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Mi antiguo yo ha sido crucificado con Cristo. Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. —NTV

GÁLATAS 2:20

En la iglesia de un pueblo de la sierra de Puebla, un artista creó una imagen de Cristo en un cubo de cristal, con los puños levantados como queriendo escapar. Una amiga artista escribió un cuento donde misteriosamente desaparece la figura del cubo y aparece el Jesús real comiendo y conviviendo en los hogares de la comunidad.

La muerte de Jesús es esencial para el cristiano puesto que nos identificamos con Él cuando nos dice Pablo que nuestro «viejo yo» fue crucificado y sepultado con Él. Pero no olvidemos que en Él también fuimos resucitados.

A los pies de tu maestra de escuela dominical aprendiste que
«Cristo murió y resucitó por nosotros», pero es impactante que este pasaje subraya el hecho de que Jesús muriera «por mí», no solo por «nosotros» o por la humanidad.

La cruz está vacía y el que la ocupaba resucitó de la muerte. Tu «yo» egoísta también está crucificado y ahora vive Cristo en ti.

No dejes que esa «muerta» trate de revivir; recuerda que ya no tiene poder sobre ti. Que el gozo que expresó Pablo se refleje en tus facciones y en tu diario caminar. Ya no vives tú, sino Cristo en ti. (MHM)

Así que morí a la ley a fin de vivir para Dios.

PABLO

Un devocional de Un año con Dios (B&H en Español).

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