidad. Fingida: Hacer creer con palabras, gestos o acciones una cosa que no es verdad. Representar una cosa de modo que parezca real.   

¡Qué gran ejemplo de una madre comprometida con su crianza! Dispuesta a ser ejemplo, amando a Dios por, sobre todo, mostrando una fe real, siguiendo un cristianismo en fidelidad y honrando a Dios más que sus propios intereses.   

Eunice tomó la vida de su hijo como un campo misionero. Hoy, tú puedes hacer lo mismo y sin darte cuenta, puedes estar criando los «Timoteos» de las siguientes generaciones. El Señor te puede y quiere utilizar para la crianza de las siguientes generaciones.   

Susana Wesley, madre de Juan Wesley (fundador del metodismo) y Charles Wesley (uno de los más grandes escritores de himnos de todos los tiempos), dijo:   

«Ninguno puede seguir mi método si no renuncia al mundo en el sentido más literal. Hay pocos, si es que los hay, que consagrarían cerca de veinte años del primor de sus vidas, con la esperanza de salvar las almas de sus hijos».  


Verónica Rodas es esposa del pastor Luis Rodas. Madre de Cintia (17) y Zoé (6). Juntos sirven al Señor en Córdoba, Argentina. Su anhelo es mostrarle a la mujer lo deleitoso y hermoso que es ser discípula de Cristo.

El evangelio y el cuidado de las víctimas de abuso

August 31, 2022 By lifewaymujeres Leave a Comment

por Liliana Llambés

No hay duda de que las víctimas de abuso necesitan ayuda que nosotras debemos estar preparadas para ministrar a través de este doloroso proceso. Los tipos de abuso son tan amplios que me gustaría señalar algunos de ellos para que podamos tener una mayor comprensión de lo que podemos enfrentar. Los abusos pueden ser de autoridad, de confianza, de derecho, de posición dominante, de superioridad, etc. Sin embargo, en mi experiencia como consejera me he dado cuenta de que los más comunes que han llegado a mí son aquellos que tienen que ver con el abuso sexual, físico y emocional. 

En mi tiempo de creyente, siendo parte de la iglesia local, he tenido que caminar en consejería con hermanas que han pasado la difícil situación de abuso y tristemente también incluyendo a sus hijos. Pero de la misma manera, mi esposo ha tenido que caminar con hombres que han sido abusados en la niñez y aun por sus propias esposas, aunque esto se da en un menor porcentaje, es una triste realidad.  

Estas situaciones existirán siempre y debemos comprender que el evangelio brinda la esperanza que las personas necesitan. Es por eso que una comprensión del evangelio bíblico es de suma importancia para que la aconsejada pueda partir de una base sólida al comienzo de la consejería. La consejería bíblica debe comenzar con el evangelio, ya que es la Palabra la que transforma a las personas. Aunque podemos ayudar y apuntar a las personas los principios bíblicos pertinentes a su caso, es bueno establecer desde el principio que se necesita de intervención divina. La Palabra de Dios nos ayuda y provee ciertos principios que podemos emplear al tratar tales casos. 

El abuso es condenado por la Palabra de Dios. 

Ninguna persona tiene el derecho de maltratar o abusar de otra persona que, aunque no sea cristiana, tiene impresa la imagen de Dios en ella. 

Nuestras palabras pueden causar daños emocionales y es por eso que Pablo nos advierte de cómo debe ser nuestro hablar. «No salga de la boca de ustedes ninguna palabra mala, sino solo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan», Efesios 4:29 LBLA. No siempre lo que decimos le sirve a alguien para edificar, lo que a veces produce es lo contrario, la derrumba. 

Entendimiento bíblico del abuso 

No todas las palabras las encontramos en la Escritura, pero eso no significa que Dios no hable de ellas. La palabra abuso es una de ellas, podemos ver el ejemplo de hombres y mujeres que sufrieron abuso y tristemente es algo en lo que el ser humano cae una y otra vez.  

Aquí algunos hombres y mujeres que sufrieron abuso en la Biblia: 

1) José: hijo de Jacob, fue maltratado física y emocionalmente por sus propios hermanos. Génesis 37:18-28 

2) Tamar: media hermana de Amnón, hijo de David, fue violada por su propio medio hermano. 2 Samuel 13:14 

3) En la época de los Jueces, el abuso sexual y el homicidio de una mujer desencadeno una guerra civil en el pueblo de Israel.  Jueces 19:25-20:48 

4) Jesús: siendo parte de la Trinidad, se hizo hombre para derramar Su sangre por nuestros pecados, ser sepultado y resucitar por nosotros. Como hombre sufrió el espantoso maltrato físico y verbal, siendo asesinado y culpado injustamente. Mateo 27:39 

¿Como podemos ayudar a las víctimas de abuso? 

Como cuerpo de Cristo, que caminamos con personas abusadas, debemos dolernos por el sufrimiento que ellas están experimentando. La Palabra es enfática en Romanos 12:15, «llorad con los que lloran». 

Algunas formas de cuidado: 

1) Ser un lugar seguro. Implica mucho involucramiento de distintas formas, podemos ayudar a ver si puede vivir con familiares y si no se puede, como iglesia, debemos ser intencionales de dar la mano al necesitado y poder ubicarle en un lugar seguro. Recordemos las palabras del salmista, «Defended al débil y al huérfano; haced justicia al afligido y al menesteroso. Librad al afligido y al necesitado; libradlo de las manos del impío». (Salmos 82:3-4) 

2) Hacer partícipes a las autoridades de los abusos cometidos. No podemos encubrir acciones delictivas condenadas por las leyes, tenemos la responsabilidad de denunciar. «Abre tu boca por el mudo en el juicio de todos los desvalidos. Abre tu boca, juzga con justicia, y defiende la causa del pobre y del menesteroso». (Proverbios 31:8-9) Como creyentes somos llamados a defender la causa del que sufre. Debemos estar conscientes de que la maldad existe y aun en algunas congregaciones se han dado situaciones de abuso. En el caso de que tales abusos sean delitos que la ley condena tenemos la responsabilidad ante Dios de denunciarlos a las autoridades, Santiago 4:17 nos recuerda que, «y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado». 

3) Caminar en consejería bíblica. Es muy importante caminar a través de la consejería, hay diferentes casos de abuso y por lo tanto hay que tratarlos con la sabiduría que viene de Dios en diferentes formas. Tratar el corazón de la persona abusada es prioridad tanto de su pecaminosidad, arrepentimiento, llevarla a perdonar y que pueda mirar la soberanía de Dios en medio del sufrimiento que le ha tocado que vivir. Sabiendo que Jesús comprende el sufrimiento del abuso porque Él lo vivió.  

Estas palabras nos sirven de aliento, «Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro». (Hebreos 4:15-16) 

Conclusión 

Mi oración es que como creyentes siendo parte de una iglesia local, no nos hagamos de oídos sordos a las situaciones de abuso. Estemos abiertos a ayudar, confrontar, animar, restaurar y ser familia de comunidad a las personas que sufren de abuso porque el evangelio es la única esperanza de florecer aun en circunstancias caóticas.  Y que este evangelio pueda transformar la mente y corazón de estas mujeres, fundamentadas en la Escritura. El dolor que estas situaciones producen es real y debemos ser sensibles. Pero debemos tener nuestra absoluta confianza en el poder transformador del Señor por medio de la suficiencia de la Palabra y el debido acompañamiento de cristianos maduros a las víctimas de tales abusos.


Liliana Llambés, misionera por más de 15 años con la IMB. Su pasión es llevar el mensaje de salvación donde el Señor la envíe y hacer discípulos a mujeres de todas las edades, con el fundamento bíblico de la Palabra de Dios. Miembro de la Iglesia Bautista Ciudad de Gracia en la ciudad de Panamá. Tiene una Maestría en Estudios Teológicos en el Southern Baptist Theological Seminary. Autora del libro 7 disciplinas espirituales para la mujer. Esposa del pastor-misionero, Carlos Llambés, madre de 4 hijos adultos y 9 nietos. Actualmente reside en Panamá en donde junto a su esposo están realizando trabajo misionero. Puedes seguirla en Facebook: @lilyllambes, Instagram: @lilyllambes,Twitter @lilyllambes, su blog liliana.llambes.org

El evangelio y el cuidado del enfermo

August 24, 2022 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Liliana González de Benítez

Algunas veces la vida puede compararse con una feroz batalla. Un niño nace con cardiopatía congénita, una mujer sufre infertilidad, a un padre de familia le amputan una pierna… Esto último le ocurrió a mi suegro hace apenas unos meses. Los médicos amputaron su pierna izquierda por causa de una trombosis venosa profunda (afección que ocurre cuando se forma un coágulo de sangre en una vena). Después de ser un esposo y padre abnegado, ahora pasa sus días en cama, paralizado y deprimido. 

Mi suegro vive atrincherado en la batalla. Lucha con la duda sobre la bondad de Dios, lucha con el dolor corporal y lucha con la desolación. Su esposa e hijos también luchan. Mi esposo sufre el garrotazo de la inutilidad al no poder ayudar a su padre en este tiempo de sufrimiento debido a los miles de kilómetros que los separan. Sin embargo, no lo he escuchado quejarse ni una sola vez. Más bien, da gracias a Dios por todo. 

Una auténtica comprensión del evangelio produce en nosotros frutos de gratitud, aun en el más agobiante sufrimiento. Pero si no entendemos o malinterpretamos la Escritura podemos llegar a odiar a Dios cuando nos sobreviene una grave enfermedad o vemos sufrir a un ser amado. 

El evangelio es la mejor noticia del mundo 

Cuando sufro en mi cuerpo la embestida de una enfermedad, o veo padecer a un creyente dolor físico y emocional, vienen a mi mente estas palabras de Jesús: «No temas, rebaño pequeño, porque el Padre de ustedes ha decidido darles el reino». (Luc. 12:32 NBLA) ¡No hay una mejor noticia en todo el universo! Los cristianos vivimos gozosos, porque el reino de los cielos nos pertenece. 

Aunque estemos enfermos y rodeados de problemas «nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios». (Rom. 5:2 NBLA) De esa esperanza les habla el apóstol Pablo a los creyentes que sufren: «Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en la oración». (Rom. 12:12 NVI) Aquí hay tres ordenanzas bíblicas que nos ayudan a soportar nuestros padecimientos y a consolar a los afligidos con el mismo consuelo que Dios nos ha dado en Cristo.  

Alégrense en la esperanza  

Cuando somos sorprendidos por un diagnóstico grave podemos llegar a sentir enojo, miedo, culpa, tristeza y otras tantas emociones que no sabemos controlar. En esas circunstancias, necesitamos oír la esperanza del evangelio. Pues «la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo». (Rom. 10:17 NBLA) 

Es por esa razón que al hurgar la Biblia vemos que Jesús iba a pie por toda Galilea enseñando en las sinagogas, proclamando el evangelio del reino, y sanando a todos los que estaban enfermos. (Mat. 4:23; 9:35) Él se ocupaba primero de lo más importante: enseñar y proclamar la Buena Noticia acerca del reino de Dios. «El tiempo se ha cumplido», decía, «y el reino de Dios se ha acercado; arrepiéntanse y crean en el evangelio». (Mar.1:15) Después, sanaba las enfermedades y los males de la gente. 

La prioridad de Jesús no era sanar las enfermedades físicas —aunque curó a numerosos enfermos—, Su propósito era exhortar a las personas a confesar sus pecados con sincero arrepentimiento para que recibieran el perdón de Dios y la salvación de sus almas. 

En nuestro lecho de enfermo, Dios nos llama a levantar la mirada al cielo, arrepentirnos de nuestros pecados y consolarnos unos a otros con la esperanza de resurrección que tenemos en Jesucristo. Si perseveramos, sin apartarnos del Dios de la esperanza, podremos soportar las pasajeras aflicciones de esta vida, porque Su gracia es todo lo que necesitamos. (2 Cor. 12:9-10) 

Muestren paciencia en el sufrimiento 

Nuestro nivel de paciencia aumenta a medida que meditamos en el evangelio. La Palabra de Dios nos fortalece y nos anima a perseverar en la bendita esperanza que tenemos en Cristo. Y esa esperanza no es solo para disfrutarla cuando lleguemos al cielo, podemos experimentar el amor y la consolación de Jesús ahora. 

¡Estas sí que son maravillosas noticias! No luchamos solos. Jesús nos sostiene en medio del combate. Él vive perpetuamente intercediendo por nosotros. (Heb. 7:25) El Espíritu Santo también ora con gemidos indecibles. (Rom. 8:26) Si confiamos en Su amor podremos soportar con paciencia nuestros padecimientos, porque sabemos que Dios los usa para formar en nosotros el carácter de Cristo. (Rom. 8:28-29) 

Perseveren en la oración   

Ninguna persona podrá experimentar contentamiento en medio de la tribulación si no pone en práctica el sagrado deber de la oración. El creyente que descuida la comunión diaria con Dios perderá el gozo, la paciencia y la esperanza en los periodos prolongados de sufrimiento. Esa es la razón por la que vemos en nuestras iglesias a tantos cristianos ansiosos y llenos de miedo; la falta de oración los lleva a la duda y al descontrol.  

La oración diaria nos hace apartar los ojos de la tribulación y fijarlos en Cristo. Por medio de nuestras rogaciones somos fortalecidos con el gran poder de Dios para resistir, sin cansarnos ni desanimarnos, dando gracias y confiando plenamente en que «los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada». (Rom. 8:18) 

Meditemos en esta gloriosa verdad y vivamos llenos de esperanza. 


Liliana González de Benítez es escritora y columnista cristiana. Su mayor gozo es proclamar la Palabra de Dios. Dirige el estudio bíblico de las mujeres en su iglesia y es autora del libro Dolorosa Bendición. Nacida en Venezuela. Vive en los Estados Unidos con su esposo y su hija. Puedes seguirla en sus redes sociales: Facebook, Instagram y en su blog.

El evangelio y el cuidado del anciano

August 17, 2022 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Betsa Arcos

Ponte de pie en la presencia de los ancianos y muestra respeto por las personas de edad. Teme a tu Dios. Yo soy el Señor.  Levítico 19:32 

Honra: ka·vóhdh en hebreo, literalmente significa «peso». Demostración de aprecio que se hace de alguien por su virtud y mérito. De gran estima y respeto. De gran valor. 

Cuando corrijas a un anciano, no lo regañes; al contrario, aconséjalo como si fuera tu propio padre. Trata a las ancianas como a tu propia madre, a los jóvenes como a tus hermanos, y a las jóvenes como a tus hermanas, es decir, con todo respeto. 
1 Timoteo 5:1-2 

A lo largo de la Palabra, Dios nos exhorta a honrar (respetar y tener en estima) a nuestros mayores (Ex. 20:12, Ef. 6:2). Esto tiene como promesa largura de días, pero también Dios nos advierte que de lo contrario nuestros días serán acortados (Prov. 20:20). 

Nos manda a comenzar por los de nuestra casa (incluyendo la iglesia), a ser piadosos con nuestra propia familia y hermanos en Cristo, a ver por ellos, auxiliarlos y proveerles de lo necesario. Todo esto agrada al Señor, porque de lo contrario negaremos la fe, seremos peor que un incrédulo. Recordemos que la fe sin obras es muerta, podemos decir ser creyentes, pero nuestros actos hablarán otra cosa (Sant. 2:14-26). 

Honra a las viudas que en verdad lo son. Pero si alguna viuda tiene hijos, o nietos, aprendan éstos primero a ser piadosos para con su propia familia, y a recompensar a sus padres; porque esto es lo bueno y agradable delante de Dios […] porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo. 
1 Timoteo 5:3-4, 8 

«… y a recompensar a sus padres; porque esto es lo bueno y agradable delante de Dios…» Aquí Pablo está instruyendo a su colaborador Timoteo, explicándole cuál debe ser la conducta característica de los miembros de la iglesia. Esta (la iglesia cristiana primitiva) actuó cuidando a los pobres, los ancianos, los enfermos, las viudas y los huérfanos que no tenían a nadie más para cuidarlos.  

En los tiempos actuales, un anciano podría considerarse como una carga en un hogar, por los cuidados y atención que requiere, los gastos que se pueden generar en cosas especiales para ellos o en atender alguna enfermedad. Esa podría ser la manera de pensar de un corazón cauterizado y frívolo, de un corazón que no ha tenido un encuentro con Jesús. No nos dejemos llevar por lo que el mundo dicte. 

La Palabra dice claramente, en el versículo anterior que debemos aprender a «recompensar a nuestros padres». Solo basta ponerse a pensar en lo que una persona anciana ha vivido, imaginar por lo que muchos de nuestros padres y madres han pasado por darnos lo mejor, a su manera, pero hicieron su mejor esfuerzo.  Dios ha visto todos los sacrificios que nuestros viejitos han hecho por nosotros, ha visto la intención de sus corazones por hacer algo a nuestro favor. Cuando ellos necesitan cuidado, a veces olvidamos esos sacrificios.  

En ocasiones, por las vivencias duras que hemos tenido con nuestros mayores, creemos que no merecen nuestras atenciones y cuidados, recordemos que no somos jueces para levantar juicio y decir que hicieron bien o que hicieron mal, que merecen y que no merecen. Recuerda qué merecíamos nosotras por nuestros pecados, en cambio no se nos dio lo que merecíamos, sino que por gracia se nos dio redención. 

Un corazón agradecido, recompensa a sus padres y abuelos honrándoles, cuidando de ellos, proveyéndoles, viendo por ellos como ellos algún día lo hicieron. Tengamos presente que cuando honramos y cuidamos de nuestros padres y ancianos, también estamos sirviendo y honrando a Dios. Si bien ellos son el reflejo de Dios para con nosotros ya que nos proveyeron, nos cuidaron, nos protegieron, nos dieron refugio, consejo y en su momento nos corrigieron (Prov. 19:18), ¿no es lo que Dios ha hecho y cómo ha sido con nosotros?  

Dios tiene cuidado especial por los desvalidos, entre ellos los ancianos, y le son de gran estima y honra, solo basta echar un vistazo al libro de Proverbios. En los ancianos puedes encontrar la sabiduría adquirida de un largo caminar por la vida, aunque a veces encontramos sus consejos como algo anticuado sin valor y llegamos a menospreciar esas palabras llenas de sabiduría. 

No nos cansemos de hacer el bien, el evangelio significa que no merecíamos nada más que la muerte por nuestras transgresiones. Fue por Su gracia que no miró más nuestros pecados. Dios dio lo más preciado: Su Hijo. Claro que ningún sacrificio podrá ser comparado con el que Dios hizo por nosotras, pero como hijas de Dios, vivamos la fe, demos testimonio de lo que el evangelio es a través del cuidado de los nuestros en obediencia al Señor. Seamos más como Cristo, seamos piadosas. 

Aún si tu vivencia con tu padre, madre o algún anciano en casa ha sido difícil, solo te puedo decir: PERDONA de la manera que fuiste perdonada por el Señor. Y pregúntate que legado estás dejando a los que vienen detrás de ti. ¿Estás dejando buena enseñanza de vivir la Palabra honrando a tus mayores sin esperar nada a cambio? Entiendo que si atravesaste algo terrible no quieras repetir lo mismo, y eso es bueno, pero comienza un nuevo caminar cimentada en la Roca que es Cristo, y estoy segura de que cuando llegues a tu vejez o si ya estás en esa etapa, verás frutos. 

¡Haz que tu padre y tu madre se alegren! ¡Haz que se regocije la madre que te dio a luz! 
Proverbios 23:25 


Betsabé Arcos (conocida como Betsa Arcos), pecadora salvada por gracia y redimida por Jesucristo. Coordinadora de redes sociales de Lifeway Global, Biblia de apuntes (Fb/IG). Miembro de la Iglesia Provisión para mi Vida, Toluca, MX. Sirviendo a Dios a través del acuarela apoyando a misioneros e iglesia perseguida en Medio Oriente. Puedes encontrarla en Instagram como @betsa.arcos (clic en el nombre de usuario).

El evangelio y el cuidado del huérfano

August 10, 2022 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Mirna Espinoza

El pastor observó su rebaño y contó cada uno de sus animalitos peludos, al saber exactamente quiénes le correspondían bajo su cuidado se dio cuenta que faltaba una. ¿Qué es una si vemos que hay noventa y nueve que están en donde deberían? Pero el pastor no consideraba a una como algo inferior, sino corrió tras ella, a buscarla, a traerla de vuelta, a recordarle a ese animalito torpe y necio que su hogar ya no es aquel lleno de soledad sino uno donde puede estar acompañado, protegido y seguro. 

Y allí, deambulando solitaria, probablemente angustiada al contemplarse rodeada de pasto y piedras, observó bajando de una colina, corriendo precipitadamente hacia ella, a su buen pastor. La tomó, no arrastrada, no forcejeando, sino en Sus hombros, cargando Él mismo todo el peso, la tomó para traerla de vuelta a donde pertenecía. Porque eso hace Él, busca, ama y protege a los Suyos. A los rebeldes, a los impíos, a los desobedientes, a los solitarios, a los que no tienen voz, a los huérfanos. 

«Padre de los huérfanos y defensor de las viudas es Dios en Su santa morada. Dios prepara un hogar para los solitarios […]» Salmo 68:5-6a 

La oveja que se pierde y que es encontrada somos tú y yo, somos aquellos que prefieren la soledad y el abandono con tal de no seguir las normas buenas de un Dios soberano. Éramos huérfanos, todos aquellos que no conocen al buen Padre aún permanecen en orfandad, incluso sin saberlo, y nosotros que por gracia hemos escuchado la voz del Señor, podemos reconocer nuestra antigua posición de desvalidos, de solitarios y de huérfanos. 

«Nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Jesucristo, conforme a la buena intención de Su voluntad». Efesios 1:5 

Y ahora al saber que Dios protege al huérfano, que nosotros éramos huérfanos y por amor nos hizo hijos, ¿qué deberíamos pensar y hacer por los vulnerables? ¿Cuál es ese cuidado al huérfano del cual habla el evangelio? 

Los huérfanos, los que se encuentran institucionalizados, o abandonados. Criados bajo abandono, negligencia o abuso. Aquellos para quienes la palabra «seguridad» es como si estuviera en otro idioma y la palabra «amor» pareciera un cuento de hadas ficticio, porque nunca lo han visto a los ojos. Aquellos niños que en ninguna circunstancia han decidido criarse solos o rodeados de desconocidos que van y vienen de sus vidas sin dejar huellas profundas y perdurables. Aquellos que permanecen aislados de la sociedad porque es difícil verlos a los ojos y no conmovernos, pero a la vez, el acercarnos, requeriría grandes sacrificios que quizá no estamos dispuestos a cumplir. 

Acércate iglesia, ve a los ojos a esos niños que necesitan conocer el amor, porque lo único que les han susurrado al oído es el temor. Acércate iglesia a ver a los ojos que cuentan ríos de historias difíciles de escuchar, pero que si no son contadas serán arrastrados los corazones que permanecen en silencio. Está presente iglesia incluso si te quita tiempo, porque tiempo es lo que ellos no han recibido jamás. Abraza y siente un palpitar que va a un ritmo diferente al tuyo y mantente tan cerca como puedas para que eventualmente se sincronicen y pertenezcan el uno al otro. 

¿Cuál es el llamado del evangelio hacia el cuidado del huérfano? Exactamente el mismo que nuestro Dios tuvo hacia nosotros. Él no nos pedirá algo que Él no haya dado y suplido ya, solamente nos guiará a ser espejos de Su gran bondad. Y definitivamente no se trata que vayamos a ser salvadores, porque salvación solo proviene de Uno. Pero sí podemos ser lugares seguros que muestren a gritos por medio de afecto el amor eterno, de Cristo.  

Porque cuando nos acerquemos y veamos una vida a profundidad nos daremos cuenta que no son tan diferentes a nosotros en realidad. Podemos compartir corazones rotos, pasados difíciles, risas provocadas por chistes malos, una comida favorita similar y sobre todo compartir la esperanza eterna que no generará lazos que un par de años van a durar, sino unos que permanentemente y para siempre permanecerán. Pero no podremos crear lazos eternos si no nos acercamos y cumplimos con nuestro llamado de ser como Cristo. Ser la luz del mundo jamás se tratará de brillar y recibir aplausos, se tratará más bien de contemplar la belleza cotidiana, compartir el pan y hablar del amor que se nos ha dado. 

Recuerda que eras huérfano y ahora puedes compartir la vida y esta buena noticia con alguien más, señalando a su verdadero Padre, que lo ama, que lo espera, que lo busca y que le dará el amor que siempre ha necesitado y que jamás va a cesar. 

«La religión pura y sin mancha delante de nuestro Dios y Padre es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y guardarse sin mancha del mundo» Santiago 1:27. 


Mirna Espinoza, guatemalteca con un corazón rebelde que es constantemente corregido por Dios. Salvada por gracia y sin merecerlo. Siempre estudiante y nunca maestra. Sirve al Señor siendo colaboradora para Lifeway Mujeres, en su iglesia local y escribiendo en su blog personal Eufonía, IG: @eufoni.a (para visitarlos solo da clic sobre el nombre del blog y/o sobre nombre de usuario de Instagram)

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