Estad quietos, y conoced que yo soy Dios;
seré exaltado entre las naciones;
enaltecido seré en la tierra.
S A L M O S 4 6 : 1 0
Muchos pensarían que saber qué decir siempre es una disciplina digna de tener. Tal vez eso sea cierto, pero algunas veces hay un impacto incluso mayor en reconocer los momentos donde las palabras no son necesarias. Muchos de nosotros hacemos nuestro mejor esfuerzo para decir las palabras correctas, pero hay un mayor gozo que puede venir cuando una persona, en lugar de dar sus palabras, da de su tiempo.
No muchos están interesados en que les den consejos en una situación difícil. No queremos que nos prediquen en los momentos donde la frustración pareciera reinar. Todos hemos escuchado a nuestra pareja o a algún amigo decir: «Algunas veces, solo necesito que escuches». El silencio es una virtud; es el proveedor de uno de los mayores gozos en existencia: ser comprensivo.
Piensa acerca del tono que usamos para describir a este tipo de personas. ¿Hablamos de la persona locuaz con el mismo aprecio que de aquel que escucha intencionalmente? Si pudiéramos decir «Ella siempre tiene algo que decir…», en lugar de «Ella siempre sabe escuchar…», ¿cuál de las dos crees que traería más gozo?
Aunque podamos tener aprecio por ambas, hay algo especial en las personas que prestan su oído, escuchan intencionalmente y nos permiten procesar nuestros pensamientos y emociones sin interrupción. Siempre existe la tentación de interrumpir cada momento que sentimos que tenemos una palabra correcta, pero muchas veces puede no ser el momento de recibirla. Esto es lo que hace al silencio una disciplina gozosa. Todos nosotros podemos pensar en un momento cuando nos interrumpieron a mitad de oración con algún consejo bien intencionado. ¡Es frustrante! El gozo, sin embargo, viene del individuo que nos hace sentir escuchados.
Dios nos ha llamado a cada uno de nosotros a compartir palabras sabias. Eso es un hecho, pero Él también nos recuerda que debemos tratarnos unos a otros con respeto y dignidad. Escuchar a alguien sin interrupción es una de las cosas más respetuosas que podemos hacer por nuestros seres queridos que están pasando por un tiempo difícil. Después de todo, nunca escucharemos de alguien decir: «Gracias por decirme qué hacer sin permitirme terminar de expresar mis pensamientos», pero casi que podríamos apostar que habrá un corazón agradecido y gozoso en las personas que sienten que han sido respetadas y escuchadas.
Así que, ve y escucha. Antes de dar las palabras perfectas llenas de amor y sabiduría, asegúrate de haber practicado la disciplina del silencio y tomado el tiempo de escuchar a tus seres queridos.
ESPÍRITU SANTO, RECUÉRDAME CADA DÍA QUE
AUN CUANDO ME HAYAS DADO LAS PALABRAS
PERFECTAS QUE DECIR , DEBO SER RECORDADA
DEL TIEMPO PERFECTO PARA DECIRLAS .
RECUÉRDAME ESCUCHAR ANTES DE HABLAR.
RECUÉRDA ME PERMITIR QUE MIS SERES QUERIDOS
TERMINEN DE EXPRESAR SUS PENSAMIENTOS
ANTES DE EXPRESAR LOS MÍOS. AMÉN.
Un devocional de 100 días de gozo (B&H en Español)