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Por María Renee

El sistema de valores del mundo enseña que libertad es el derecho que tenemos de obrar según nuestra voluntad a lo largo de nuestra vida. Por ejemplo, ir a donde queremos, en el momento que queremos, decidir nuestra manera de comportarnos, vestirnos, o como utilizar los recursos que tenemos, sin estar sujetas a ninguna otra voluntad sino regidas por nuestras propias convicciones y defenderlas a costa de cualquier precio. Libertad es sinónimo de independencia.  

Es bueno como mujeres cristianas anhelar libertad, pero la verdadera libertad. Meditemos y escudriñemos a la luz de las Escrituras lo que esta palabra significa.

ANTIGUO TESTAMENTO

A lo largo del Antiguo Testamento vemos al pueblo de Dios 400 años en Egipto en cautiverio y luego en el exilio por 70 años en Babilonia, oprimidos y muchas veces exigiéndoles que adoptaran las costumbres paganas de adorar múltiples dioses.

Los profetas anunciaron fielmente el mensaje del Señor: “vuelvan su mirada al Señor, arrepiéntanse de su manera de vivir, no busquen en otros dioses lo que solo pueden encontrar en Él.”  El pueblo estaba alejado de Dios, caminando en independencia en una “supuesta libertad.”  Esto trajo duras consecuencias para el pueblo, que tuvo que permanecer en exilio o en cautiverio por mucho tiempo, en repetidas ocasiones. Mientras esto sucedía vemos a Dios una y otra vez interviniendo con amor eterno, lleno de misericordia rescatándolos, trayéndolos del cautiverio a libertad. 

  • Leer toda esta historia en el antiguo testamento me hace pensar en la necedad de este pueblo, y al evaluar mi caminar me convenzo que no soy muy diferente de ellos.

NUEVO TESTAMENTO

Ubicados en esta parte de la historia, del lado de la cruz, cuando el pináculo de la provisión de Dios fue Cristo viniendo a libertarnos del pecado (puedes leer Romanos 6) encontramos las Escrituras llena de palabras de exhortación a andar en libertad, aquí algunos ejemplos para que seamos animadas a perseverar. 

Juan 8:32 
Si ustedes permanecen en mí palabra, verdaderamente son mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.

Palabras dichas por Cristo mismo quien también nos enseña que Él es “la verdad” (Juan 14:6) Que esto sea motivo para nosotras de perseverar en las Escrituras porque nos permite conocerlo, nos revela Su carácter, voluntad y propósito para nuestra vida y así poder caminar en la libertad a la que nos ha llamado para ser verdaderas discípulas.

Ser libres nos hace permanecer

2 Corintios 3:17 Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, hay libertad. Creemos en el Señor y su verdad porque sopla vida espiritual en nosotros, es Él quien inició la obra, y quien trae salvación, abre nuestro entendimiento y nos rescata de la cautividad del pecado. 

Inicia un proceso donde vamos siendo transformadas y la imagen del Señor se va formando en nosotras. ¡Qué privilegio, qué hermosa obra de restauración ser sacadas de las tinieblas para poder proclamar las maravillas de Su luz admirable! 

Ser libres nos lleva a depender de Él

2Timoteo 2:9 El apóstol Pablo está encadenado, pero explica que la Palabra de Dios no lo está, esto le permite compartir para que muchos más lleguen a experimentar la libertad de la que goza a pesar de estar encarcelado.

En diversas ocasiones Pablo escribe desde la cárcel, hace ver que su cuerpo físicamente está cautivo pero su espíritu es libre, verdaderamente libre, para proclamar el nombre de quien lo rescató de su manera vana de vivir y lo llamó a una verdadera libertad para servirle.

Ser libres nos lleva a servir al Señor

Libertad de adentro hacia afuera

La Palabra de Dios es clara en nuestra condición, antes de que nuestros ojos espirituales fueran abiertos, estábamos cautivas, en tinieblas, muertas en delitos y pecados. 

Él inició la obra, pagó por nuestra libertad y dejó Su Espíritu como garantía morando dentro de nosotras. Respondamos en gratitud, teniendo en alta estima el precio de nuestro rescate, la sangre de Cristo derramada en esa cruz, que brille en nuestro corazón y nos deslumbre la gloriosa resurrección y lo que significa. Para poder ser transformadas a una verdadera y legítima libertad, para que sea evidente lo que ha sucedido en nuestra mente y corazón reflejándose en nuestra manera de vivir, vestir y nos lleve a anhelar sujetarnos a Su voluntad y propósito.

Ser libres nos lleva a la obediencia

2 Pedro 2:19 Nos enseña que somos esclavos cada uno de aquello que nos ha vencido, que esto sea oportunidad de evaluar nuestro corazón y manera de vivir para identificar:

  • ¿Qué es lo que nos domina? 
  • ¿Qué determina en nuestra vida lo que nos hace sentir verdadera libertad?

Podemos estar viviendo una libertad por fuera, pero ser cautivas de nuestros pensamientos, emociones, queja, amargura, celos, contiendas, frustración, falta de perdón etc.

Recordemos que el Dios que sacó a Su pueblo del cautiverio, nos ha escogido como Suyas, nos provee la gracia necesaria cada día para que podamos ser libres y vivir la vida abundante, llena de plenitud y gozo, para conocerle más profundamente y crecer en una íntima creciente relación con Él, no nos conformemos con menos.

Para libertad fue que Cristo nos hizo libres. Por tanto, permanezcan firmes, y no se sometan otra vez al yugo de esclavitud. Gálatas 5:1

María Renée de Cattousse, pecadora, salvada por gracia, justificada por la fe en la obra de Cristo, redimida por la misericordia de Dios. Es miembro de la Iglesia Reforma en la ciudad de Guatemala. Esposa de Carlton, mamá de Mario René y Valeria. Odontóloga.

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