La revolución sexual en medio de la cual nos encontramos ha sorprendido a la mayoría de nosotros, pero no a nuestro Dios, Él es omnisciente y jamás es sorprendido por algo. Esta revolución sexual ha comenzado a mostrar que el hombre en lugar de ser liberado de sus tabúes, esta siendo más esclavo de sus placeres.
Lamentablemente nuestra sociedad individualista ha convertido sus nuevas ideas en derechos civiles, o peor aún en derechos humanos.
Las consecuencias finales serán muchas, de larga duración y de proporciones épicas, según entendemos nosotros. Sin embargo, el cristiano nunca debe perder su fe en que Dios es capaz de sostener a su pueblo bajo las peores circunstancias, siempre y cuando Su pueblo no cave cisternas agrietadas (Jer 2:13) que no retienen agua y que no podrán satisfacer su sed.
EL DISEÑO DE DIOS: VARÓN Y HEMBRA
“Creó pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” Génesis 1:27
La escritura revela un Dios que ha desplegado Su gloria en toda la creación. La Gloria de Dios es el conjunto de Sus atributos, los cuales Él ha reflejado en diferentes formas, momentos y lugares. Todo cuanto Dios ha hecho es para Su gloria.
La creación del hombre y la mujer a imagen de Dios, debe, de igual manera manifestar Su gloria.
Dios creo al ser humano con un género binario: hombre y mujer. Él no hizo dos personas solo para proveer compañía o ayuda mutua, en ese caso podría haber formado dos “Adanes” o dos “Evas”. El Señor creo dos seres distintos, estos reflejarían Su gloria de un modo imposible de manifestar por separado. Dios creó cada “cosa” según su género, pero cada género tendría sus propias características para realizar la función que Él le otorgo. Aun no conocemos todas las potencialidades de Adán y Eva porque, al pecar, no llevaron a cabo sus responsabilidades de manera completa. Pero aún en el hombre y mujer caídos se observa una porción de su diseño y propósito originales.
El hombre
Entre las características observadas típicamente en el sexo masculino encontramos el liderazgo, la fuerza, la confrontación, la independencia, la racionalidad (frente a la emocionalidad), la capacidad de ser proveedor y protector. Gran número de estas responsabilidades dadas por Dios, quien creó al hombre para reflejar aspectos de su Creador. Él se revela en la creación, de acuerdo a Romanos 1:19-21. Tal como los cielos proclaman la gloria de Dios (Sal 19:1-4), el hombre y la mujer deben hacer lo mismo al vivir Su diseño.
El día en que Adán cayó, el no fue consciente de cuán profundamente quedo afectada la raza humana. Dios lo había llamado para liderar no solo a Eva, su esposa sino también a toda la creación. Pero a causa del pecado, su capacidad para discernir la verdad del error, y liderar también quedo afectada. En lo sucesivo Adán ejercería un liderazgo impositivo, que llamamos machismo en América Latina, que tiene como base temores interiores de los que solo Cristo puede liberar.
Después de la caída de Adán y a lo largo de la historia bíblica, es evidente que ha faltado un correcto liderazgo masculino. De igual manera ocurre en nuestra sociedad actual. Estamos en medio de una crisis moral, pero esta es prioritariamente masculina.
Jesús fue la personificación de la hombría y, sin embargo, nos llamó a ser mansos y humildes. (Mat 11:29). Un ser humano humilde suele llevarse bien con los demás porque no siente que debe probar, temer ni esconder nada. Ese es un hombre que depende del Espíritu de Dios y está consciente de que, en Cristo, él es ahora una nueva criatura. (2Cor 5:17)
El cristiano posee en su interior una capacidad de cambio que nadie puede superar, y es la presencia del Espíritu de Dios que nos va transformando de gloria en gloria (2Cor 3:18). Pero debe tomar decisiones, mantenerlas y confiar en el poder de Dios.
La mujer
La mujer, en cambio, exhibe características distintas a las del hombre, pero que de igual manera hallamos en el Señor. Entre estas se encuentran: el amor, el servicio, el deseo de mantener la paz, la capacidad emotiva y el ser proveedora y protectora de las emociones. Ella es quien mantiene las conexiones interpersonales, la influencia y la compasión.
Dios en su sabiduría creó a Adán y luego creó para él alguien semejante, pero no igual. La idea no era duplicar a Adán, sino proveerle a alguien que lo complementara y le sirviera de ayuda idónea (ézer Kénegdo).
“No es bueno que el hombre este solo; le haré ayuda idónea” (Gén. 2:18)
El vocablo ézer se usa en el Antiguo Testamento con la idea de: ”brindar ayuda” o “ ser ayudador”. Aparece 21 veces en el Antiguo Testamento, se usa en la mayoría de los casos para referirse a Dios como ayudador.
Por consiguiente, es evidente que el concepto de ayuda idónea no tiene una implicación de inferioridad, sino que se refiere a alguien que trabaja al lado de la persona.
El hombre y la mujer fueron creados iguales en dignidad, pero con funciones diferentes.
La mujer descrita en Proverbios 31 es un ejemplo maravilloso de una mujer trabajadora que se esfuerza por cumplir su parte asignada por Dios de sojuzgar la tierra.
Pedro nos instruye: “Y que vuestro adorno no sea el externo: peinados ostentosos, joyas de oro o vestidos lujosos, sino que sea el yo interno, con el adorno incorruptible de un espíritu tierno y sereno, lo cual es precioso delante de Dios” ( IPed. 3:3-4)
Fragmento del libro “Revolución Sexual” de Catherine Sheraldi de Núñez y Miguel Núñez
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