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Pasaje devocional: Mateo 7:1-5

No juzguéis, para que no seáis juzgados. Mateo 7:1

Es muy común en los humanos ver las faltas que tienen otras personas y no observar las faltas que ellos mismos tienen. Eso es peligroso.

Se cuenta de un hombre que visitó una galería de cuadros y para impresionar al grupo que lo acompañaba se paró delante de una figura y comentó en voz alta que ese cuadro era lo más ridículo que él había visto y que la combinación de colores era desastrosa. Todos se rieron del comentario del hombre y entonces su esposa le comentó al oído: querido, estás parado delante de un espejo, no de un cuadro.

Muchas veces lo que criticamos en otras personas es exactamente lo mismo que nosotros hacemos. Es como si un espejo reflejara nuestras propias acciones. No es lo mismo discernir que juzgar. A la luz de la Palabra de Dios podemos darnos cuenta si una enseñanza no está de acuerdo con la Biblia, o si alguien ha caído en pecado. Lo importante es nuestra actitud ante tales situaciones. Hay creyentes que actúan como si fueran parte de un jurado permanente. Al hacer un juicio debemos mirarnos en el espejo de la Palabra de Dios y comenzar el juicio con nosotros mismos. De la misma manera que el vernos en un espejo diariamente nos permite arreglarnos y lucir mejor, la Palabra de Dios nos señala nuestras propias faltas y nos da la oportunidad de cambiar y tener una actitud de misericordia y comprensión hacia los que están a nuestro alrededor. Al darnos cuenta de nuestras propias faltas, no tendremos mucho tiempo para juzgar a los demás.

Cuando juzgamos a otros no conocemos todos los factores. Dios si los sabe y también puede mirar el corazón, lo cual nosotros no podemos hacer. Tenemos que tener presente que no somos infalibles, que es posible equivocarnos al juzgar y que no podemos ocupar el lugar de Dios. De ninguna manera esto quiere decir que seamos indiferentes al pecado y que aceptemos toda clase de conducta que desagrade a Dios. Él no acepta el pecado, pero ama al pecador. En cuanto a la conducta de los que nos rodean, dejemos el juicio a Dios.

Ore para que Dios le dé un corazón limpio que pueda ser misericordioso al juzgar a los demás.

Un devocional deRevista Quietud

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