• Skip to content
  • Skip to secondary menu
  • Skip to primary sidebar

Lifeway Mujeres

Lifeway Mujeres

  • Inicio
  • Estudios Bíblicos
  • Libros
  • Biblias
  • ARTÍCULOS
  • AUTORAS
    • Aixa de López
    • Cathy de Nuñez
    • Patricia Namnún
    • Wendy Bello
    • Karla de Fernández
    • Dámaris Carbaugh
    • Liliana Llambés
  • Podcast

Teología

La belleza de la teología aplicable

May 10, 2023 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Verónica Rodas

Que tan necesario es comprender la necesidad de aplicar a nuestro diario vivir cada enseñanza, predicación, lectura y consejo que viene de la Palabra de Dios. No solo conocer y entender sino aplicar esto, lo cambia todo. Nos ayuda a comprender mejor a Dios y Su plan para nuestras vidas y crecer en nuestra fe.

Vamos a leer y comprender juntas algunos versículos que nos ayudarán a reflexionar sobre la belleza de la teología aplicable:

Filipenses 4:8-9: «Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros».

Este versículo nos recuerda que debemos centrar nuestra mente en cosas que son agradables a Dios y en las enseñanzas que Él nos dejó. Cuando estudiamos la teología y aplicamos sus principios en nuestra vida, estamos fortaleciendo nuestra identidad y creciendo en nuestra fe.

Leemos en Efesios 2:10: «Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas».

En este pasaje vemos que somos creación de Dios y que Él nos ha diseñado para hacer en Su nombre las buenas obras que Él mismo preparó. Vemos que cada pasaje insiste en «hacer», «aplicar», «vivir» cada enseñanza y consejo.

Cuando aplicamos la teología en nuestras vidas, estamos buscando vivir de acuerdo con la voluntad de Dios y cumplir Su propósito para nosotros. Esto nos da identidad, nos hace fuertes contra todo ataque y somos libres de los engaños de nuestra mente, el mundo y el diablo.

En Proverbios 31:30, recibimos guía directa para nosotras como mujeres, y de nuevo destaca el hecho de aplicar lo que viene de Dios a nuestro diario vivir. Vemos que lo más importante no es la belleza exterior sino la interior. La mujer que vive trabajando en su interior es la que Dios reconoce: «Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme a Jehová, esa será alabada». Cuando aplicamos la teología en nuestras vidas, estamos buscando crecer en nuestra relación con Dios y en nuestro temor reverente hacia Él.

Y por último veamos 1 Pedro 3:3-4, dice: «Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios».

Esta carta de Pedro nos enseña que no debemos enfocarnos en la belleza exterior, sino en la belleza interior que viene de un corazón afable y apacible. Cuando aplicamos la teología en nuestras vidas, estamos buscando crecer en virtudes como la humildad, la paciencia y el amor. Estamos cultivando un carácter dócil, obediente y amante de Dios.

Hermana, decide crecer en tu fe y vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. No pierdas la oportunidad de vivir una vida plena, experimentando a Dios al hacer las obras que Él preparó para ti. Elige vivir enfocada en la belleza interior, ese es el plan para tu vida. Esto te capacita, te da autoridad, te eleva a una vida plena, satisfecha, gozosa, completa; a ser una mujer valiente en la sociedad actual.

Recuerda que la belleza más importante que podemos tener como mujeres cristianas es la que viene del corazón y de nuestra relación con Dios.


Verónica Rodas es esposa del pastor Luis Rodas. Madre de Cintia (17) y Zoé (6). Juntos sirven al Señor en Córdoba, Argentina. Su anhelo es mostrarle a la mujer lo deleitoso y hermoso que es ser discípula de Cristo.

La teología del Espíritu Santo

July 27, 2022 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Jeanine Martínez 

Hay una fuerte discusión en la iglesia latinoamericana sobre la obra del Espíritu Santo. Esta discusión forma «tribus» y un «muro de Berlín» entre los creyentes. El muro se levanta entre cesacionistas y continuistas (estos términos teológicos explican si se cree en que los dones milagrosos siguen vigentes el día de hoy o no). Los de trasfondo pentecostal, como en el que me crie, hemos secuestrado y casi patentado al Espíritu Santo. A mi corta edad, yo entendía que los que no veían la obra del Espíritu Santo de la misma forma que yo, no tenían al Espíritu Santo. Pero la realidad es que esto no es verdad. Todo creyente ha sido sellado con el Espíritu de verdad. Cristo dijo que nos enviaría un Consolador (Juan 16:7), y esa promesa fue para todos Sus seguidores. 

En la primaria, asistía a un colegio bautista. Pero yo crecí en una iglesia carismática neopentecostal. Ya te imaginas las discusiones que tenía con mis compañeritos bautistas. A mí me encantaba la Biblia y era muy apasionada en mis opiniones (aún lo sigo siendo). Recuerdo decirles a mis hermanos bautistas en mi adolescencia: «Es que nosotros los pentecostales sí tenemos al Espíritu Santo y ustedes no». A mis trece años, estaba llena de opiniones, juicios y prejuicios. Si somos sinceras, todas de alguna manera lo estamos.  

Pasé 20 años en una iglesia neopentecostal, neocarismática, y desde hace 18 años me congrego en una iglesia bautista. A lo largo de este tiempo, he podido ver un amplio espectro de creencias acerca del Espíritu Santo y también he podido oír la Palabra para llegar a mis propias conclusiones. Tengo amigos y amados hermanos en ambos extremos de estas creencias. Con todo, lo que queremos ver es qué dice la Palabra acerca del Espíritu Santo. 

Somos uno en el Espíritu 
La Escritura enfatiza que el Espíritu une a la iglesia. La unidad en el Espíritu es una característica indivisible de los cristianos, queramos abrazarla o no. Dios, a través del Espíritu, siempre ha reunido a aquellos que Él identifica como Suyos (Isa. 34:16; Ef. 4:1‑3). Los apóstoles testificaron que el Señor no hizo diferencia entre los creyentes gentiles y judíos, sino que a todos les dio por igual al Espíritu Santo (Hech. 15:8; 1 Cor. 12:4). Hay unidad aun en medio de la diversidad. Y esto es un tema serio y relevante para Dios. ¿Cómo es posible que estemos divididos por discutir sobre la persona que nos ha hecho uno? 

El malentendido es consecuencia de un problema más profundo: una mala comprensión de la persona del Espíritu Santo. El Espíritu es muchísimo más que los milagros o dones. Él es la tercera persona de la Trinidad. Él coexiste eternamente en Su naturaleza trinitaria porque es Dios. 

Al Espíritu Santo generalmente lo encontramos con «apellido». Por ejemplo, el Espíritu «de verdad», el Espíritu «de Dios», el Espíritu «Santo» o, cuando se refiere solo al «Espíritu», está en contexto con otra persona de la Trinidad. En Su mismo nombre, vemos que es un espíritu; es decir, no tiene forma corpórea. El bautismo de Jesús es una excepción única, pues dice que «descendió en forma de paloma» (Luc. 3:22). El «apellido» Santo, por su repetición, nos apunta al único atributo enfatizado con el que Dios se identifica: «Santo, Santo, Santo» (Isa. 6:3; Apoc. 4:8).  

Los creyentes en Latinoamérica deberíamos arrepentirnos de minimizar la identidad de la tercera persona de la Trinidad únicamente a lo que hace. Eso se convierte en utilitarismo. Cuando hacemos eso, valoramos al Espíritu Santo por lo que hace y no por quien Él es. Reducimos nuestra relación con Dios el Espíritu a Su obra, más que a Su persona. 

Muchas reducimos la persona del Espíritu a alguien similar a un Santa Claus, quien está regalando dones a quienes se lo pidan. ¡Pero el Espíritu Santo es más que un dador de poder! Los discípulos recibirían poder para predicar el evangelio, pero no sería lo único que el Espíritu Santo sería para ellos. Eso es solo una parte de Su obra y Su carácter. Él no es nuestro entrenador personal, a quien le damos órdenes o a quien accedemos cuando queremos poder. Dios no está para ser nuestro animador, sino nuestro Dios. Nosotros servimos a Dios, nosotros estamos a Su servicio y voluntad, no al revés.


El contenido de este artículo ha sido extraído del libro Doctrina para todas por Jeanine Martínez de Urrea. 

Puedes adquirir el libro en todas las plataformas digitales o en tu librería de preferencia. Si quieres conocer más visita, www.lifewaymujeres.com


Jeanine Martínez de Urrea es misionera en Guatemala y sirve con Iglesia Reforma. Es enviada por la Iglesia Bautista Internacional, República Dominicana. Tiene una Maestría en Artes en Estudios Teológicos y Liderazgo Intercultural por el Seminario Bautista del Sur (SBTS), y una Maestría en Ciencias en Ingeniería Sanitaria y Ambiental (INTEC). Sirvió como misionera transcultural, con enfoque en enseñanza bíblica, entrenamiento misionero y discipulado, en el Sur y el Este de Asia por casi 9 años. Es apasionada por hacer discípulos de Cristo, de todas las naciones, a través de la enseñanza bíblica. Le gusta cocinar, la música, y conocer personas de distintas culturas, apreciando la multiforme gracia. De vez en cuando, recuerda detenerse y oler las flores.

Cristo: prometido desde el Antiguo Testamento

July 20, 2022 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Jeanine Martínez de Urrea

En el Antiguo Testamento encontramos que Dios preparó todo para la venida de Jesús. Esta preparación la vemos en la denuncia del pecado y la promesa de redención. Al denunciar el pecado, Dios les recordaba que tenían que ser santos porque Él es santo (Lev. 19:20). Al anunciar juicio por los pecados del pueblo, Él les revelaba la justicia divina y Su bondad, que no puede dejar el pecado sin castigo (Núm. 14:18). En medio de todos estos anuncios de juicio, la abundancia de mensajes proféticos de amor, restauración, esperanza, reconciliación con Dios y salvación son abrumadores. ¡Son buenas noticias! Como un mosaico que fue pintado cuidadosamente cuya revelación tangible es Cristo.  

En Su plan diseñado desde antes de la creación del mundo, Dios reveló Su carácter y Su amor para con el mundo y Él orquesta el cumplimiento de todo en Cristo. Su fidelidad en traer salvación a Su pueblo y cumplir Sus promesas es claramente expuesta en la persona de Jesús.  

De hecho, la persona de Cristo se revela en todo el Antiguo Testamento. Hay algunos pasajes que podríamos mencionar, como Génesis 3:15, conocido como el «protoevangelio». Allí, Dios dice a la serpiente: «pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y su simiente; él te herirá en la cabeza, y tú lo herirás en el talón». Esto nos apunta a algo que se cumplirá solo en la persona del Mesías.  

Cuando Dios se revela a Abraham, Él dice:  
Haré de ti una nación grande y te bendeciré; haré famoso tu nombre, y serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan; ¡por medio de ti serán benditas todas las familias de la tierra! (Gén. 12:2-3, NVI).  

Esa bendición será hecha posible en todas las familias de la tierra, cuando todas la familias de toda nación, lengua y pueblo puedan ser introducidas como parte del pueblo de Dios. Todos aquellos que pongan su fe en la persona y obra salvadora de Cristo entrarán a esa bendición. Solamente a través de Cristo esta promesa pudo haber sido posible. Con Abraham y sin Cristo esta promesa no se habría cumplido. Necesitamos a Cristo, pues solo en Cristo estas promesas se cumplen. De hecho, ese es precisamente el argumento de Pablo en Gálatas, cuando escribe: «Ahora bien, las promesas se le hicieron a Abraham y a su descendencia. La Escritura no dice: “y a los descendientes”, como refiriéndose a muchos, sino: “y a tu descendencia”, dando a entender uno solo, que es Cristo» (Gál. 3:16, NVI).  

Cuando Jacob bendice a cada uno de sus hijos, dice esto sobre Judá (la tribu de donde viene Jesús): «Tú, Judá, serás alabado por tus hermanos; dominarás a tus enemigos, y tus propios hermanos se inclinarán a ti» (Gén. 49:8-12, NVI). Obviamente esto apunta a algo mucho más allá que hermanos carnales, pues dice: «Mi hijo Judá es como un cachorro de león que se ha nutrido de la presa. Se tiende al acecho como león, como leona que nadie se atreve a molestar» (v. 9); y agrega: «El cetro no se apartará de Judá, ni de entre sus pies el bastón de mando, hasta que llegue el verdadero rey» (v. 10a).  

Posteriormente en la Biblia vemos una y otra vez a Cristo referenciado como el León de la tribu de Judá. De igual manera, Jesús es el verdadero Rey, «quien merece la obediencia de los pueblos» (v. 10b). Este pasaje habla de un reino que se extiende. Cristo es Señor no solo de Israel o de una nación física, sino también de un pueblo espiritual donde hay representantes de toda tribu, lengua y nación. Luego, en el libro de Números, vemos los oráculos de Balaam. Este profeta quiso maldecir al pueblo de Israel, pero Dios lo usó para hablar la verdad y profetizar al pueblo:  

Palabras del que oye las palabras de Dios y conoce el pensamiento del Altísimo; del que contempla la visión del Todopoderoso, del que cae en trance y tiene visiones. Lo veo, pero no ahora; lo contemplo, pero no de cerca. Una estrella saldrá de Jacob; un rey surgirá en Israel. Aplastará las sienes de Moab y el cráneo de los hijos de Set. Edom será conquistado; Seír, su enemigo, será dominado, mientras que Israel hará proezas. De Jacob saldrá un soberano, y destruirá a los sobrevivientes de Ar (Núm. 24:16-19, NVI).  

La predicción de este soberano, esta estrella, este rey, nuevamente apunta al reinado eterno de Cristo. En Deuteronomio 18, Moisés dice:  

El Señor tu Dios levantará de entre tus hermanos un profeta como yo. A él sí lo escucharás. Eso fue lo que le pediste al Señor tu Dios en Horeb, el día de la asamblea, cuando dijiste: «No quiero seguir escuchando la voz del Señor mi Dios, ni volver a contemplar este enorme fuego, no sea que muera». Y me dijo el Señor: «Está bien lo que ellos dicen. Por eso levantaré entre sus hermanos un profeta como tú; pondré mis palabras en su boca, y él les dirá todo lo que yo le mande» (Deut. 18:15-18, NVI).  

La oración final de Cristo, en Sus discursos finales antes de la cruz (Juan 14–17), es uno de los pasajes más bellos que podemos estudiar de cristología. Aquí, Cristo mismo revela quién es y qué vino a hacer. Él relata Su obra, Su sacrificio, Su sufrimiento y Su glorificación, así como el hecho de que vino a glorificar al Padre. En pocas palabras, Jesús le dice al Padre: «Yo he dicho todo lo que tú me has mandado, yo he hecho todo lo que tú me diste a hacer». Es como si Cristo mismo dijera: «Yo he cumplido esta profecía que fue dada en el libro de Deuteronomio».


El contenido de este artículo ha sido extraído del libro Doctrina para todas por Jeanine Martínez de Urrea. 

Puedes adquirir el libro en todas las plataformas digitales o en tu librería de preferencia. Si quieres conocer más visita, www.lifewaymujeres.com 


Jeanine Martínez de Urrea es misionera en Guatemala y sirve con Iglesia Reforma. Es enviada por la Iglesia Bautista Internacional, República Dominicana. Tiene una Maestría en Artes en Estudios Teológicos y Liderazgo Intercultural por el Seminario Bautista del Sur (SBTS), y una Maestría en Ciencias en Ingeniería Sanitaria y Ambiental (INTEC). Sirvió como misionera transcultural, con enfoque en enseñanza bíblica, entrenamiento misionero y discipulado, en el Sur y el Este de Asia por casi 9 años. Es apasionada por hacer discípulos de Cristo, de todas las naciones, a través de la enseñanza bíblica. Le gusta cocinar, la música, y conocer personas de distintas culturas, apreciando la multiforme gracia. De vez en cuando, recuerda detenerse y oler las flores.

La revelación de Dios y Su existencia

July 13, 2022 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Jeanine Martínez de Urrea

Dios le revela al ser humano lo que considera que el ser humano necesita saber acerca de Él. Esto parece obvio, pero no lo es. Dios se revela a través de Su creación y también de manera especial a través de Su Palabra. Cuando vemos la creación, el cuerpo humano o el universo, vemos que detrás de tan impresionante diseño existe un diseñador. Sobrenaturalmente, Dios se ha revelado. Tanto Su palabra, plan, persona y voluntad se nos han dado a través de la historia en un período de unos 1500 años por autores que, inspirados por el Espíritu Santo, escribieron las palabras de Dios. La revelación y el cumplimiento evidente se revelan en la persona de Jesús, Su vida, hechos, palabras, muerte, resurrección, glorificación y promesa de regreso. 

De la misma manera que un niño crece en conocimiento de sus padres, pero sus padres lo conocen mejor a él mismo, de esa manera Dios se revela progresivamente a la raza humana. El clímax de la revelación de Dios es Cristo. El ser humano no necesita conocer más de Dios que lo que ha sido revelado en la vida, obra, muerte, resurrección y glorificación de Cristo. Dios se revela no para satisfacer la curiosidad o para que algunas personas se sientan más especiales que otras. Dios se revela para que le demos gloria, no para que nos gloriemos en ese conocimiento. Si la revelación de Dios te hace sentirte superior a tus hermanos, esa revelación difícilmente es de Dios.  

Dios existe como suficiente en sí mismo. El ser humano no altera lo que Dios hace o determina hacer. No puede reaccionar, porque Él no responde a emociones como los humanos. Dios es estable, siempre es el mismo. El ser humano no tiene la capacidad de afectar Su juicio como si Dios no supiera lo que pensamos o hacemos previamente. Esto es conocido en la teología como aseidad de Dios. Muchos teólogos tienen distintas posiciones al respecto. Por un lado, algunos dicen que Dios carece de cualquier tipo de emoción y todo lo que vemos en lenguaje humano en la Biblia está expresado así para nuestro entendimiento de Dios, pero no describe a la perfección Su ser porque no hay forma humana de hacerlo.  

Por otro lado, otros presentan a un Dios tan emocional como el ser humano creado a Su imagen. Sin embargo, no podemos tomarnos como referencia, pues para empezar nuestras emociones tienen la capacidad de ser pecaminosas, como generalmente lo son. Nuestras emociones son reactivas, y aunque parcialmente pueden reflejarlo, cuidemos de no «humanizar» a Dios a costa de Su deidad. Aun Cristo no experimentó emociones humanas de manera pecaminosa como lo hacemos nosotros.  

Él existe. Dios ha hecho Su existencia evidente al ser humano en todas las generaciones. Por lo menos los primeros 1000 años de existencia de la humanidad tenían como testigos a nuestros primeros padres: Adán y Eva. Por cientos de años subsiguientes, los hijos y nietos de Adán y Eva, como lo revelan las genealogías que vemos en Génesis, tenían las palabras e historias de los testigos oculares de Dios, de cómo habitó con el hombre en comunión en el jardín. Nuestra experiencia con Dios no determina quién es ni cómo es Él. Lo que otros nos han dicho acerca de Dios y lo que hemos conocido de Dios no deben determinar lo que sabemos de Dios. Lo más sólido es creer lo que Él ha dicho en Sus propias palabras, en Su revelación escrita y en la creación. Aunque tengamos maestros y líderes que nos enseñan a conocer a Dios, es nuestra responsabilidad y deber filtrar todo a través de las Escrituras.  

No solo los ateos tienen un hambre insaciable de pruebas de la existencia de Dios. Muchos creyentes anhelamos un milagro más, una revelación especial más, como si esto fuera lo que necesitamos para creer más y crecer en fe. La narrativa bíblica nos demuestra lo contrario. El hombre no necesita más evidencia de Dios. Para el pueblo de Israel en el desierto no fue suficiente la columna de nube y la columna de fuego, la presencia de Dios en el tabernáculo. No existe fe verdadera, ni bíblica, sin obediencia. Creer sin responder con fe, desde la perspectiva bíblica, no es creer, es solo una mentira. ¡Ánimo! tus luchas no son extrañas, son muy humanas. Dios nos capacita a través de Su Espíritu Santo para que en nuestro caminar crezcamos cada día a la imagen de Su Hijo. Lee Juan 12:37-48 y ora para que el Señor cada día aclare, afirme y te haga más obediente en tu caminar de fe.  


El contenido de este artículo ha sido extraído del libro Doctrina para todas por Jeanine Martínez de Urrea. 

Puedes adquirir el libro en todas las plataformas digitales o en tu librería de preferencia. Si quieres conocer más visita, www.lifewaymujeres.com 


Jeanine Martínez de Urrea es misionera en Guatemala y sirve con Iglesia Reforma. Es enviada por la Iglesia Bautista Internacional, República Dominicana. Tiene una Maestría en Artes en Estudios Teológicos y Liderazgo Intercultural por el Seminario Bautista del Sur (SBTS), y una Maestría en Ciencias en Ingeniería Sanitaria y Ambiental (INTEC). Sirvió como misionera transcultural, con enfoque en enseñanza bíblica, entrenamiento misionero y discipulado, en el Sur y el Este de Asia por casi 9 años. Es apasionada por hacer discípulos de Cristo, de todas las naciones, a través de la enseñanza bíblica. Le gusta cocinar, la música, y conocer personas de distintas culturas, apreciando la multiforme gracia. De vez en cuando, recuerda detenerse y oler las flores.

Teología: preguntas que todas nos hacemos 

July 6, 2022 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Jeanine Martínez de Urrea

Una teología correcta es aquella que se hace preguntas. ¿Qué creo sobre Dios? ¿Por qué creo esto? La experiencia es importante. Pero nuestra experiencia generalmente es interpretada a través de un lente que tenemos puesto: puede tener colores, aumento o reducción, y eso afectará cómo la entendemos. Por tanto, algo tan importante y vital como lo es nuestro concepto de Dios, y todo lo que se desprende de este concepto, no puede ser alimentado meramente por nuestra experiencia. Nuestra fe necesita estar informada, ser evaluada y mantenerse examinada por la verdad absoluta de la Palabra de Dios y no de nuestras experiencias, ni de las experiencias de un líder eclesiástico bien intencionado, del cual no sabemos de dónde sacó sus creencias.  

No juguemos al teléfono descompuesto con nuestra fe. Jesús prometió que conoceríamos la verdad y que esta nos haría libres. Esa verdad se encuentra en la Biblia, no en la experiencia. Lamentablemente, la mayoría de los líderes de iglesias han tenido poco o ningún entrenamiento teológico. Se estima que, a nivel mundial, el 85 % de los líderes eclesiásticos nunca ha leído la Biblia completa o no ha tenido entrenamiento teológico. Otros padecen de lo opuesto: mucho entrenamiento teológico, pero poco tiempo con Dios y las personas. Sus afectos no están alineados con la Palabra. No es lo mismo estudiar y hablar acerca de Dios, que estar con Él, sometidos y obedientes a Sus mandamientos, junto con el cuerpo de Cristo. Pero esto también debería llamarnos la atención a nosotras. La Palabra nos exhorta a no gloriarnos en nuestra sabiduría ni en nuestro poder, sino a entender y conocer a Dios (Jer. 9:23-24). 

Por otro lado, otra de las preguntas cruciales que nos hacemos en la vida es, ¿Quién soy? La identidad es uno de los temas más solicitados para conferencias y enseñanzas a mujeres y jóvenes en nuestro contexto. La industria de la autoayuda y contenido motivacional genera una alta demanda de influencers y oradores de carisma. También vemos algunos líderes religiosos cuyo mensaje motivacional para sentirse mejor con uno mismo no se reduce únicamente a simples frases, sino que va acompañado de algún versículo bíblico. La respuesta a la pregunta: «¿quién soy?» es el tema central de un sinnúmero de libros de autoayuda. A pesar de todo esto, vivimos en una de las generaciones más insatisfechas e insaciables.  

En el Edén, Adán y Eva decidieron buscar significado, identidad y propósito fuera de la palabra de su Creador. No les resultó suficiente el habitar en relación perfecta con Él. No somos muy diferentes a ellos. Los libros acerca de la identidad se encuentran entre los más vendidos. Pero mientras más «fluida» o subjetiva es la respuesta cultural a la pregunta de quiénes somos, más confundida está nuestra generación. Continuamente las creyentes se definen como «princesas del Señor» o «guerreras de Dios», así como otros términos similares. El enfoque en uno mismo cada vez es más enfático. Tal como Adán y Eva, la «exploración» del significado en la vida y de la identidad continúa hoy en los lugares equivocados.  

Nuestros antepasados y representantes de lo que hoy es nuestra naturaleza creyeron esta mentira: que necesitaban ser más de lo que eran. Actuaron bajo la premisa de que necesitaban más de lo que Dios ya les había provisto en dirección, propósito e identidad. Esta mentira los llevó a creer la promesa falsa de que «[serían] como Dios» (Gén. 3:5), cegados ante la verdad que el Creador había declarado, que ya eran hechos a Su imagen (1:26-28). Ya eran, en ese sentido, como Dios. No eran igual a Él, pero sí eran hechos a Su imagen. Eso debió́ ser suficiente.  

Nada ha cambiado en cuanto a la naturaleza humana y, aunque cada vez tenemos más hambre de una respuesta que nos satisfaga, solo Dios nuestro creador puede aclarar y definir nuestra identidad. Fuera de Él nunca estaremos parados en tierra firme.  

¿Es posible conocer a Dios?  
He conocido al Señor prácticamente toda mi vida. Desde pequeña tenía muchas preguntas sobre este Ser tan maravilloso que me presentaron y en quien había creído como mi Señor. Para mí, tenía sentido que alguien estuviera a cargo del universo y de mi vida. Entendía que alguien planeara, diera origen y orden a este mundo donde la naturaleza no deja de sorprendernos. Incluso la creatividad humana es impresionante, tanto para lo bueno como para lo malo. No parece tener límites.  

Con los años, inconscientemente me enseñaron que Dios es tan infinito y misterioso que no se puede conocer. Es cierto que no podemos conocerlo completamente, pero Él se reveló porque quiere ser conocido para Su gloria y nuestro bien. Tal vez habría entendido mejor si hubiera aprendido que Él no puede ser conocido en Su totalidad, como el océano entero no puede ser explorado en un solo día.  

Sin embargo, necesitaba saber que Él quiere ser conocido y que ese conocimiento nos lleva a amarlo. Similar a la manera en que dos personas se conocen y se casan. Aunque toda una vida no alcance para conocerse en su totalidad, sí podemos conocer a una persona lo suficiente como para reconocer sus cualidades y carácter, amarla y hacer un compromiso con ella. Así también estudiamos a Dios a través de Su revelación en Cristo (Ef. 3:1-6), el Logos o la Palabra encarnada. Lo conocemos a través de la palabra profética más segura, Su Palabra (1 Ped. 1:19-21), con el objetivo de amarlo.  

Jen Wilkin dice: «No podemos amar lo que no conocemos». Aunque es posible conocer mucho acerca de Dios y no amarlo, no es posible amarlo sin conocerlo (Prov. 9:10). Lo que Dios ha revelado de sí mismo es suficiente para que lo amemos. Pero necesitamos conocerlo primero. Nuestro amor por Él será proporcional a nuestro conocimiento de Él. En Juan 17:26 Jesús ora por Sus discípulos al Padre, diciendo: «Yo les he dado a conocer Tu nombre, y lo daré a conocer, para que el amor con que me amaste esté en ellos y Yo en ellos». El amor y el conocimiento van de la mano.


El contenido de este artículo ha sido extraído del libro Doctrina para todas por Jeanine Martínez de Urrea. 

Puedes adquirir el libro en todas las plataformas digitales o en tu librería de preferencia. Si quieres conocer más visita, www.lifewaymujeres.com 


Jeanine Martínez de Urrea es misionera en Guatemala y sirve con Iglesia Reforma. Es enviada por la Iglesia Bautista Internacional, República Dominicana. Tiene una Maestría en Artes en Estudios Teológicos y Liderazgo Intercultural por el Seminario Bautista del Sur (SBTS), y una Maestría en Ciencias en Ingeniería Sanitaria y Ambiental (INTEC). Sirvió como misionera transcultural, con enfoque en enseñanza bíblica, entrenamiento misionero y discipulado, en el Sur y el Este de Asia por casi 9 años. Es apasionada por hacer discípulos de Cristo, de todas las naciones, a través de la enseñanza bíblica. Le gusta cocinar, la música, y conocer personas de distintas culturas, apreciando la multiforme gracia. De vez en cuando, recuerda detenerse y oler las flores.

Primary Sidebar

Nos alegra saber que estás aquí. En este blog encontrarás artículos, devocionales y notas interesantes para tu vida. También podrás conocer de nuestros Estudios Bíblicos, Libros y Biblias. Pero, mayormente, encontrarás una comunidad de mujeres que quieren conocer a Dios y Su Palabra, y vivir de manera diferente gracias a Él.

Conoce más acerca de nosotras ►
Síguenos en FB 
Síguenos en Instagram 
Suscríbete a nuestro canal de YouTube 

RECIBE INFORMACIÓN Y NUESTRO PLAN DE ORACIÓN FAMILIAR

¿Lista para ser parte de nosotras y recibir cada mes nuestro Plan de oración familiar? Ingresa tu correo electrónico y haz click en «Inscribirse». Es así de fácil.

Puedes adquirir estos recursos en tu librería cristiana favorita: ESTADOS UNIDOS AMÉRICA LATINA

CATEGORÍAS

LO MÁS LEÍDO

  • CREADA PARA SER FUERTE
  • Plan de Oración Familiar [Junio]
  • Creada para ser confiada (Pr 31:25)
  • Ya no siento amor por mi pareja.
  • DIOS PUEDE REVIVIR LOS HUESOS SECOS.
Eventos Button Image

Copyright © 2023 · Lifeway Christian Resources All Rights Reserved

Cleantalk Pixel