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Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras
de la ley, sino por la fe de Jesucristo… —RVR1960
GÁLATAS 2:16

E n muchas biografías existe un elemento común: un momento en la vida avanzada del cristianismo cuando hay poca satisfacción. Esto le pasó a Eva Von Winckler. De joven, después de ser una chica rebelde, encontró a Jesús. Cambió su vida radicalmente, dejando atrás las frivolidades y dedicándose a ayudar a los pobres con su herencia. Dejó el castillo paternal —sí, el castillo, pues su familia era de la nobleza alemana— y abrió una casa para niños enfermos, incluso para preparar mujeres al servicio de Dios.

Sin embargo, después de varios años, Eva sintió un vacío espiritual. Sus viajes y el contacto con lecturas y hermanos en la fe le mostraron lo que estaba pasando en su vida. Eva estaba regresando a las «obras». Aun cuando sabía que era salva por fe, solo por fe, confiaba en su trabajo.

Le había dedicado tanto tiempo a sus proyectos que tenía poco tiempo para orar y leer la Biblia. Estaba «orgullosa» de no vestir como las demás, y criticaba a otros olvidando la gracia. ¿Cuál fue la solución? Poner los ojos en Cristo una vez más. Recordar que todo es por gracia y por fe, aun la vida cristiana, aun la santificación, aun el servicio cristiano.

No confíes en lo que haces para Dios, confía en Dios. (KOH)

No es por obras, sino por gracia.


Un devocional de Un año con Dios (B&H Español)

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