Por María Renée de Cattousse
Hace aproximadamente 1,988 años un día como hoy, se exhibía el cuerpo de Cristo, crucificado en el monte Calvario.
La crucifixión era una práctica común inventada por los persas, adoptada por el Imperio Romano. Morir de esta manera era un método ampliamente utilizado en esa época exponiendo a la persona a una muerte particularmente lenta, horrible, dolorosa, pública (queriendo disuadir a la gente de cometer crímenes parecidos).
En esta semana que recordamos los últimos días de ministerio en esta tierra de nuestro Señor, lo hacemos con profunda reverencia y a la vez con gozo de lo que este cumplimiento anunciado por los profetas significa.
Desde el Antiguo Testamento se nos muestran pinceladas del padecimiento por el que el Salvador del mundo, el anunciado Mesías padecería. Puedes encontrar en Isaías 53 (escrito aproximadamente 700 años antes del nacimiento de Cristo) o en Salmos 22(Posiblemente escrito 1000 años antes de Cristo) descripciones del sufrimiento que en el Nuevo testamento los evangelios dan testimonio que sucedieron tal como fueron anunciados.
Para esta meditación te quiero pedir que me acompañes al libro de Juan capítulo 19 y te des la oportunidad de leerlo, de meditar en tu corazón para poder profundizar el peso que este pasaje contiene.
Encontramos la sentencia a Jesús, Pilato envía que lo azoten, los soldados tejen una corona de espinas que colocan en Su cabeza, lo visten con un manto color púrpura.
Continuamos leyendo como se burlan de Él, lo abofetean. Los mismos sacerdotes gritan para que sea crucificado. Pilato sabe que Jesús no es culpable de algún crimen que amerite la crucifixión, pero algunos judíos lo ponen entre la espada y la pared exigiendo sea crucificado.
Pocos versículos más adelante encontramos ya como Jesús está cargando la cruz hacia el lugar de la Calavera y es crucificado junto a otros dos hombres*.
Pero detengámonos en el versículo 30, pon atención a las últimas palabras pronunciadas por nuestro Señor en la cruz ¡consumado es!
Palabras que en medio del dolor y la agonía experimentada en ese momento pudo articular fuertemente. ¿Puedes verlas entre signos de admiración? Esto hace que se estremezca mi corazón.
¡El plan de Dios estaba hecho, no había algo más que se necesitara hacer, era completo!
La promesa de Génesis 3:15 de redención había sido llevada a cabo. (La reconciliación de Dios con el hombre)
La hora había llegado, y estas palabras tienen peso de gloria, fueron dichas ese día, pero resuenan el día de hoy para quienes hemos puesto nuestra confianza en Cristo.
Significan todo, porque explican lo que no podemos expresar de manera natural, pero sobrenaturalmente traen esperanza, gozo porque tienen hoy por hoy un efecto constante en nuestras vidas como cristianos.
La ira de un Dios tres veces santo había sido aplacada, satisfecha. La sangre de Cristo fue el pago por las iniquidades de la humanidad de principio a fin.
No había ni existe algo que quedara pendiente de ser hecho. Nuestro Señor Jesucristo lo hizo por medio de Su vida sin pecado y Su obra consumada en la cruz. Nos testifican Su amor eterno por nosotros y Su obediencia perfecta al Padre.
REFLEXIÓN:
- Que podamos responder en gratitud al meditar lo que estas palabras pronunciadas por Jesús significan.
- Que traigan descanso a nuestros afanes y volvamos a ver a la cruz, que resuenen Sus palabras ¡Consumado es! Como un recordatorio de Su ofrenda perfecta para que podamos vivir en libertad del pecado, del cautiverio, de la esclavitud.
- Que nuestros corazones gozosos palpiten al compás de estas palabras dichas con Su boca. Para que respondamos con vidas de entrega absoluta de rendición al Dios que se hizo hombre y dio Su vida para borrar nuestra culpa y permitirnos una íntima relación con Él.
- Que este viernes que recordemos Su crucifixión veamos la victoria de ese grito con el que momentos después descansó del dolor y la agonía causadas por la crucifixión, pero sobre todo por llevar el peso de los pecados de la transgresión de toda la humanidad (donde también los nuestros estaban presentes).
- A los ojos de quienes presenciaron ese momento todo parecía una derrota, sin embargo, era un momento de victoria donde nuestro Señor Jesucristo estaba derrotando el dominio de las tinieblas sobre la humanidad…
- … y tres días después Su gran victoria sobre la muerte, Su resurrección para la gloria de Dios y nuestra garantía de la resurrección para los que estamos en Cristo.
*Dos hombres fueron ese día crucificados con nuestro Señor, uno de ellos encontró misericordia y puso su confianza en Él, el otro lo despreció. Allí misma estaba siendo representada la humanidad, quienes creen y descansan en su obra consumada, y quienes lo niegan y no buscan refugio ni salvación. ¿Has puesto tu fe y confianza en la obra consumada del unigénito hijo de Dios, para salvación y una vida arraigada dependiendo de Él?
María Renée de Cattousse, pecadora, salvada por gracia, justificada por la fe en la obra de Cristo, redimida por la misericordia de Dios. Es miembro de la Iglesia Reforma en la ciudad de Guatemala. Esposa de Carlton, mamá de Mario René y Valeria. Odontóloga.
Excelente mensaje, gracias por la enseñanza.