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Revolución Sexual

Nuestra situación actual.

La Homosexualidad: Una Distorsión Redimible

“¿O no sabéis que los injustos no heredaran el reino de Dios? No os dejéis engañar; ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos de vosotros, pero fuiste lavados, pero fuiste santificados, pero fuiste justificados en el nombre del Señor Jesucristo, y en el Espíritu de nuestro Dios” (I Cor. 6:9-11)

Hablando del diseño de Dios en oposición al acondicionamiento del hombre es imposible no discutir el tema de la homosexualidad. Este ha sido el debate principal del siglo XXI.

Los homosexuales afirman haber nacido con una inclinación sexual hacia individuos del mismo sexo, pero hasta la fecha no existe ningún estudio fidedigno, que lo confirme. Entendemos qué, de ser así, la Biblia se expresaría de otra forma sobre la homosexualidad.

Hasta ahora no se encontraron diferencias anatómicas ni fisiológicas entre homosexuales y heterosexuales. Con esto no estamos diciendo que no existen estudios que afirmen que han encontrado “diferencias”, pero tales estudios no fueron realizados de manera correcta desde el punto de vista científico y cuando otros investigadores intentaron reproducir sus hallazgos no lo lograron.

El veredicto de la palabra de Dios

Dios asigna un rol primario a los padres para educar a sus hijos. Él nos considera responsables de nuestros descendientes biológicos y de transmitir la fe a la próxima generación. Es incuestionable que la instrucción recibida en la niñez tiene repercusiones en la vida adulta.

Se ha observado que, por el modelo de crianza aplicado a algunos niños, ellos crecen con una idea distorsionada de la masculinidad y presentan una mayor tendencia a experimentar desviaciones en su sexualidad. Por ejemplo, un padre que es emocionalmente distante de sus hijos podría provocar que ellos se refugien en su madre para encontrar seguridad, sobre todo cuando ese padre es abusivo en lo físico y en lo emocional. La niña, por otro lado, podría crecer pensando que los hombres no son confiables, porque si el varón que más debe amarla (su padre) exhibe ese comportamiento, ¿qué puede esperar esa niña del resto de los hombres? Es posible que esa niña rechace al sexo opuesto y se refugie en otra mujer, pensando que los hombres no brindan seguridad.

La homosexualidad como un pecado contra Dios 

Todo lo que no honra a Dios o a Su diseño es pecado. Por lo tanto, es un buen momento para recordar que la homosexualidad no es el único pecado, ni el único pecado sexual ni tampoco es el pecado imperdonable. Conocemos que la homosexualidad no forma parte del plan del Creador porque desde el inicio leemos en Génesis “varón y hembra los creo” (Gén 1:27).

Es decir, que Dios creó dos géneros con características internas (genotipo) y externas (fenotipo) propias de cada uno. Y luego en el versículo 28, leemos que les dijo “…sed fecundos y multiplicaos…”. La única manera de llevar a cabo este mandato es si las personas que se unen poseen órganos sexuales que les permitan acoplarse y luego reproducirse. Más adelante en el libro de Levítico, leemos lo que Dios dijo de manera clara: “No te acostarás con varón como los que se acuestan con mujer; es una abominación” (Lev. 18:22). En el mismo libro de Levítico observamos: “Si alguno se acuesta con varón como los que se acuestan con mujer, los dos han cometido abominación; ciertamente han de morir. Su culpa de sangre sea sobre ellos” (Lev.20:13)

A la luz del Nuevo Testamento entendemos que no debemos aplicar la ley de esa manera, pero si creemos que Dios revela que el rechaza la homosexualidad, aunque nunca rechazaría a una persona que la practicara, siempre y cuando esa persona, arrepentida, busque Su perdón.

La homosexualidad ofende a Dios porque rechaza su diseño y degrada la imagen de Él en la criatura. Así sucede con la fornicación, la promiscuidad y la pornografía. Todos estos son pecados contra el cuerpo y forman parte de la distorsión de la sexualidad humana. En la actualidad, como la sociedad perdió sus frenos y abandonó el sentido de la culpa y de la vergüenza, muchos dieron rienda suelta a estas y otras prácticas pecaminosas, que van en aumento.

Por eso quisiéramos recordar tres realidades:

  1. Jesús murió por heterosexuales y homosexuales.
  2.   Todo pecado, independientemente de su naturaleza, requiere arrepentimiento; no solo la homosexualidad.
  3. No hay pecado que Jesús no pueda perdonar.

Con relación a este último punto, es bueno mencionar que, en la congregación de Corinto, en apariencia, había algunos que fueron homosexuales en el pasado y a quienes Cristo   había redimido. Así leemos en I Corintios 6:9-11:

“¿O no sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os dejéis engañar: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios. Y eso erais algunos de vosotros; pero fuiste lavados, pero fuiste santificados, pero fuisteis justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios” 

Recordemos que para su salvación el homosexual necesita lo mismo que el heterosexual: arrepentimiento de pecado, perdón de parte de Dios a través del sacrificio penal y sustitutivo de Cristo (Él pagó la pena y murió en nuestro lugar) y, además debe confesar a Jesús como su Señor y Salvador. Ese es el camino para todo el que quiera entrar en el reino de los cielos

Fragmento del libro “Revolución Sexual”  de Catherine Sheraldi de Núñez y Miguel Núñez

B&H Libros

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