Por Verónica Rodas
En todos estos años que he trabajado con mujeres me he topado con diferentes situaciones; entre ellas, con mujeres viviendo una vida “cristiana” en plena “comodidad”, diciendo que “aman a Dios” pero viviendo para ellas mismas. Me es difícil asumir esa realidad cuando veo ejemplos de hermanas que amaron y aman al Señor, viviendo vidas muy diferentes a las que ellas presentan.
La mujer cristiana que ama a Dios es principalmente una mujer de una causa. Ella vive por una persona: Jesús. No le basta orar, tener paciencia, leer la Biblia, ser ferviente… ¡no! Vive en constante asombro por su salvador. Solamente le mira a Él, arde por Él, se desvive por Él, y ese amor que tiene a Dios lo aplica en casa, con sus hijos, en su trabajo, la congregación donde asiste, etc. Vive cumpliendo lo que dijo su amado Señor: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. (Mateo 12:37-38)
Me apasiona leer historias de mujeres con un amor extravagante hacia Dios. Me encantaría que tú pudieras ver la gran diferencia que hay entre una mujer que dice que ama, y aquella que ama en realidad y lo demuestra en todo su estilo de vida.
Te dejo algunos ejemplos de mujeres que nos muestran lo que significa amar a Dios:
Ana
Una mujer desconocida que cada año fielmente iba al templo a adorar a Dios y ofrecerle sacrificio. Es verdad que ella sufrió mucho al no poder tener hijos, pero nunca dejó de ir a Dios y derramar delante de Él su corazón y su deseo.
Ana finalmente tuvo un hijo, Dios se lo dio, y ella lo dedicó a Dios literalmente. ¡Cuánto amor pudo tener ella por Dios al entregar su mayor deseo al servicio del templo! Ana oró y dijo: Mi corazón de regocija en Jehová. (1 Samuel 2:1)
María
De María destaca su amor apasionado por Dios y el fruto de su rendición. Siendo muy joven, lejos de “su familia” y “con un hombre que no era el padre de su hijo”, ella se rindió completamente a Dios.
Imagina por un momento esa situación: miedos, dudas, situaciones complejas, críticas… y ella amando a Dios por sobre todo ese mundo que la rodeaba. Vemos en su vida el fruto de obediencia.
¿Qué vio María? Piensa en ti y en situaciones similares en las que hayas podido encontrarte; ¿cómo has reaccionado?, ¿amas así a Dios?
Uno, en esas situaciones, suele desesperadamente buscar apoyo en lo primero que se presenta, pero ella amó a Dios y fue obediente; su rendición a ese amor es admirable: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. (Lucas 1:38)
Gladys Aylward
Fue una misionera inglesa que tenía un ferviente amor por Dios y ese amor la impulsaba a tener carga por China y por llevar el mensaje de salvación a esos pueblos. Su sacrificada vida, su incalculable fe y el deseo de ganarse el respeto y el cariño de los chinos, la convirtió en una de las misioneras más renombradas de la historia. No tenía los recursos ni la capacidad para enfrentar semejante viaje, pero lo que sí tenía era un amor a Dios y carga porque eso se cumpliese.
¿Tienes ese amor? ¿Tienes convicciones propias?
Elisabeth Elliot
Recién casada con Jim Elliot dejó la comodidad y salió de su zona de confort para ir a Ecuador, donde junto a su esposo trabajó en las misiones. Su esposo fue asesinado en 1956 cuando intentaba hacer contacto con los Aucas, una tribu del este de Ecuador. Ella tenía convicciones propias y un amor por Dios increíble; de hecho, no abandonó su llamado. Regresó a servir a las mismas personas que habían matado a su esposo, enfrentando críticas, miedos, soledades, y con una hija pequeña.
Sé que al terminar de leer estas historias puedes pensar en tu contexto cultural, en tu situación específica y seguramente es diferente. Puede que sientas que no das la talla y que te falta mucho parecerte a estas mujeres. Corre a la cruz de Jesús quien amó perfectamente al Padre, Él te puede ayudar a que donde quiera que te encuentres y en la situación que estés atravesando, puedas amar a Dios primero. Que mucho más que una afirmación en tu boca, esto se convierta en una vida en devoción y amor a Dios.
Verónica Rodas es esposa del pastor Luis Rodas. Madre de Cintia (17) y Zoé (6). Juntos sirven al Señor en Córdoba, Argentina. Su anhelo es mostrarle a la mujer lo deleitoso y hermoso que es ser discípula de Cristo.