Skip to main content

– El regalo del perdón ante el desorden espiritual-

Por Jennifer McCaman

Todos sentimos la frustración de una visita inesperada. Suena el timbre y nos damos cuenta que son nuestros amigos o familiares que tomaron en serio nuestra invitación de “pasen en cualquier momento”. Para una buena ama de casa, cuyos pisos están siempre limpios, esto no es causa de estrés.

Ella simplemente los invita a pasar, y les ofrece una taza de café recién hecho. Para el resto de nosotras, tenemos más o menos un minuto para recoger los juguetes, cerrar las puertas de los armarios, y rociar un poco de lustra muebles como para que parezca que estamos limpiando. Con un profundo suspiro, nos implantamos una sonrisa y rogamos que nuestros invitados no abran ninguna de las puertas que están cerradas.

El estrés del desorden espiritual

La mayor parte de nosotros comprendemos la frenética necesidad de limpiar nuestras casas ante la llegada de invitados sorpresivos. Pero más a menudo de lo que deseamos admitir, nuestras áreas ocultas llenas de polvo van mucho más allá de nuestros hogares.

Ya sea una vieja amistad que mantenemos en secreto sin que nuestra pareja lo sepa, una mentira que le dijimos a un amigo, o una adicción que no admitimos ni siquiera ante nosotros mismos – todos sabemos lo que significa sentirse agobiado por el remordimiento. Permitimos que la culpa de nuestro pasado nos mantenga espiritualmente paralizados y emocionalmente sobrecargados.

Romanos 3.23 nos dice: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. En un momento determinado, todos estábamos separados de Dios, tratando de lidiar con nuestros fracasos, temerosos de ser descubiertos.

El poder de Su sacrificio

Pero Dios nos ve exactamente como somos, y Él nos ama de todas maneras. Romanos 5.8 declara: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. Aún en nuestro momento espiritual más bajo y sucio, Jesús murió por nosotros en una cruz.

Efesios 2.8 confirma: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;”. Nosotros no podemos limpiarnos lo suficiente como para agradar a Dios. No podemos poner barniz sobre nuestros pecados o tratar de lidiar con él usando solo nuestras propias fuerzas. Es solamente mediante la gracia de Dios que recibimos el perdón.

El poder de un nuevo comienzo

1 Juan 1.19 dice: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. El perdón de Dios incluye una limpieza completa de todos nuestros pecados pasados. Él conoce nuestros remordimientos ocultos, y quiere liberarnos de nuestro desorden espiritual.

Jennifer McCaman es escritora independiente está casada y vive en Smyrna, Tenn.

One Comment

Leave a Reply

Hit enter to search or ESC to close