Skip to main content

Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento,
y cerrada la puerta, ora a tu Padre que
está en secreto; y tu Padre que ve en lo
secreto te recompensará en público.
MATEO 6 : 6

Vivimos en un mundo ruidoso. Entre trabajar, lidiar con todas las situaciones familiares e intentar cuidarnos a nosotros mismos, pareciera que encontrar un tiempo de quietud es imposible. Para algunos de nosotros, un escape es todo lo que podemos pedir. Algunos tomamos vacaciones o nos distraemos con otras personas. El problema es, sin embargo, que las vacaciones son temporales y las distracciones no nos permiten lidiar con lo que debe ser atendido. Lo que en realidad queremos es tiempo.

Queremos tiempo para estar quietos. Buscamos un minuto extra aquí y allá solo para estar quietos. No importa lo que hagamos; pareciera que ese minuto extra es lo que siempre se nos escapa. Una madre, sin embargo, pareciera haber encontrado el secreto. Ella ha nombrado cariñosamente a este tiempo «el tiempo familiar de quietud». Solo dura media hora, pero puede ser es más que eso cuando el tiempo de quietud se convierte en una siesta. Realmente es un proceso sencillo. En su casa, a las cuatro de la tarde, ella establece un temporizador en su teléfono. La regla es sencilla: tú puedes hacer lo que quieras mientras sea en silencio y no involucre videojuegos, teléfonos o televisión. Sus hijos usualmente usan ese tiempo para leer o hacer tarea. Su esposo pasa su tiempo en el garaje. Ella, sin embargo, se sienta en una silla cómoda dentro del cuarto de invitados y ora.

Durante los primeros momentos, ella simplemente se enfoca en estar quieta. La mayor parte del tiempo, esto le toma solo unos momentos, pero a veces ella invierte la mitad del tiempo en estar quieta y dejar de lado todas las distracciones que están flotando en su mente. Cuando logra llegar a ese punto, dedica tiempo a agradecer a Dios por todas las bendiciones de ese día. Entonces, hacia el final de su tiempo, lee su Biblia. Invierte el tiempo que tiene en su relación con Dios. Ella comenzó esta pequeña tradición hace algunos años. Claro que hay algunos días en los que no tiene ese tiempo designado y debe encontrar otra manera de lograrlo, pero es interesante lo que ese tiempo ha hecho. Al principio era muy estricto. Tenían que ser 30 minutos, ni más ni menos. Luego, con los meses, el tiempo rígido comenzó a tornarse más flexible. Algunos días, la familia disfruta más el tiempo de quietud que otros días. Los 30 minutos pudieran parecer más como una hora y media. No importa lo que haya pasado; la madre nunca cambió el propósito de ese tiempo. Ella siempre lo ha invertido con Dios, dándole una paz que sobrepasa todo entendimiento.

PADRE, GRACIAS POR LOS TIEMPOS DE
QUIETUD. RECUÉRDAME USAR ESOS
MOMENTOS PARA AGRADECERTE POR TODO
LO QUE HACES EN MI VIDA .
AMÉN .

Un devocional de 100 días de gozo (B&H en Español)

Leave a Reply

Hit enter to search or ESC to close