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Por Verónica Rodas

Fuerza y honor son su vestidura; Y se ríe de lo por venir. Proverbios 31:25 

¿Cuál es el secreto de esta mujer? Conoce a Dios, confía en Él y se mantiene firme ante cada situación adversa que se le presenta. Tiene la virtud de reír, porque conoce al Dios soberano que le guía.  

Cada una de nosotras tiene un futuro que atravesar, pero… ¿cómo transitarlo? Aquí podemos contemplar el ejemplo de una vida que nos instruye cómo hacerlo. Una mujer vestida de fortaleza y dignidad es la que se ríe sin temor a lo que vendrá.  

“Fuerza” 
La palabra “fuerza” es la misma que se usa en el versículo 17, “Ciñe de fuerza sus lomos y esfuerza sus brazos”.  
Estudiando anteriormente este pasaje de Proverbios 31:10-31, vimos que era Dios quien la ceñía de fuerza. Su confianza en Él le daba esa fortaleza física, mental y espiritual. Ella tenía esa fuerza porque caminaba con Dios.

“Honor” 
La palabra hebrea, “honor” (hadar), incluye la idea de “gloria, honor, majestad, esplendor y belleza”. La honra, vestidura de la mujer virtuosa, es la honra debida a la hermosura y magnificencia de Dios (Salmos 145:5). Ella era un reflejo de la gloria de Dios al estar vestida de Su Palabra en mente y acción, de ese modo manifiesta fuerza y honor. 

“Se ríe de lo porvenir” 
Esta mujer no estaba preocupada por el futuro porque Dios la capacita y prepara.

Nada, la tomaba por sorpresa porque acudía a Dios constantemente. Él era su guía. Vivía siempre confiada en las fuerzas del Señor. 

La Biblia está llena de maravillosos ejemplos de mujeres que recorrieron este camino antes que nosotras. Mujeres que confiaron en Dios y arriesgaron su vida, tiempo y esfuerzo, afrontando situaciones difíciles. Veamos algunas: 

– Ana, confió en Dios en oración y ayuno (Lucas 2:37). 

– Otras mujeres usaron su confianza en reuniones de oración (Hechos 1:14).  

– La mujer del pozo, ayudó a ganar su pueblo para Cristo (Juan 4:39). 

– Tabita fue una discípula y tuvo un ministerio que ayudaba haciendo túnicas para las viudas  (Hechos 9:36-39). 

– Febe era ayudante en la obra del Señor (Romanos 16:1-2).  

– Mujeres sirvieron al Señor con sus bienes (Lucas 8:3 ). 

– María ungió a Jesús con un perfume muy costoso y se sentaba a sus pies, escuchaba su  palabra (Juan 12:3; Lucas 10:39). 

– La viuda dio todo lo que tenía (Marcos 12:43). 

– Priscila ministraba para el Señor junto a su esposo Aquila (Romanos 16:3). 

Cada una de estas mujeres estuvo vestida de fortaleza; ellas no temían al por venir. 

Su futuro estaba sostenido por Dios; sus planes y proyectos no dependían de las situaciones adversas que pudieran ocurrir, sino de la dependencia en Dios, eso es fortaleza de carácter. Fueron mujeres que experimentaron el gozo de Dios. 

¡Cuánto necesitamos ser esos ejemplos y tener esos ejemplos a nuestro lado! 

Claramente, hay una gran diferencia entre tener la fortaleza de esta mujer, y vivir dominada por las circunstancias cotidianas. Ella resistía sus batallas porque su fuerza provenía del Dios incontenible. 

Es hermoso recorrer su vida, pero no debemos quedarnos ahí; necesitamos comenzar pronto y desarrollar estas virtudes piadosas en nosotras mismas; vivir confiadas sabiendo que Dios es nuestra fuerza. 

Desarrollemos el hábito de una búsqueda de Dios continua en cada paso que damos; dejemos la carnalidad y volquémonos a Cristo. Esto no se consigue solamente orando, sino que lo lograremos en la rendición de nuestro corazón en obediencia a Él.  

Lucha con conciencia, no vivas el día a día sin guía. Trabaja con esfuerzo y de la misma manera que cada mañana vas al armario a buscar tu ropa, ve a Dios y vístete de Sus fortaleza y honor. ¡Esto es realmente importante! Necesitamos esa dependencia de Dios, porque estamos influyendo continuamente a nuestro entorno; nuestro fruto será notorio.  

Todas las mujeres que hemos traído a la memoria hoy se mantuvieron como viendo al Invisible, confiadas en Él. Ahora, necesitamos fijar nuestros ojos en Aquél que puede hacer lo que nosotras no podemos. Dios es sabio, fuerte, justo y poderoso para sustentarnos, proveernos, sostenernos y darnos Su gracia para todo lo que debemos hacer. Podemos transitar las pisadas de estas mujeres confiadas y firmes en Dios. 

Mi escudo y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio. Salmo 18:2

Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, en cuyo corazón están tus caminos. Salmo 84:5

Seremos felices si en cada paso, decisión y circunstancia, vivimos confiadas en el Dios que gobierna cada milímetro de todo lo que existe.  Seremos felices si las fuerzas que necesitamos cada día, las recibimos sólo de Dios. 

“¡Séllanos con Tu guía, Señor!”

Verónica Rodas es esposa del pastor Luis Rodas. Madre de Cintia (17) y Zoé (6). Juntos sirven al Señor en Córdoba, Argentina. Su anhelo es mostrarle a la mujer lo deleitoso y hermoso que es ser discípula de Cristo.

3 Comments

  • Mabil dice:

    Verdaderamente me dejan estas palabras pensando, y verdaderamente deseo ser una mujer que deja esa aroma interior en todas partes, se que sola no puedo pero con la ayuda del Espíritu Santo que mora en mi lo podré hacer.

  • CLAUDIA MARCELA ROSADO GOMEZ dice:

    Soy esa mujer virtuosa, Sólo Dios y su palabra son fecundas en mi.
    Nada me detiene🙏🙏🙏✨✨💪💪

  • Marisol dice:

    Yo soy un reflejo de la gloria de Dios al estar vestida de su palabra en mente y acciones de ese modo manifiesto fuerza y honor . Dependiendo de Dios para tratar con dignidad y respeto a los que están a mi alrededor.

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