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Miren a los que son buenos y honestos, porque a los que aman la paz les espera un futuro maravilloso. —NTV

SALMOS 37:37

Un ingeniero acababa de recoger una carpeta de estudios médicos en el hospital. Después, distraído, dejó sus estudios en el carrito del supermercado. Cuando se dio cuenta, regresó alarmado para indagar si habían encontrado sus papeles, pero «no sabían nada». Insistió que revisaran los videos de la tienda; días después se comunicaron con él. El responsable había sido el jefe de los guardias de seguridad. Esta persona dió algún pretexto y devolvió los documentos.

Imaginemos a Ananías y Safira cuando se descubrió su mentira; no tuvieron ni tiempo de exclamar: «¡La regamos!». Aunque este caso fue bastante extremo, en muchos más vemos que Dios desea que reconozcamos nuestro pecado y nos reconciliemos con Él. No es un viejo regañón que solo desea atraparnos y castigarnos. Le duele nuestra deshonestidad. El Espíritu Santo que habita en nosotros se entristece pues representa una pérdida de nuestra unión con el Señor.

¿Alguna vez cometiste alguna acción deshonesta? Posiblemente pensaste que era algo tan insignificante que no importaba mucho; tal vez te disculpaste con una excusa insulsa y trataste de olvidarlo. Pero algún día «el video de Dios» hizo que te remordiera la conciencia y procuraste reparar el daño, por difícil que resultara hacerlo. ¡Bien! Es esencial restaurar tu relación con Dios y a quienes hayas lastimado. (MHM)

La hermosura que se acompaña con honestidad es hermosura, y la que no, no es más que un buen parecer.

MIGUEL DE CERVANTES

Un devocional de Un año con Dios (B&H en Español).

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