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Juan 20:16

—¡María! —dijo Jesús. Ella giró hacia él y exclamó: —¡Raboní! (que en hebreo significa “Maestro”). —NTV

¿Puedes pensar en tres buenos maestros que has tenido desde el preescolar? ¿Qué características los hicieron «buenos» en tu mente? ¿Eran pacientes, amorosos, comprensivos, inteligentes o interesantes? Quizá dominaban su materia o te hacían enamorarte de su tema.

En tiempos bíblicos, un maestro era mucho más que un catedrático. Un rabino era más que un hombre con conocimiento. Debía aplicar lo que sabía a su vida diaria. De ese modo, los alumnos —o discípulos— pasaban el mayor tiempo posible alrededor de su maestro. Su objetivo no era pasar una materia o graduarse, sino ser como su maestro.

En la Biblia vemos que los discípulos no pasaron de año por recitar los Diez Mandamientos o hacer una lista con todos los milagros de Jesús. En Hechos recibieron, por así decirlo, su diploma, cuando: «los identificaron como hombres que habían estado con Jesús» (Hechos 4:13). ¿A qué se debió esto? A que hablaban como Él, pensaban como Él y actuaban como Él.

¿Es Jesús tu Maestro? ¿Qué clase de alumna eres? Recuerda que la clave no está en acumular conocimiento, sino en pasar tiempo con tu Raboní. Aparta un tiempo diario para orar, para leer la Biblia, para pensar en Jesús. Deja que Él te vaya moldeando para que otros sepan que tú has estado con Jesús.

Pero ustedes, no permitan que nadie los llame “Rabí”, porque tienen un solo maestro y todos ustedes son hermanos por igual.

JESÚS

Un devocional de Destellos de esperanza (B&H en Español)

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