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Pasaje devocional: Lucas 10:25-37

¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo. Lucas 10:36-37 

¿Cuántas veces hemos perdido la oportunidad de socorrer a alguien con una necesidad apremiante? Jesús utilizó la parábola del buen samaritano para enseñarnos lo que significa el amor al prójimo y lo que Dios espera que hagamos ante la necesidad de cualquier persona, sin considerar su origen, credo o condición social.

Este hombre, despreciado por no pertenecer a la raza “pura” de los judíos, se detuvo en su camino para extender misericordia a alguien que ni siquiera conocía. ¿Quién era este hombre? No sabemos su nombre ni necesitamos saberlo. Era alguien a quien usted y yo debemos imitar, obedeciendo el mandato de Jesús al decirle al intérprete de la ley: “Ve, y haz tú lo mismo”.

Seamos compasivos y tolerantes con aquellos que llevan un estilo de vida diferente al nuestro porque todavía no han oído “que de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). Es importante recordar que al detenernos en nuestra ruta para ayudar al necesitado, no estamos solos. Jesús va delante de nosotros, pues “El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre” (Hebreos 13:6).

Señor, permíteme detenerme para bendecir a otros.

Un devocional de Revista Quietud

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