Skip to main content

Por Wendy Ortiz

Durante el mes de octubre en Estados Unidos y en varios países de Latinoamérica se celebra el Día del Pastor. Es por esto que quiero dedicar estas letras a mis colegas, las esposas de los pastores. Mi esposo y yo llevamos casi 16 años casados y la mitad de ellos le he acompañado como su ayuda idónea (al menos eso trato) con lo que él necesite en el ministerio. Por lo general, yo me encargo del discipulado de mujeres, sin embargo, no toda esposa de pastor tiene que dedicarse a eso. Cada una sirve en la iglesia de acuerdo a sus dones. No obstante, el principio que deseo traer aplica a cualquier esposa de pastor no importa de qué manera sirva dentro del cuerpo de Cristo.

Si bien es cierto que el ministerio de ser esposa de pastor es muy gratificante también trae consigo muchas frustraciones.  En esta corta reflexión quiero platicarte una de las frustraciones que se ha repetido en mi vida a lo largo de los años en el ministerio. También quiero contarte cómo he respondido a ella, cuál ha sido la solución y algunas lecciones que he aprendido en el proceso.

Quiero aclarar que no siempre reacciono de la mejor manera, pero poco a poco por medio de Su Palabra y bajo la instrucción del Espíritu Santo he aprendido a abandonar el camino de la amargura y abrazar el camino hacia la cruz.

MI FRUSTRACION

Una de las frustraciones con la que batallo es la de pensar que mi esposo o yo estamos haciendo un mal trabajo, o que lo que hacemos no es suficiente. 

Estos pensamientos vienen porque:

  • No veo que las ovejas estén creciendo.
  • La asistencia a los servicios/estudios se reduce.
  • Personas en las que invertimos tiempo, dinero y esfuerzo abandonan la iglesia.

Mi querida esposa de pastor, quiero decirte que si has sentido lo mismo ¡no estás sola! ¡Bienvenida al club!

Hace algunos años yo reaccionaba así:

  • Me culpaba a mí o incluso lo culpaba a él porque las “cosas” no estaban saliendo como “debían.” 
  • Quería tomar cartas en el asunto y hasta “usurpaba” el rol de mi esposo como el líder de la iglesia.
  • Mi boca se llenaba de crítica contra las ovejas que no respondían al cuidado pastoral.
  • Culpaba a las ovejas por mi descontento.
  • Mi corazón se amargaba.

SOLUCIÓN

¿Qué hice y qué continúo haciendo (por qué a veces vuelvo a caer)?

1. Corrí a la cruz en oración. Le dije a Dios cómo me sentía, oré y lloré. Mi oración cambió. Le pedí perdón por hacer del desempeño de otros y del nuestro un ídolo. Ocupaba mis pensamientos día y noche, tratando de encontrar respuestas a todo lo que estaba pasando. Le confesé que la fuente de mi gozo estaba basada en la respuesta y la aceptación de las ovejas; en cuánta gente llegaba un domingo o cómo las ovejas respondían al discipulado.

Entonces el Espíritu Santo me ayudó en mi oración. En lugar de solo estar pidiendo para que Dios trabajara en la vida de las ovejas, también comencé a pedirle una y otra vez porque mi corazón hallara satisfacción en Él y solo en Él. Yo no podía pretender que simples mortales, como yo, fueran la fuente de mi gozo. Ellos, como yo, no dan la talla. Solo Cristo puede hacerlo y en Él solo puedo encontrar esa satisfacción.

También oré por sabiduría y Dios me recordó que la sabiduría viene de Su Palabra.

Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie.
Santiago 1:5 (NVI)

2. Me metí en la Palabra de Dios. Leí, medité y oré la misma Palabra que estaba leyendo. Sin embargo, les confieso que esto no es una varita mágica, la sabiduría no la recibí de una vez y ya. No, esto es un asunto diario, es como una sopa que se toma sorbo a sorbo. Todos los días se cultiva la sabiduría cuando navego y me sumerjo en Su Palabra. No puedo bajar la guardia porque cuando pienso que ya lo tengo todo “bajo control,” surge otra crisis en el cuerpo de Cristo.

Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para enseñarnos lo que es verdad y para hacernos ver lo que está mal en nuestra vida. Nos corrige cuando estamos equivocados y nos enseña a hacer lo correcto. Dios la usa para preparar y capacitar a su pueblo para que haga toda buena obra.
2 Timoteo 3:16-17 (NTV)

3. Pedí perdón a las ovejas. Recuerdo que luego de mucho tiempo de haber sobrepasado un momento de frustración Dios trajo convicción a mi vida de que debía pedir perdón a algunas ovejas por haberlas calumniado y criticado a sus espaldas. Mi corazón se quebrantó delante de ellas y recibí su tierno perdón. Ya había arreglado cuentas con Dios, y Él mismo me estaba impulsando a pedir perdón. Él seguía trabajando en mi corazón.

Quien encubre su pecado jamás prospera;
quien lo confiesa y lo deja halla perdón.
Proverbios 28:13 (NVI)

LECCIONES

¿Qué he aprendido de mi lucha con las frustraciones que vienen en el ministerio como esposa de pastor?

  1. Dios es soberano y trabaja con las ovejas como Él desea, independientemente de lo que mi esposo (el pastor) o yo hagamos o no hagamos. No siempre vamos a ver esos frutos, tal vez no los veamos hasta que lleguemos al otro lado de la eternidad.
  2. Ser esposa de pastor no significa que Dios ya terminó de trabajar más conmigo. ¡Yo también soy oveja! Él está utilizando estas frustraciones para ir desarrollando mi carácter, moldeando mi corazón, fortaleciendo mi paciencia y cultivando mi compasión.
  3. El trabajo que hacemos no lo hacemos para obtener un reconocimiento, lo hacemos para el Señor, por lo tanto, Él es quien produce el fruto y no nosotros.
  4. Si ya hemos hecho todo y no vemos respuesta lo único que queda es orar y si orar es lo único que resta, eso es más que suficiente. (1 Tesalonicenses 5:17)
  5. Las frustraciones ministeriales no deben ser un obstáculo para continuar obedeciendo al Señor en el servicio, discipulado y amor. Hay que seguir cumpliendo con la Gran Comisión cuesten las lágrimas que cuesten. (Hechos 20:19-21)

Amada colega tú y yo fuimos designadas para ser ayuda idónea de un esposo a quien Dios ha llamado como pastor. Si abrazamos la amargura estaremos siendo estorbo para ellos.

Sufrimos y seguiremos sufriendo. Enfrentaremos frustraciones, traición, críticas, burlas, abandono, etc. Pero ¿sabes? ¡no estás sola! Miremos a la cruz y recordemos a Cristo, Él recibió todo eso y mucho más. Bendito Dios que Jesús no tomó el camino de la amargura, sino que pacientemente y con amor caminó a la cruz. Lo hizo por amor a nosotras y a las ovejas que hoy nos causan dolor de cabeza. Sigamos Su ejemplo.

Oremos, arrepintámonos sumerjámonos en Su Palabra, pidamos perdón y continuemos obedeciendo al llamado que el Señor ha puesto en nuestras manos.

Wendy Marín Ortiz es la Coordinadora de Lifeway Mujeres, pecadora redimida, esposa de Oscar, madre de Owen y Marina. Le apasiona conocer el carácter de Dios y encontrar a Cristo a través de toda la Escritura. Su anhelo es que cada mujer tenga esta misma pasión.

One Comment

  • Alma Alfaro dice:

    Me encanó! Y como tú dices bienvenida al Club! Muchas veces todo el trabajo pareciera que no da fruto… pero no es nuestra culpa. Seguimos lidiando con gente que a la larga sigue luchando con sus propios pecados y preocupaciones y nosotras no somos el Espíritu Santo para convencerlas! Dios nos siga ayudando a nosotras bajo cuyas alas nos hemos venido a refugiar! Gracias por este ten buen artículo! Te quiero mucho.

Leave a Reply

Hit enter to search or ESC to close